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La responsabilidad de la sociedad civil
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Leopoldo Abadía

Desde San Quirico

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La responsabilidad de la sociedad civil

En general, tenemos unos políticos que, cuando mejoren mucho, quizá lleguen a politicastros, que solo piensan en la silla que ocupan o que quieren ocupar, que España les importa un bledo

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Hace unos días, en el IESE, hubo una sesión muy interesante. Tres profesores de Economía nos dieron su visión sobre la situación actual, se atrevieron a hacer algún pronóstico del futuro y nos convocaron para dentro de unos meses, con el fin de explicarnos —bromearon— por qué no se había cumplido nada de lo que habían predicho.

El coloquio final, muy bien. Ves cuáles son las preocupaciones de la gente —habría unas 300 personas—, a la vez que sonríes cuando alguien pregunta si el precio de la vivienda irá hacia arriba o hacia abajo y, como no sabes si ese señor es comprador, vendedor o simplemente quiere información, tampoco sabes si le va a gustar la contestación, por muy elaborada que esté.

En el coloquio, se habló de las responsabilidades de los empresarios en la situación actual y alguien recordó una frase de un político que, en otra reunión, también del IESE, a una pregunta similar, contestó: "¿Dónde están los empresarios?".

Foto: Pintada en la Puerta del Sol en el cuarto aniversario del movimiento 15M Opinión

Que esa pregunta se haga en el IESE y que no se levanten todos los asistentes como un solo hombre considerando que la pregunta es prácticamente una ofensa, es para preocuparse.

Como sigo ordenando los libros, los apuntes y las carpetas, descubro cosas que no sabía que tenía.

Encuentro un libro antiguo: 'Responsibilities of business leadership', editado por Harwood F. Merrill, que, cuando se publicó este libro, era el presidente de los Antiguos de la Harvard Business School.

El libro tiene seis capítulos, en los que seis autores tratan sobre la responsabilidad de los hombres de negocios hacia el público, los empleados, el Gobierno, los clientes, los accionistas y el mundo, respectivamente.

Vuelvo al IESE. Uno de los presentes dice que el empresario, en situaciones como la actual, o sea, siempre, hace muy bien una cosa: quejarse.

Oigo hablar mucho de responsabilidad social corporativa, RSC. Un amigo mío, CEO de una empresa de 30.000 personas, me dice que su RSC acaba el día 30 de cada mes cuando consigue pagar la nómina.

Una persona que crea o mantiene un puesto de trabajo o 30.000 está haciendo una labor social

Realmente, una persona que crea o mantiene un puesto de trabajo o 30.000 está haciendo una labor social. Si esa persona se preocupa de que esas personas estén bien remuneradas —de esto hablaremos otro día—, de que el ambiente de trabajo sea amigable reconociendo la jerarquía; si se preocupa por pagar los impuestos, buscando, por supuesto, las deducciones legales más favorables; si respeta a los accionistas en forma de dividendos adecuados (no me gusta, por ejemplo, pagar dividendos con un crédito solicitado para eso)...

Si una persona hace todo eso, lo normal es que necesite Orfidal para dormir. Por eso, hay menos empresarios que directivos. Por eso, cuando veo que le dan el premio al mejor empresario del pueblo a un directivo, pienso que alguien les ha engañado y que le han dado el premio a un empleado, de mucha categoría y mucha vitola, pero empleado del empresario, que sin vitola, se está jugando su dinero, creando puestos de trabajo, pagando impuestos, etc.

Desayuno con un empresario potente. Acaba de vender su empresa. Le han pagado una cantidad bonita, que le permitiría vivir bien. A él y a sus hijos. Y a sus nietos. Y a algún biznieto que otro. Me cuenta sus planes. El dinero que le han dado no va a estarse quieto. Es un modelo de RSC, aunque no lo sabe.

