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La gripe y el optimismo
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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La gripe y el optimismo

Hay belleza en un ser humano. Afirmación que cuesta aceptar cuando te fijas en alguien que no te cae especialmente bien. Pues sí, ahí hay belleza, o sea, algo para admirar, para aprender

Foto: Foto: iStock.
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Mientras el mundo anda normal, o sea, aquí me caigo, allí me levanto, he estado en Tenerife a muchos grados, he vuelto a Barcelona a muchos menos grados, he tosido, tosido y tosido, he dado con mi hijo Gonzalo una conferencia para demostrar que no soy lo que parezco, sino una marca... y he escuchado cómo él defendía que eso es muy bueno, aunque a mí no deja de sorprenderme mi evolución.

Una vez digerida la respuesta, me he metido en la cama y he descubierto que también las marcas cogen la gripe. Que ahora va de bajada, según parece.

Además, resulta que olvidé en su día ponerme la vacuna, a pesar de las continuas advertencias. Un ejemplo de distracción, de los que siempre, en mis conferencias, recuerdo que no podemos/debemos tener.

No me digáis nada, por favor. Ya me han reñido suficientemente en casa.

Todos.

Hasta aquí, una especie de explicación de por qué no voy a hablar de ningún titular de periódico. Cuando uno tiene gripe, no está en el mejor momento para hablar de lo que pasa.

Un retrato de un chaval sería la elección natural para el ejemplar sobre el optimismo. Los adultos olvidamos que "hay belleza en ser un ser humano"

Es el momento para leer el 'Time'. Revista a la que soy fiel desde el día que asesinaron a Kennedy y cuya colección se me quemó enterita.

La portada de esta semana no anima mucho. Un chico que se adivina negro, con unas gafas grandes, de color rosa, y unos ojos que iba a llamar saltones, pero que los dejo en muy expresivos. Portada que me sorprende, pero que me gusta. Muy lograda.

Lo que más me llama la atención es el título: "The art of optimism". Y como subtítulo, "34 personas cambiando cómo vemos nuestro mundo".

El pintor, Nelson Makamo, un sudafricano que tiene su estudio en Johannesburgo, dice que pensó que un retrato de un chaval sería la elección natural para el ejemplar sobre el optimismo.

Lo explica diciendo que los adultos olvidamos que "hay belleza en ser un ser humano", mientras que "los niños lo están descubriendo".

Y como el tema me engancha y la gripe me da tiempo para profundizar, empiezo desde el principio y leo el mensaje del editor. Que no es editor, sino editora, y además, es una editora invitada. Esta chica, Ava Du Vernay, con pinta de colegiala del Sagrado Corazón en Zaragoza, es la segunda invitada en la edición de 'Time' en los 96 años de historia de la revista. La colegiala no es una aficionada.

Hay belleza en un ser humano. Afirmación que cuesta aceptar cuando te fijas en alguien que no te cae especialmente bien. Pues sí, ahí hay belleza, o sea, algo para admirar, para aprender, algo que sobresale.

Leo esto. Pienso en varias personas con cuyos nombres me encuentro frecuentemente. Y con esfuerzo, me digo: ahí, también.

No es que las groserías sean bellas. Son repugnantes. Pero esa persona que las ha dicho es un ser humano y hay belleza en ser un ser humano

Y me acuerdo de cuando, antes de la gripe, veía en la tele, sección política o en la tele, sección judicial, que está siendo lo mismo, comportamientos que, a primera vista, de bellos no tenían nada y, con esfuerzo, repito: ahí, también.

No es que las groserías sean bellas en sí. Son repugnantes, las diga quien las diga. Pero esa persona que las ha dicho y, peor, que las dice constantemente porque como dicen en mi tierra, cada vez que habla pasa un carro, esa persona, digo, es un ser humano y hay belleza en ser un ser humano.

Los niños lo están descubriendo. Ahí aparece nuestra responsabilidad, por aquello de qué hijos vamos a dejar a este mundo.

No vaya a ser que, a fuerza de decir que este mundo es un asco, gracias a nuestro empeño por ver lo negativo de todo, consigamos que lo sea de verdad.

Esta gripe...

Mientras el mundo anda normal, o sea, aquí me caigo, allí me levanto, he estado en Tenerife a muchos grados, he vuelto a Barcelona a muchos menos grados, he tosido, tosido y tosido, he dado con mi hijo Gonzalo una conferencia para demostrar que no soy lo que parezco, sino una marca... y he escuchado cómo él defendía que eso es muy bueno, aunque a mí no deja de sorprenderme mi evolución.