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Cabrera, donde las princesas son fotografiadas en bikini
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Matías Vallés

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Cabrera, donde las princesas son fotografiadas en bikini

Las fotos no son precisamente la portada de 'El Jueves', pero Letizia en bikini es una excusa fantástica para seguir hablando de la princesa que monopoliza

Foto: Cabrera, donde las princesas son fotografiadas en bikini
Cabrera, donde las princesas son fotografiadas en bikini

Las fotos no son precisamente la portada de 'El Jueves', pero Letizia en bikini es una excusa fantástica para seguir hablando de la princesa que monopoliza la atención de la Familia Real. Mallorca es el barómetro más exacto para percibir el eclipse de Reyes, Príncipe y cuñados, en cuanto hay una oportunidad de hincarle el diente a la princesa. En todo caso, algo tendrá Cabrera, la quinta y deshabitada isla balear, para que su magnetismo provoque deslices impensables en las altas magistraturas del Estado.

Por ejemplo, en qué estaría pensando el actual presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, cuando se dejó invitar por el entonces presidente de Baleares, el popular Jaime Matas, a navegar por aguas del archipiélago –como se le define ampulosamente–. Francisco Hernando, a no confundir con otro personaje del mismo nombre que le disputa el estrellato, viajó en un lujoso yate gratis total, mientras la instancia judicial que preside debatía el 'caso Bitel', de presunto espionaje a los correos electrónicos de la oposición. Los socialistas preguntaron en el parlamento regional sobre el asunto, con los navegantes refugiándose en que el asunto pertenecía a su vida privada. Qué intimidad más dilatada tienen algunos.

El magnetismo de Cabrera es interclasista y desideologizado. El fiscal general, el incomparable Cándido Conde-Pumpido que ha hecho más daño a la Familia Real que un centenar de reportajes de Letizia en bikini, también navegó por aguas de Cabrera gratis total, en un lujoso yate. Conviene recordar que las embarcaciones utilizadas pertenecen a magnates de la construcción o de la hostelería. El precio de ese obsequio, porque no se le puede llamar de otra manera, ascendería a muchos cientos de euros.

La primera perplejidad sobre Cabrera es que no esté urbanizada aunque, en sus tiempos de ministro de Medio Ambiente, Jaime Matas quiso poblar la isla con farolas y bancos. La virginidad del entorno se debe a que fue administrado por el ejército, antes de ser declarado parque marítimo-terrestre sin solución de continuidad. El mayor escándalo de la zona no se centra en las fotos en bikini –en una isla donde la mayoría de veraneantes eligen el 'top less'–, sino en averiguar si el 'Fortuna' pide permiso para navegar por las aguas preservadas, tal como deben hacer todos los ciudadanos que deseen efectuar una excursión por unos parajes sometidos a cupo.

Los Reyes están comprometidos en la preservación del parque, y la Reina participa habitualmente en la suelta anual de tortugas, para deleite de sus nietos. Hace cuatro años, cuando el PP recuperó el poder tras el primer paréntesis progresista de la historia de Mallorca, Iñaki Urdangarín aprovechó el acto para decirle a Jaime Matas que "se nota que todo ha mejorado, la gente está más contenta". Es un comentario algo impropio de un familiar del Rey, máxime cuando la fenomenal experiencia se ha saldado con otro gobierno semiprogresista. En todo caso, nadie puede negar que a la estrella del balonmano le han ido muy bien las cosas en Mallorca durante los últimos cuatro años.

Históricamente, la negociación continua entre el Rey y los fotógrafos –recordad a Lady Di– frenó la obtención o publicación de instantáneas comprometedoras. El recatado bikini de Letizia contribuirá simplemente a consolidarla como protagonista casi absoluta de la institución a la que se incorporó hace menos de un lustro.

Las fotos no son precisamente la portada de 'El Jueves', pero Letizia en bikini es una excusa fantástica para seguir hablando de la princesa que monopoliza la atención de la Familia Real. Mallorca es el barómetro más exacto para percibir el eclipse de Reyes, Príncipe y cuñados, en cuanto hay una oportunidad de hincarle el diente a la princesa. En todo caso, algo tendrá Cabrera, la quinta y deshabitada isla balear, para que su magnetismo provoque deslices impensables en las altas magistraturas del Estado.