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Leonard Cohen canta en Palma para príncipes y princesas
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Matías Vallés

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Leonard Cohen canta en Palma para príncipes y princesas

Leonard Cohen ha ofrecido en Palma el segundo concierto de su gira española. Al igual que sucediera en León, las localidades distaban de estar agotadas, por

Leonard Cohen ha ofrecido en Palma el segundo concierto de su gira española. Al igual que sucediera en León, las localidades distaban de estar agotadas, por lo que esta humilde crónica se reviste de servicio público al aconsejar a sus lectores que, en la medida de su disponibilidad geográfica, no se pierdan alguno de los recitales a celebrar, media docena. Incluso quienes piensan que se trata de un cantautor tristón, o sobre todo ellos. Nunca se ha visto a un artista de 75 años pletórico física e intelectualmente. Parece más joven que Madonna a los 50, por citar a una cantante cuyo concierto se anunció para el próximo mes de septiembre en la isla, antes de verse abortado por los imperativos económicos de costumbre.

Empezaremos el segundo párrafo recuperando a los lectores que desean huir de una crónica musical. Al recital o recitado de Cohen asistieron dos Infantas. O dicho de otra manera, todas las propietarias de ese título que todavía no han cumplido medio siglo de existencia. O sea, Elena de Borbón sin acompañante, y Cristina de Borbón en compañía de Iñaki Urdangarín. Habían acudido al reclamo del artista junto a los príncipes de Preslav, el atlético Kyryl de Bulgaria y la simpar Rosario Nadal, la única mujer española de su gama que figura en la lista de las mujeres mejor vestidas del planeta. En honor al rigor periodístico que acatamos a rajatabla, la Infanta Elena se ausentó del concierto en el descanso, para mejor asimilar las enseñanzas poéticas condensadas en la primera mitad.

Príncipes y princesas –incluso duques y balonmanistas– no forman parte del público habitual en los conciertos de Cohen. Sin embargo, la clase aristocrática se mantuvo atenta en una de las primeras filas, con localidades a 135 euros. Tratándose de una crónica veraniega, no falta el dato morboso que concede excitación a la presencia de las Infantas en el recital. El acontecimiento tuvo lugar en el Palma Arena, famoso hoy en toda España porque sus esposados gestores lograron presuntamente la desaparición del equivalente a diez mil millones de pesetas. Según anunciábamos en nuestra inigualable crónica de anteayer, el principal de los implicados –Pepote Ballester, medallista olímpico y director general del Govern de James Matas– mantiene una relación estrecha de amistad y negocios con el Duque de Palma. La presencia de éste en el aciago velódromo acarreó tantos comentarios como las canciones del canadiense. Injustamente, claro.

Como en la Mallorca veraniega tenemos de todo, no faltaban los espectadores más apropiados para un concierto de Leonard Cohen. Estoy pensando en los hermanos y cineastas Fernando y David Trueba. Invirtiendo el protocolo, se sentaban en la primera fila, por delante de las sillas principescas. Sin embargo, en el intermedio se produjo un matrimonio de las casas de los Borbón y de los Trueba, porque ambas infantas y Urdangarín se dirigieron hacia los intelectuales y departieron amigablemente con ellos durante media hora. Tal vez no comentaron, y por eso lo agregamos aquí, que Cohen ha visitado dos veces Mallorca por motivos profesionales pero que, cuando habitaba en la isla griega de Hydra, se desplazó a Deià para localizar a Robert Graves, cuya Diosa Blanca configura su ideal de la presencia femenina. Nos hemos quedado sin espacio para hablar de músicas, por lo que insistiremos en que hagan un hueco para Cohen, dondequiera que se lo encuentren. Puede ser la mejor asesoría de inversiones que reciban este verano.  

Postdata: Al destacar en nuestra inimitable edición de ayer que La Residencia había sido designada por 'Forbes' entre los 400 mejores hoteles del mundo, pude advertir a distancia un retintín sobre publicidad encubierta y periodistas paniaguados que se venden por una 'suite' de lujo y cuatro trajes. De ahí que adjunte unas líneas sobre el tremendo varapalo que le propina al hotel mallorquín Michael Winner, director de cine y leidísimo comentarista gastronómico de 'The Sunday Times'. Remito a la página pertinente para una inapreciable colección de invectivas, me limito a reproducir la frase final de la feroz crítica, "Si La Residencia fuera un barco, se habría hundido". Hay opiniones para todos los sustos.

 

Leonard Cohen ha ofrecido en Palma el segundo concierto de su gira española. Al igual que sucediera en León, las localidades distaban de estar agotadas, por lo que esta humilde crónica se reviste de servicio público al aconsejar a sus lectores que, en la medida de su disponibilidad geográfica, no se pierdan alguno de los recitales a celebrar, media docena. Incluso quienes piensan que se trata de un cantautor tristón, o sobre todo ellos. Nunca se ha visto a un artista de 75 años pletórico física e intelectualmente. Parece más joven que Madonna a los 50, por citar a una cantante cuyo concierto se anunció para el próximo mes de septiembre en la isla, antes de verse abortado por los imperativos económicos de costumbre.

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