Día 41. Todos nos merecemos una paguita (usted también, aunque aún no lo sepa)

Hola. Soy Rufo Nostradamus, y usted no lo es.

¿Le inquieta a usted el futuro? No se preocupe, que yo se lo adelanto: dentro de 15 días podremos salir todos a la calle; en concreto: todos los que tengamos gorros de papel de aluminio.

Lamentablemente, el Gobierno no ha hecho los deberes: no hay gorros de papel de aluminio para todos los españoles.

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No obstante, la OMS ha abierto la mano; permitirá salir también a personas que lleven: a) coladores, b) gorras con hélices, c) sombreros con cascabeles, d) tocados de arlequín.

Sobre los gorros de trampero, aún no hay consenso entre la comunidad científica.

Bienvenidos a los diarios de la pandemia.

La infodemia

Esta bitácora arrancó hace 41 días con un desbarre sobre la otra epidemia: la infodemia. O cómo el enganche al tsunami informativo nos iba a acabar friendo la cabeza. La imposibilidad de filtrar entre información relevante, innecesaria y crispadora. La fatal combinación entre espectáculo informativo, ruido salvaje y drama humano.

Pues bien: ha pasado. OS LO DIJE. Quiero mi beca Nostradamus. Quiero mi paguita. Quiero un poni, una zódiac con piscina y un váter de oro. OS LO DIJE… Que acabaría con la cabeza como un colador. Cu cu.

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Antes de que se pongan a decir que la PAGUITA es cosa de vagos, una aclaración: ustedes también merecen una paguita por haber aguantado el chaparrón informativo.

Ustedes lo están dejando, pero aún no están bien. Lo dice un artículo de la revista ‘Wired’ sobre la “fatiga” informativa del coronavirus. Sus conclusiones: el consumo ha bajado tras el pico salvaje de marzo; en parte, porque a la gente le generan malestar las noticias.

OS LO DIJE. Quiero mi beca Nostradamus. Quiero mi paguita. Quiero un poni, una zódiac con piscina y un váter de oro

"Tres motivos explicarían este malestar general. Las noticias dejan a la gente deprimida, pero también indefensa, porque sienten que no pueden influir en los acontecimientos. Por último, la gente no confía en las noticias, las ven superficiales, sensacionalistas y equivocadas", según ‘Wired’.

El apagón informativo sería bueno y malo: bueno para la salud mental, malo si uno deja de concienciarse sobre el virus. O el problema de cómo filtrar durante una tormenta salvaje: te pueden llover artículos sobre cómo lavarte las manos, pero también te puede caer a la cabeza Quique San Francisco con un turbante, que es un poco lo que me ha pasado a mí.

Sí, amigos, me siento como el escuadrón suicida de Chernóbil. Me he expuesto a niveles extremos de radiación informativa para traerles el parte diario circense. He visto vídeos del doctor Spiriman diciendo que solo era una gripe, que era la peor enfermedad desde la peste negra, que no había que ir al hospital, que sí había que ir al hospital y que no había que ir al hospital. He visto a Quique San Francisco diciendo sandeces demenciales, pero con cara de ser el mayor experto mundial en pandemias asiáticas. He oído disparates jamás escuchados por el hombre blanco. He visto el horror. ¡EL HORROR!

He estado en el vórtice del apocalipsis, sí, y ahora tengo el cerebro completamente vacío. QUIERO MI PAGUITA. Este es mi número de cuenta...

Ahora les dejo: voy a comprar 500 gorros de trampero por lo que pueda pasar.

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