La Familia Real, de Mallorca a Pekín siguiendo a las cámaras

La Familia Real es un colectivo nómada, obligado a desplazarse continuamente en persecución de las cámaras de televisión y de fotógrafos, para así acercarse a su pueblo cosmopolita y ejercer su poder simbólico. Durante las últimas semanas, los platós del país han estado situados en Marivent y en el Club Náutico de Palma, según reflejan las portadas del 'couché'. A partir de hoy, el planeta mediático se concentra en Pekín. Allí se han desplazado, desde su palacete privado en el complejo de Marivent, los Príncipes Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, para ejercer de primeros aficionados del equipo olímpico español.

No es una tarea baladí, el entusiasmo que muestran los familiares del Jefe del Estado en los triunfos deportivos ha de ser el fruto de horas de ensayo. En la última gesta muscular española, la victoria de Rafael Nadal en Wimbledon, el heredero se adelantó a su padre en cobertura informativa. La exposición a las cámaras en Baleares es una esclavitud no valorada suficientemente. Para ponderar el sacrificio que lleva aneja la condición de celebridad, baste repasar las fotos sudorosas de la boda de Cari Goyanes en Ibiza. Las gotas que perlan los rostros de los invitados son más llamativas que su atuendo. Hasta el inmaculado hijo de Nati Abascal aparece en ebullición, cuando su elegancia parecía capaz de paralizar la actividad de las glándulas sudoríparas.

Hay un capítulo aparentemente nimio en los desplazamientos a Marivent, que merece un comentario en esta sección con formato de avispero. Se trata del helipuerto habilitado en el recinto del palacio, utilizado sistemáticamente por Aznar para dejar claro que deseaba pasar el mínimo tiempo posible en compañía de los allí residentes. Las condiciones del terreno obligan a un ascenso de los aparatos con una acentuada pendiente, por lo que el Estado se queda en vilo cada vez que se produce un despegue.

No sabemos si Rajoy llegará algún día a La Moncloa, pero está claro que nunca aterrizará en Marivent para su despacho regio a bordo de un helicóptero. Al Rey no le incomoda este riesgo adicional, muy en su papel de amante de la velocidad. Su familiar Isabel II de Inglaterra tuvo oportunidad de comprobarlo, cuando Juan Carlos de Borbón empuñó el volante y la condujo de primera mano por la carretera que flanquea los desfiladeros vertiginosos de la montaña mallorquina. Es un jefe del Estado acostumbrado a las emociones fuertes.

Marivent es un entorno tan mágico como Oz, donde lo dinástico se hace doméstico. De este modo, la baja olímpica de Felipe y Letizia ha sido reequilibrada por la llegada a Mallorca de Elena de Borbón en solitario. Sus hijos Froilán y Victoria Federica acompañaron ayer a su abuela, a la suelta anual de tortugas en las aguas de Cabrera. Esta ceremonia de hondo significado ecológico tiene por objeto que los quelonios sean atrapados con posterioridad en alta mar, por los depredadores de la pesca intensiva del Mediterráneo.

También los Príncipes de Asturias desarrollaron una intensa actividad oficial durante su estancia en Mallorca. Oficiaron dos entregas de premios náuticos, además de asistir al concierto en la plaza de toros palmesana del decadente Simply Red, y de aplaudir a otro músico y amigo, el rockero Jaime Anglada. De momento, el 'pater familias' prefiere que su primogénito varón no le acompañe en las recepciones con foto a jefes de Estado de paso por la isla.