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El canal TV de Hezbolá, a tiro de piedra de Marivent
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Matías Vallés

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El canal TV de Hezbolá, a tiro de piedra de Marivent

A estas alturas del año pasado, ya teníamos una guerra al sur del río Litani. Este verano, las portadas no vienen acaparadas por el Líbano, pero

Foto: El canal TV de Hezbolá, a tiro de piedra de Marivent
El canal TV de Hezbolá, a tiro de piedra de Marivent

A estas alturas del año pasado, ya teníamos una guerra al sur del río Litani. Este verano, las portadas no vienen acaparadas por el Líbano, pero nadie ha olvidado la férrea resistencia que el movimiento islamista Hezbolá opuso al todopoderoso ejército israelí. El jeque Nasralá adquirió dimensiones de héroe mediático, oscureciendo por una temporada a Bin Laden, y su organización atendía con tal esmero los aspectos mediáticos que contaba incluso con un canal de televisión propio. Al-Manar, que se puede traducir al Alemán –el segundo idioma oficial de Mallorca– por El Faro. No sólo es la cadena oficial de la formación libanesa, sino también un excelente vademécum para terroristas islámicos.

Por no jugar en exceso con el suspense, la noticia es que Al-Manar se recibe con nitidez notable en las inmediaciones de Marivent. Para entender el morbo de estas transmisiones, conviene recordar que la difusión del canal está prohibido por la Unión Europea, en atención a unos contenidos calificados de racistas, antisemitas y de apología nada encubierta del terrorismo. Con su recepción en las proximidades de la corte de verano mallorquina, topamos con las paradojas tecnológicas que siempre acaban por superponerse a las medidas de seguridad más sofisticadas.

Conociendo la tentación censora de los gobiernos, habrá que perfilar los contenidos de la televisión de Hezbolá. En su controvertida parrilla figura por ejemplo un programa infantil titulado 'Los judíos se convierten en monos y cerdos, son aniquilados y arrojados al mar'. Aunque la película 'Borat' contenía bromas semejantes a cargo de un humorista judío, la diferencia es que Al-Manar se toma con notable seriedad sus programas educativos. Si le aburren los programas de animación, puede entretenerse con un programa de cocina, salvo que en realidad se trata de un espacio de bricolaje donde se brindan instrucciones sobre el manejo de explosivos.

El acceso a esta programación –casi tan caliente como la guerra en curso en la Fórmula 1– se halla al alcance de cualquier parabólica con la orientación correcta. Ni siquiera es preciso trasladarse a la era de Internet. Aunque la televisión de Hezbolá dispone de una página web –almanar.com.lb–, que al ser solicitada debe disparar los mecanismos de control ideados por el espionaje norteamericano, un televisor basta para captar las emisiones en Mallorca. El espectador puede deleitarse con un elogio de la guerra santa contra los cristianos, teniendo como fondo las torres del palacio. De hecho, las ondas descifradas y trasladadas a la pantalla pasan por encima de la residencia regia. Es una prueba más de que la globalización resulta inapelable, y de que la concordia planetaria pasa por mecanismos más complejos que la simple persecución o el recurso a la guerra.

Enfrente de la puerta principal de Marivent, hay un establecimiento de peluquería regentado por una simpática iraquí. Si se estableciera un radio de un kilómetro en torno al palacio, se encontraría a residentes de un centenar de países distintos. Baleares es la comunidad española con un mayor número de población extranjera según los censos –la proporción se acerca a uno de cada cinco residentes, la cuota real sería de uno a cuatro–.

En Mallorca convive la inmigración de lujo, compuesta por centenares de privilegiados que gastan más de mil euros diarios para disfrutar de la isla, con los inmigrantes que, para reunir mil euros en su país de origen, necesitarían de otras tantas jornadas laborales. La Familia Real es un dato exótico más en ese gigantesco crisol, custodiada por más de doscientos policías que no pueden interceptar las ondas catódicas.

A estas alturas del año pasado, ya teníamos una guerra al sur del río Litani. Este verano, las portadas no vienen acaparadas por el Líbano, pero nadie ha olvidado la férrea resistencia que el movimiento islamista Hezbolá opuso al todopoderoso ejército israelí. El jeque Nasralá adquirió dimensiones de héroe mediático, oscureciendo por una temporada a Bin Laden, y su organización atendía con tal esmero los aspectos mediáticos que contaba incluso con un canal de televisión propio. Al-Manar, que se puede traducir al Alemán –el segundo idioma oficial de Mallorca– por El Faro. No sólo es la cadena oficial de la formación libanesa, sino también un excelente vademécum para terroristas islámicos.