Por eso, por definición, los políticos deben ser 'business friendly', porque si no lo son, están tocando el violón a cuatro manos y dos pies. Y, de paso, arruinando a la sociedad, a la que tanto quieren (¡?).

Los políticos deben ser 'business friendly', porque si no lo son, están tocando el violón a cuatro manos y dos pies. Y, de paso, arruinando a la sociedad

Pero el empresario tiene que hacer algo más. En otro medio, he escrito que la Assemblea Nacional Catalana, ANC, ha ganado por goleada las elecciones a la Cámara de Comercio porque muchos se han distraído mirando el paisaje.

Y oigo a diario —y lo pienso— que, en general, tenemos unos políticos que cuando mejoren mucho quizá lleguen a politicastros, que solo piensan en la silla que ocupan o que quieren ocupar, que España les importa un bledo, que no saben dónde está Europa y si se va a la porra les importa el mismo bledo o uno nuevo.

Luego oigo decir que la sociedad civil tiene que hacer algo. De verdad, no sé qué es ese algo, pero sé lo que no es:

1. No es quejarse.

2. No es quedarse en casa, desesperado. Porque no sé a qué partido votar. (Y además, es verdad, pero hay que aguantarse y votar).

3. No es añorar tiempos pasados.

4. No es...

5. No es...

No he puesto nada en los puntos 4 y 5 porque no se me ocurre, pero ya veis por dónde voy.

Mi padre me dijo que no me metiera nunca en política y obedecí religiosamente. No voy a desobedecerle ahora, en primer lugar porque si tuviera que dar un mitin no llegaría ni al escenario. Y como, a medida que hablo, bajo la voz, con gran desesperación de los que me acompañan, la gente iría desapareciendo poco a poco.

La política no es solo para esta cuadrilla de personajes que sufrimos ahora, y a los que tenemos que aguantar. Hay algún político que, a los 17 años, se metió en las Juventudes de su partido y ahora, a los 49, sigue, ya no en las Juventudes sino en el partido, sin salir a la calle, sin saber lo que es una empresa, una sociedad, una religión. No sabe NADA, pero como es fiel a su partido, puede llegar muy arriba. Y de hecho, con frecuencia, llega.

La política debe ser para gente de nivel, que sepan lo que es ser buenos administradores, con una vida privada correcta, que respeten las creencias ajenas

La política debe ser para gente de nivel, con estudios serios, que sepan de empresa, que sepan lo que es ser buenos administradores, con una vida privada correcta, que respeten las creencias ajenas, aunque se definan como ateos, como agnósticos, o como 'no sabe, no contesta'.

Cuando una persona con esas características se encuentra con otra persona de las mismas características y luego con otra y con otra, la suma es sinérgica, o sea, que produce un resultado mayor que la suma aritmética.

Y ese resultado se llama sociedad civil, y eso es lo que hay que construir. Porque de esa sociedad civil nacen dos cosas: a) los políticos futuros y b) la gente de la calle, con optimismo, con criterio, con ganas de hacer las cosas bien y de exigir que se hagan bien, sin ganas de hacer tonterías, y exigiendo que no se hagan.

Hay que construir una sociedad civil fuerte.

Cuanto antes, mejor.

P.S.

1. He mencionado la religión porque estoy hasta el gorro de que los católicos tengamos que aguantar los insultos a la eucaristía, a la Inmaculada y a todas las cosas de nuestra religión.

2. Además, estoy hasta las narices de que el que insulta, sonriendo con aire de superioridad, me informe de que la libertad de expresión es lo primero de todo, excepto cuando se trata de insultar a los que, cuando se enfadan, pueden reaccionar a lo 'Charlie Hebdo'.

Hace unos días, en el IESE, hubo una sesión muy interesante. Tres profesores de Economía nos dieron su visión sobre la situación actual, se atrevieron a hacer algún pronóstico del futuro y nos convocaron para dentro de unos meses, con el fin de explicarnos —bromearon— por qué no se había cumplido nada de lo que habían predicho.