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Día 10. Momento Churchill: la travesura de Boris con 'Tiburón' que deja perplejo
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Carlos Prieto

Diario de la pandemia

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Día 10. Momento Churchill: la travesura de Boris con 'Tiburón' que deja perplejo

¿Harto de informaciones sobre el virus? Pásate a las noticias sobre Boris, que también van sobre la plaga, pero son mucho más hilarantes (y proféticas)

Foto: Boris contra Churchill, duelo de titanes. (Reuters)
Boris contra Churchill, duelo de titanes. (Reuters)

Hola amigos. Soy Winston Churchill, y usted no lo es.

Javier Clemente, ex seleccionador nacional de fútbol, ha publicado el siguiente tuit: “La gente que está en casa necesita estar entretenida, no dar [sic] los coñazos de programas hablando de la pandemia como si fuéramos estudiantes de medicina. Están metiendo un acojono impresionante y eso no creo que sea bueno para nada. Más sano sería hablar menos”.

Palabras muy sensatas. Demostración también del triunfo de los ideólogos defensivos (Clemente era experto en cubrir el terreno de juego de hormigón armado) en coyunturas de confinamiento vírico. Amarrategui. Mamacita, mamacita, que me quede como estoy.

Pero hagamos caso al consejo de Clemente: vamos a pasar 24 horas en el puro entretenimiento informativo… siguiendo solo las andanzas de Boris Johnson. Para ponernos en situación, me pongo con los niños a cantar el himno inglés a grito pelado:

Send her victorious,
Happy and glorious,
Long to reign over us,
God save the Queen.

Snif, snif.

Bienvenidos a los diarios de la pandemia.

Las borisnoticias

Se ha repescado estos días un discurso antiguo de Boris —en un sarao de una asociación financiera británica, cuando solo era diputado raso 'tory'— en el que habla sobre ‘Tiburón’. En el filme de Spielberg, un alcalde gringo minusvalora la amenaza de un tiburón enloquecido que merodea sus costas. Como estamos en verano y cerrar las playas perjudicaría la economía local, las mantiene abiertas. Hasta que llega el escualo, se merienda a varios bañistas y es el sálvese quien pueda. En efecto: ‘Tiburón’ como parábola de la falta de planificación con el coronavirus.

Pues bien, no creerán lo que dijo Boris sobre ‘Tiburón’ en 2006: “Mi héroe político es el alcalde de ‘Tiburón', porque mantuvo abiertas las playas… Obvió todas las estúpidas regulaciones sobre salud y seguridad y decretó que la gente debía seguir nadando. Vale, debido a ello, el tiburón se comió a algunos niños, pero ¿y lo bien que se lo pasó la mayoría de la gente en la playa por la valentía del alcalde?”. 100% Boris.

El tiburonazo sintetiza la estrategia británica (hasta hace pocos días) para el coronavirus: inmunidad de grupo y tomárselo con calma. A grandes rasgos, en lugar de confinarnos, pillemos cuanto antes el bicho para crear inmunidad. Lo que fue interpretado mayormente así: primero la economía, luego todo lo demás, y si el tiburón vírico devora a unos miles de jubilados por el camino, mala suerte. Y esto hay que tomarlo literalmente. Atentos:

‘The Sunday Times’ publicó ayer un artículo con una cita demoledora del Rasputín de Boris —Dominic Cummings— sobre el coronavirus. Lo dijo Cummings a finales de febrero en una reunión interna: “Inmunidad de grupo, proteger la economía, y si esto significa que mueren algunos pensionistas, una pena”. El Gobierno desmintió indignado la cita, convertida ayer en gran estrella de la tuitosfera británica.

Boris está ahora recogiendo cable con una cuarentena a medias: locales cerrados, ciudades abiertas. Apuesta: dentro de unos días, Boris cargará contra el alcalde de ‘Tiburón’ por flipado y dirá que él es más de 'Flipper' que de 'Tiburón'.

Foto: Allegra Mostyn-Owen, primera pareja de Boris Johnson, en Oxford en 1987


El gran momentazo

Una de las grandes obsesiones de los últimos días es el momento Churchill. O cuando los presidentes levantan la moral de poblaciones acongojadas con un discurso inspirador. Un punto de inflexión. Contra los nazis, contra el coronavirus o contra lo que sea. Lo intentó Pedro Sánchez el sábado por la noche y le salió regular.

Boris debe pasarse varias horas al día imitando a Churchill frente al espejo para preparar su momento Churchill. No es que no estuviera obsesionado ya de antes, pues escribió una biografía sobre el antiguo primer ministro en la que contaba cosas como:

Según Boris: "Churchill era divertido, irreverente y políticamente incorrecto"


Su obsesión infantil con él: “Me encantaba haber nacido un año antes de su muerte: cuanto más leía sobre él, más me enorgullecía el hecho de haber estado vivo mientras él vivía”.

Boris se queja en el libro de que los jóvenes británicos no conocen a Churchill: “Los que prestan atención en clase lo tienen por un tipo que se enfrentó a Hitler para salvar a los judíos. Pero la gente joven, en su mayor parte —según una encuesta reciente—, piensa que Churchill es el perro del anuncio de una compañía británica de seguros. Lo cual me parece bochornoso, porque Churchill es sin duda alguna un personaje que debería resultarles atractivo a los jóvenes de hoy. Era un tipo excéntrico, excesivo, anticuado, exagerado, vestía ropa de su propia marca —y era un genio total—”.

¿Qué nos quiere decir Boris con esto último? Quizá sea una sutil manera de compararse con Churchill, pues a Boris se le suele tomar como a un tipo excéntrico, excesivo y exagerado.

placeholder 'El factor Churchill'.
'El factor Churchill'.

Por si no había quedado claro de qué va todo esto, Boris insiste en el libro: “Churchill era divertido, irreverente y políticamente incorrecto”. Es decir: COMO YO. Ta-chán.

Pues este es un poco el quid de la cuestión ahora mismo. Si Boris logrará renunciar al traje del Boris bufo —y a su aversión al intervencionismo estatal, lo que en Inglaterra llaman despectivamente el Estado niñeray ponerse el traje del Boris estadista. Si logrará contener sus ganas de contar un hilarante chiste gamberro-liberal sobre ‘Tiburón’ en su próximo discurso a la nación.

En la portada de la biografía, por cierto, resalta más el nombre de Boris que el de Churchill. Nadie está más preparado que Boris para imitar a Churchill. Si será en clave de drama histórico u ópera bufa, ya es otra cuestión.

Hasta aquí el artículo de hoy. Ahora me vuelvo con los niños a seguir con el himno británico:

God save the queen
She's not a human being
and there's no future
And England's dreaming

Ay, no, que esto son los Sex Pistols, 'sorry'.

Hola amigos. Soy Winston Churchill, y usted no lo es.

Boris Johnson Javier Clemente Steven Spielberg Inglaterra