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Todos los españoles han incumplido este año las normas (menos usted)
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Carlos Prieto

Diario de la pandemia

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Todos los españoles han incumplido este año las normas (menos usted)

La ciencia asegura ahora que los niños contagian el coronavirus mucho menos que los adultos. No fue eso lo que nos dijo la Gestapo de los balcones. El año de los volantazos

Foto: 'El resplandor'.
'El resplandor'.

Hola, amigos, yo soy Pitita Ridruejo y usted no lo es. Bienvenidos a los Diarios de la Pandemia Especial Navidad.

El año pandémico en España empezó con Lorenzo Milá jaleado en Twitter por decir en la tele que el covid solo era una gripe y no había que caer en histerias mediáticas innecesarias. Quince días después, los mismos que habían aplaudido a Milá cargaban enloquecidos contra la imprevisión de las autoridades con el coronavirus.

Ha sido el año de los volantazos y la pulverización de las expectativas. Una vez confinados, cualquier previsión estaba destinada al fracaso, y sin embargo hemos opinado más fuerte que nunca. España se transformó en 2020 en un país con 46 millones de eminencias mundiales en epidemiología, pero también en un país con 46 millones de vigilantes de balcón, en una extraña mezcla entre Harvard y la Stasi. Eso sí que no lo vimos venir.

Aunque 2020 dejó multitud de dislates retóricos, centraremos este especial navideño en los grandes olvidados del encierro: los niños. Va por ustedes.

La correa

¿Cuál es el artículo sobre el covid más inolvidable del año?

Columna publicada por Lucía Etxebarria el 29 de marzo de 2020: "Los niños son supercontagiadores. Es decir, personas con una enfermedad o virus que se lo contagian a más personas de lo estimado, y a más velocidad... Lo normal es que sean asintomáticos... ¡Pero son portadores!, ¡transmiten el virus! A todo adulto que se acerque a ellos o les toque... a no ser que usted baje al niño –provisto de guantes y mascarilla– atado de la correa, como un perro, a dar un paseo muy corto, y con la total seguridad de que no se tocará la mascarilla y de que nadie se le acercará, el niño supercontagiará".

"A no ser que baje al niño atado de la correa, y con la total seguridad (...) de que nadie se le acercará, el niño supercontagiará"

He aquí un artículo de los que no se olvidan, sobre todo ahora que se acumula evidencia científica en sentido contrario.

Los niños infectan ocho veces menos que los adultos y causan solo el 8% de los contagios en las familias, según un estudio del Vall d’Hebron. También lo han dicho los pediatras. Más información en 'Nature'.

Por explicarlo en farragoso lenguaje técnico: decir que los niños son supercontagiadores es una supergilipollez. Una de esas teorías que envejece mal, como que el coronavirus vino del espacio exterior, que Hitler era un hombre de paz o que el hospital Isabel Zendal de Ayuso es un holograma (bueno, esto último está aún por refutar).

Que quede clara una cosa: Si Lucía Etxebarria quiere llevar a sus hijos encadenados por la calle, no soy nadie para impedírselo: es su cultura y hay que respetarla. Hay que ser tolerantes y respetar las diferencias. Además, ¡qué demonios!, "Colmillo" y "Goofy" son nombres estupendos para un niño. ¿Acaso tirarle una pelotita a tu hijo y que te la devuelva ladrando y a cuatro patas no es el culmen de la paternidad? Guau, guau.

La Internacional

La Internacional de Opinar al Pedo (IOP) es un lobby poderoso. La idea de que la infancia era SUPERCONTAGIADORA triunfó durante el encierro. Si uno osaba decir que los niños debían salir a pasear una vez al día, era acusado de crímenes contra la humanidad por la Gestapo de los balcones, máxima autoridad moral entonces, porque el problema de fondo quizá no era el opinar al pedo, sino hacerlo desde la atalaya del que cree que él lo hace todo bien y los demás todo mal.

Según una encuesta publicada por 'El País' en marzo, el 70% de los españoles decía respetar las reglas del confinamiento al 100%, pero solo el 5,8% pensaba que los demás las cumplían al 100%. La psicología de la Gestapo de los balcones está en estos números.

Resumiendo: usted es el único ciudadano ejemplar de España. Usted se levanta temprano, ayuda a una anciana a cruzar la calle, apadrina a dos niños del tercer mundo, canta villancicos en un hospital infantil, juega un partido contra la droga, rescata a dos mujeres de un incendio, sana a varios leprosos, desarticula una célula yihadista, salva a la ciudad de ser destruida por un meteorito… ¡y todavía no son las 11 de la mañana! Todo ello con mascarilla y respetando el distanciamiento social. ¿Qué hacen los demás mientras tanto? Incumplir las normas, participar en 'raves', orgías y conciertos de Raphael, hacer congas callejeras con menores supercontagiadores. ¡Malditos indeseables!

Cuando los niños pudieron salir por fin a dar una vuelta —el 26 de abril— la rasgada de vestiduras en Twitter habría hecho las delicias de Herodes, con cientos de tuiteros subiendo fotos de 'gravísimas' infracciones infantiles...

Pero mi favorito es el siguiente:

En efecto, el "Día nacional de la irresponsabilidad" ya no es el 18 de julio de 1936, sino el 26 de abril de 2020.

Pues bien: donde ahora solo vemos a una criatura paseando con mascarilla, al aire libre y sin extraños alrededor (es decir: riesgo cero), entonces vimos un drama, un atentado, una bomba vírica al volante… ¡Al mismísimo niño de ‘El resplandor’ renacido!

placeholder 'El resplandor'
'El resplandor'

Eso sí: casi todos los opinadores han sido un poco Lucía Etxebarria durante la pandemia. Apelaciones histriónicas a la responsabilidad individual cargadas de superioridad moral, columnistas diciendo una cosa en agosto y la contraria en septiembre, tertulianos opinando a lo loco de temas que desconocen... Ha sido un año catastrófico para los opinadores, el Mundial del volantazo, un festival de escopetas de feria. ¿Cuántos columnistas hacen falta para cambiar una bombilla?

"Hay quien difunde los bulos por mera ignorancia.... El sensacionalismo vende. Es tan peligroso como el virus y se expande con mayor rapidez", concluía Etxebarria su artículo. Consejos vendo (y también latas de Royal Canin para niños). Guau, guau.

Epílogo: un chiste absurdo

El filósofo Slavoj Zizek suele contar un chiste sobre nuestra gigantesca capacidad retórica para retorcer el lenguaje hasta poner a la realidad a nuestro servicio. Tras varios minutos en silencio, dos extraños entablan conversación en un tren:

—¿Alguna vez ha copulado con un perro?

—No, ¿y usted?

—Por supuesto que no, ¡por quién me toma!, es algo asqueroso. Solo pretendía entablar conversación.

Pues con los opinadores del covid, un poco lo mismo. Se encuentran dos tertulianos en un tren y uno le dice al otro:

— ¿Se había interesado usted antes por una pandemia?

—No, ni en broma, ¿y usted?

—Por supuesto que no, ¡por quién me toma!, menudo tostón, pero de algo hay que hablar ahora en la tele...

Hola, amigos, yo soy Pitita Ridruejo y usted no lo es. Bienvenidos a los Diarios de la Pandemia Especial Navidad.