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Día 21. Miedo y asco en el comité central del coronavirus
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Carlos Prieto

Diario de la pandemia

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Día 21. Miedo y asco en el comité central del coronavirus

Pensábamos que la pandemia se parecería a una película de ciencia ficción, pero la sucesión de chapuzas políticas convirtió todo en un capítulo de 'Los Simpson' dirigido por Berlanga

Foto: Un vecino espera el autobús para dirigirse a su casa. (Xoán Rey/EFE)
Un vecino espera el autobús para dirigirse a su casa. (Xoán Rey/EFE)

Hola, yo soy José Luis Perales, y usted no lo es. He de cantarles algo:

Ayer se fue
Tomó sus cosas y se puso a navegar
Una camisa, un pantalón vaquero y una canción
¿Dónde irá, dónde irá?

Bienvenidos a los diarios de la pandemia.

Una trama idiota

Según Ted Chiang, popular escritor de ciencia ficción estadounidense, el coronavirus es más una sátira política grotesca que un relato de ciencia ficción. ¿El motivo? La exagerada incompetencia de las autoridades. Lo argumenta en una entrevista sin desperdicio en la revista 'Elictric Lit':

"Aunque se han escrito muchas novelas sobre pandemias, la principal diferencia entre esos escenarios y nuestra realidad es la pobre gestión de nuestro Gobierno. Si tu objetivo es escribir una novela sobre la amenaza de un virus desconocido, las autoridades incompetentes no ayudan, porque minimizan la amenaza, llevan al lector a concluir que el virus no sería tan peligroso si hubiera gente eficaz al mando. Es lo que se conoce como una 'trama idiota', de esas que se resolverían por la vía rápida si tus protagonistas no fueran idiotas. Lo que estamos viviendo ahora es más una grotesca sátira política que una novela de catástrofes".

Es el o me paso o no llego como 'modus operandi', en España, en Londres y en la China popular. Del no hacer nada a volvernos tarumbas

El coronavirus es más Berlanga que Philip K. Dick. Más 'Los Simpson' que Ballard. Es así desde el primer día: Homer Simpson a cargo de la central nuclear/la gestión mundial de la pandemia. China lo ocultó de entrada, y cortó luego por lo sano con medidas militares celebradas por todos, pero puestas ahora en, ejem, cuarentena (¿seguro que las cifras de muertos son reales?). Es el o me paso o no llego como 'modus operandi', en España, en Londres y en la China popular. Del no hacer nada a volvernos tarumbas. Todos. Usted también. Y yo. Como cuando te acuerdas de que tienes que hacer la declaración de Hacienda un minuto antes de que acabe el plazo: sales corriendo de casa semidesnudo, irrumpes enloquecido en una oficina de Hacienda, te saltas la cola, abofeteas a una anciana y amenazas de muerte a un funcionario para que te atienda. Oye, desgraciado, haber venido antes. Pues así se ha gestionado el coronavirus.

Una gestión tan disparatada que la noticia (falsa) de que Putin había soltado 800 tigres y leones por las calles para que nadie saliera de casa sonaba verosímil, entre otras cosas, porque la Gestapo de los balcones reclama —de Moscú a Madrid— mano dura contra los viandantes. El tigre delator que todos llevamos dentro. Grgr.

Isabel Díaz Ayuso tratando de comprar test del coronavirus por Twitter. El Ministerio de Sanidad abducido por una Princesa Nigeriana. Test de la Señorita Pepis como castigo por no hacer los deberes a tiempo. Nos han troleado en el peor momento, sí, pero no se lo tengamos en cuenta: los comisionistas chinos han colocado material trucho a medio planeta... y también le han jorobado a Pekín su campaña de relaciones públicas tras su asombrosa recuperación del virus. El amigo chino no es 100% fiable; nosotros tampoco, y el amigo americano bastante tiene con lo suyo: Trump dice de día que el coronavirus es una gripe; de tarde, que se volatilizará, y de noche, que si mueren 200.000 personas, ¡qué le vamos a hacer!

Lo que estamos viviendo ahora es más una grotesca sátira política que una novela de catástrofes

Pero no solo son los que gobiernan, también los que calientan banquillo, que han olido sangre. Son los profetas del cuanto peor, mejor, y sus vociferantes aliados: los conversos furiosos, que dijeron que era una enfermedad de chiste y ahora buscan redimirse bramando lo contrario. Oportunistas con antorchas. La mara Salvatrucha del OS LO DIJE. Folclóricas sobreactuadas que solo quieren casito.

Igual que los médicos solo quieren mascarillas; los niños, quemar los deberes; los enfermos, respiradores; el pueblo, aplaudir a las ocho; la humanidad, una cura; la oposición, ser califa en lugar del califa, y el Gobierno, un día más con vida.

Foto: Trabajadores en Japón. (EFE) Opinión

¿Y yo? ¿Qué quiero yo? La paz en el mundo, un poni rosa y un velero llamado Libertad. ¿Qué sé yo? ¡No haberme preguntado!

Y cuando acabe la broma distópica, empezará la otra. Salir de Málaga para meternos en Recesión. Philip K. Dick no pinta nada aquí: Berlanga. Siempre nos quedará Berlanga. Lo que el astracán ha unido, que no lo separe el virus.

Hola, yo soy José Luis Perales, y usted no lo es. He de cantarles algo: