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El Rey tendrá que fotografiarse con Zapatero en vez de con Rubalcaba
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Matías Vallés

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El Rey tendrá que fotografiarse con Zapatero en vez de con Rubalcaba

El Rey nunca toma vacaciones, sólo traslada su despacho desde La  Zarzuela hasta Marivent. Esta versión oficial, difundida desde hace  tiempo inmemorial por los edecanes de

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El Rey nunca toma vacaciones, sólo traslada su despacho desde La  Zarzuela hasta Marivent. Esta versión oficial, difundida desde hace  tiempo inmemorial por los edecanes de palacio, inspira reminiscencias decimonónicas, con la imagen de la mudanza a Mallorca de un pesado buró donde ya dormitara Zumalacárregui o algún otro personaje histórico de indudable enjundia. Simplificando el proceso del veraneo  inexistente o inconfesable de Juan Carlos de Borbón, comienza con un vuelo desde Madrid hasta la base militar del aeropuerto de Son Sant Joan, donde las autoridades cuidadosamente alineadas le rinden honores. Continúa por una serie de audiencias sin corbata que harían las delicias de Miguel Sebastián y demás partidarios del 'casual' ministerial iraní. Después, el Rey desaparece. En Madrid se recuerda que ha trasladado su despacho a la orilla del mar. En la isla citada, se insiste en que no se halla. En Kazajistán o en un país africano, un disparo certero abate a una codiciada pieza de caza.

El jefe de Estado vive ferozmente atento a los sondeos de opinión, donde ha aprendido que el corazón de sus ciudadanos late más a la izquierda que el suyo. En el dato más reciente del último barómetro del CIS, los españoles se proclaman de izquierdas en la proporción de 38 a 12, un veredicto al que no escapa la cristianísima y supuestamente ultraconservadora Mallorca. Este mismo sondeo, que ha censurado el PP con la misma intensidad que empleó para jalear el referido a las autonómicas, recoge la obviedad de que Rubalcaba multiplica las cualidades como candidato de Rajoy, por mucho que el primero se disponga a perder las elecciones. Así las cosas, ¿a qué político español recibirá el lunes el Rey en sus aposentos de Marivent? A Zapatero, que tras su inmolación de mayo de 2010 ha conseguido ser peor valorado por la izquierda que por la derecha.

Cabe imaginar la irritación del monarca, si es que no ha movido directamente los hilos para forzar un despacho con Rubalcaba, aunque fuera a cambio de tragar la hiel de una entrevista compensatoria en Mallorca con Rajoy -que inspira la confianza de sólo un 20% de los votantes, con qué ánimo le votarán los restantes que se han resignado a hacerlo-. Frente a las obligaciones de hieratismo en la capital de su Reino, la relajación en el despacho de verano confirma al Rey como un consumado experto en el funcionamiento de la prensa. Es 'media savvy', por ponerse cursis, a diferencia de una Letizia que no adquirió esa cualidad en las redacciones y todavía cree que puede graduar su perfil público. El Rey es consciente por tanto de que las imágenes junto a Zapatero perjudicarán la imagen regia o le contagiarán de la crisis. Si Rubalcaba no está disponible por motivos de agenda o de orientación ideológica, el Rey preferiría a la única política que iguala al exvicepresidente en la puntuación del CIS, ambos con un 4,62. Se trata de Carme Chacón, ministra al fin y al cabo de la única competencia no transferida a las comunidades autónomas o europeas.

En caso de que fuera preferible un interlocutor de derechas en previsión del desenlace de las generales, ahí está Rosa Díez, la política conservadora mejor valorada. Con tal de eludir el trago de una instantánea junto al proscrito Zapatero, el Jefe del Estado se plantearía incluso dar audiencia a algún líder del 15-M, en especial ahora que Botín ha concedido poder de interlocución a los Indignados.

Dado que el consuelo reside siempre en contemplar una hipótesis más desfavorable, el Rey puede cavilar que sería peor tener que recibir a Aznar.

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El Rey nunca toma vacaciones, sólo traslada su despacho desde La  Zarzuela hasta Marivent. Esta versión oficial, difundida desde hace  tiempo inmemorial por los edecanes de palacio, inspira reminiscencias decimonónicas, con la imagen de la mudanza a Mallorca de un pesado buró donde ya dormitara Zumalacárregui o algún otro personaje histórico de indudable enjundia. Simplificando el proceso del veraneo  inexistente o inconfesable de Juan Carlos de Borbón, comienza con un vuelo desde Madrid hasta la base militar del aeropuerto de Son Sant Joan, donde las autoridades cuidadosamente alineadas le rinden honores. Continúa por una serie de audiencias sin corbata que harían las delicias de Miguel Sebastián y demás partidarios del 'casual' ministerial iraní. Después, el Rey desaparece. En Madrid se recuerda que ha trasladado su despacho a la orilla del mar. En la isla citada, se insiste en que no se halla. En Kazajistán o en un país africano, un disparo certero abate a una codiciada pieza de caza.

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