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De mis amigos a Miguel Ríos
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Leopoldo Abadía

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De mis amigos a Miguel Ríos

En este artículo quería hablar del trabajo bien hecho, porque estos amigos han sido un modelo a lo largo de 37 años

Foto: El cantante Miguel Ríos, durante una entrevista concedida a EFE.
El cantante Miguel Ríos, durante una entrevista concedida a EFE.

Comí ayer con dos amigos míos. Hace mucho tiempo que no nos veíamos, pero, como siempre, arrancas, sigues y terminas, dándote pena que la comida se haya acabado, no por la comida en sí, que estaba riquísima, sino por la conversación, una mezcla de ponernos al día, contarnos las últimas andanzas y recordar cosas que nos sucedieron en nuestro paso por el IESE, hace ya muchos años. Todo éxitos.

Todo éxitos, porque los fracasos, que los ha habido, y las penas, que las ha habido, han pasado a ser 'de ordinaria administración', algo con lo que ya se contaba y que ha dejado pocas cicatrices.

Mis amigos acaban de vender la empresa que montaron en 1981. En aquella época andaban buscando dinero. Lo que ahora se llaman 'rondas de financiación'. Se pusieron en contacto conmigo, yo llevé el tema a una empresa en la que era consejero y les ofrecimos poner el 100% del capital. No aceptaron. Para ellos, nuestro ofrecimiento tenía la ventaja de que cerraban de una tacada la 'ronda'. Tenía el inconveniente de que perdían su independencia.

Han pasado 37 años y acaban de vender la empresa. Cuando me enteré, les felicité —el monto de la operación ha sido bonito— y recordamos los viejos tiempos.

En España hay personas que trabajan muy bien. Miguel y mis amigos me han demostrado, una vez más, lo que es capaz de hacer la gente normal

En realidad, en este artículo quería hablar del trabajo bien hecho, porque estos amigos han sido un modelo a lo largo de 37 años.

Y quería hablar de trabajo bien hecho porque anteayer fui al Liceo, al concierto de Miguel Ríos con la orquesta Universal Music, dirigida por Carlos Checa.

Como podéis comprender, cuando a mí me hablaban de Miguel Ríos, no me salía automáticamente el Liceo. Seguramente eso le pasaba a mucha gente, pero el Liceo estaba hasta los topes, desde la platea hasta lo más alto de general.

Me entusiasmó el concierto. No sé cuántas horas de trabajo había detrás de todo aquello. De ensayos y ensayos. No entiendo nada de música, ni he dirigido nunca una orquesta, pero para mí fue un espectáculo ver a Carlos dirigiendo a 56 personas, de espaldas a Miguel. Lo que había visto hasta ahora era al director con el cantante a su lado, dirigiendo al cantante y la orquesta. Lo del otro día fue una novedad para mí.

Y en seguida me fui hacia las alturas, dando vueltas y vueltas a eso que se llama el trabajo bien hecho.

Me da pena que el chapucerismo inunde nuestra vida pública. Tenemos algún ejemplo muy cercano y espectacular. Y eso desmoraliza a la gente normal

Trabajo bien hecho y bien acabado. Cuando después de dos horas y media de concierto el Liceo se venía abajo, venga a aplaudir, y Miguel saludaba y los 56 músicos dejaron sus puestos y bajaron a saludar y se abrazaban entre ellos, contentísimos por el buen resultado de horas y horas de trabajo oscuro, me emocioné.

Hoy, con la comida, me he vuelto a emocionar. Porque en España, hoy, hay personas que trabajan muy bien. Ya sé que hay mucho chapucero que, cuando se le ve, hace mucho daño. Pero Miguel y mis amigos me han demostrado, una vez más, lo que es capaz de hacer la gente normal —mis amigos y Miguel Ríos son gente normal—.

Me da pena que el chapucerismo inunde nuestra vida pública. Tenemos algún ejemplo muy cercano y bastante espectacular. Y eso desmoraliza a la gente normal, que intenta hacer las cosas bien.

El otro día llegué feliz a casa. Hoy he vuelto a llegar feliz.

Esto de la felicidad cuesta poco.

Pero ayuda mucho.

Comí ayer con dos amigos míos. Hace mucho tiempo que no nos veíamos, pero, como siempre, arrancas, sigues y terminas, dándote pena que la comida se haya acabado, no por la comida en sí, que estaba riquísima, sino por la conversación, una mezcla de ponernos al día, contarnos las últimas andanzas y recordar cosas que nos sucedieron en nuestro paso por el IESE, hace ya muchos años. Todo éxitos.

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