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Mi mujer hace cálculos
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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Mi mujer hace cálculos

En 20 años tuvimos 12 hijos. A 16 por dos semanas de permisos de paternidad y maternidad por niño, habrían salido 32 semanas, lo que, multiplicado por 12, es igual a 7,38 años

Foto: Podemos presenta en el Congreso una proposición de ley sobre el permiso de paternidad. (EFE)
Podemos presenta en el Congreso una proposición de ley sobre el permiso de paternidad. (EFE)

Irene y Pablo han tenido gemelos prematuros. Muy prematuros. Los padres, preocupados. Los niños, en buenas, muy buenas manos. Con eso y algunos rezos de algunos amigos, saldrán adelante. (Supongo que los padres también rezarán, de alguna manera, pero eso no se puede decir, porque son quienes son y representan lo que representan).

Pablo dice que le toca compartir con su compañera al 50% las tareas de criar a los niños. Pero su buena voluntad no acaba ahí. Quiere "que haya una ley que le obligue a hacerlo".

Lo que pasa es que ni Pablo ni Irene tienen regulados los permisos de maternidad y paternidad, porque no son empleados nuestros, que es lo que yo pensaba, sino que "ejercen un mandato representativo", o sea, son nuestros representantes, de día y de noche. Y los representantes no tienen todavía esos derechos.

Foto: Un padre juega con sus hijos en la Plaza del Castillo de Pamplona. (EFE)

Leo que la proposición de ley que defiende Pablo equipara los permisos de paternidad y maternidad, que serán de 16 semanas —seis obligatorias— intransferibles y remuneradas al 100%.

A mi mujer y a mí nos coge tarde. Para cuando Pablo nació, ya habíamos tenido 11 hijos, y el duodécimo nació cuando Pablo tenía un año.

Pero a mi mujer, de vez en cuando, le gusta echar marcha atrás: "Imagínate, Leopoldo, que tú y yo hubiéramos trabajado en la misma empresa, desde el año en que nos casamos, 1958. Y que la ley de Pablo hubiera estado vigente. Por supuesto, si cuando un niño lloraba por la noche, no te hubieras levantado noche sí, noche no, o sea, el 50% de las noches, habría llamado a los Mossos para decirles: 'Vengan, que mi marido no cumple'. Nuestras noches, tú y yo con una pareja de Mossos, hubieran sido apasionantes".

Como mi mujer es como es, y sabe mucho de cuentas, las hace: "En 20 años tuvimos 12 hijos. A 16 por dos semanas de permisos de paternidad y maternidad por niño, habrían salido 32 semanas, lo que, multiplicado por 12 es igual a 384 semanas de permiso, equivalentes a 7,38 años de quedarnos en casa, remunerados al 100% por el pueblo español. O sea, habríamos trabajado 12,61 años, pero no seguidos, con lo que nuestra productividad sería baja esos años, por falta de entrenamiento".

Y como a mi mujer, cuando empieza a hablar y coge carrerilla, no hay quien le pare, dice: "En algún momento, el gerente de la empresa nos hubiera llamado y, con voz lastimera, habría preguntado si pensábamos tener más hijos".

Padres felices con cinco semanas de permiso

A mi mujer le entra la risa, imaginando la debacle que hubiera causado en la Seguridad Social, en los impuestos y en la cuenta de resultados de la empresa nuestra decisión —nuestra locura— de tener tantos hijos. Y, en pleno ataque de risa, dice: "¿Hacemos las cuentas con nuestros 50 nietos?".

Cuando acabamos de reírnos, me da por pensar en serio. Y pienso:

1. Que no todos los matrimonios tienen 12 hijos. (En broma, les dije a unos amigos míos que era obligatorio tener 12 —tengo mis argumentos—, y el marido le dijo a su mujer: "Conmigo, no, ¿eh?").

2. Que va bien que haya leyes, porque, por lo que veo en los telediarios, hay bastante ceporro suelto.

3. Que la ley no resuelve todos los problemas.

4. Que, si me apuras, no resuelve ninguno.

5. Que pasa lo mismo con los códigos éticos.

6. Explicación: porque si soy un sinvergüenza, como además soy listo, me saltaré la ley, el código ético y lo que me echen.

7. Que pondré cara de yo no he sido, yo no sé nada, ¿quién, yo?, etc.

Leo que "la ley ayuda, pero falta concienciación". Yo creo que lo que hace falta es formación en casa

Leo que "la ley ayuda, pero falta concienciación".

Yo creo que lo que hace falta es formación en casa, donde los hijos (ahí están incluidas las hijas, claro) vean que:

1. El padre respeta a la madre.

2. La madre respeta al padre (también).

3. Los dos quieren a los hijos.

4. Los hijos quieren a los padres.

5. Los padres ayudan a los hijos.

6. Los hijos ayudan a los padres.

7. Los abuelos, etc.

Y esas personas tendrán permisos de paternidad o no tendrán, pero como estarán bien formados en familias normales, serán normales y se levantarán por la noche para atender al niño e irán a hacer la compra cuando haya que hacerla y, copio de un libro mío, "harán el amor todos los días, a todas las horas, todos los minutos y todos los segundos, porque el amor se hace, se fabrica, se construye a lo largo de toda una vida, segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora, día a día".

Y los diputados tendrán menos trabajo proponiendo y estudiando proposiciones de ley. Y la Seguridad Social tendrá menos problemas. Y los inmigrantes no serán vistos como salvadores de las pensiones. Y... y... y...

P.S.

1. Mientras tanto, Irene y Pablo, a seguir luchando para que esos niños salgan adelante.

2. No os conozco y me parece que pensamos de manera bastante distinta.

3. Pero rezo por ellos hasta que me entere de que ya están en casa bien cuidados por unos padres que se quieren y que les quieren mucho.

4. Aunque no se haya aprobado todavía la ley o la tumben a cambio de la renovación de la cúpula de cualquier televisión autonómica.

Irene y Pablo han tenido gemelos prematuros. Muy prematuros. Los padres, preocupados. Los niños, en buenas, muy buenas manos. Con eso y algunos rezos de algunos amigos, saldrán adelante. (Supongo que los padres también rezarán, de alguna manera, pero eso no se puede decir, porque son quienes son y representan lo que representan).