Es noticia
Los hoteleros mallorquines pueden resolver el problema de Carromero
  1. España
  2. Diario Robinson
Matías Vallés

Diario Robinson

Por

Los hoteleros mallorquines pueden resolver el problema de Carromero

Si usted no es mallorquín, es probable que su imagen de Mallorca sea incorrecta. Si es usted mallorquín, seguro que su imagen de Mallorca es incorrecta.

Si usted no es mallorquín, es probable que su imagen de Mallorca sea incorrecta. Si es usted mallorquín, seguro que su imagen de Mallorca es incorrecta. Por ejemplo, le costará asumir que la clase hotelera –disuelta en "el sector", un genérico como "los dinosaurios"– milita a la derecha del PP, y a la vez es socia preferente en los negocios turísticos de Fidel Castro. No acabará de entender que la junta hotelera recibiera al primer president de centroizquierda de Baleares como "ese tío", y que tomara literalmente al asalto un ayuntamiento constituido democráticamente, mientras se refieren al líder de la revolución cubana con un marcial y sumiso "comandante". Lo veneran, más incluso que Fraga. A continuación intentaremos demostrar que esta dicotomía puede resultar beneficiosa para el país en su conjunto.

Como Mariano Rajoy apenas si se halla embarcado en problema alguno, un dirigente de Nuevas Generaciones está encarcelado en Cuba por su participación en un accidente con dos muertos, fatídico desenlace de un viaje rocambolesco. No nos detendremos en las circunstancias que llevaron al Caribe a Ángel Carromero, porque probablemente no nos pondríamos de acuerdo. Saltaremos directamente a la búsqueda de una resolución rápida y satisfactoria para ambas partes. Aquí es donde Rajoy debería puentear al dicharachero Margallo y recurrir directamente a los pesos pesados de la hostelería mallorquina con intereses en Cuba, empezando por el todopoderoso Gabriel Escarrer.

Las sociedades turísticas al cincuenta por ciento constituyen probablemente el único segmento de la economía cubana que no está sometido a la atonía comunista, admitida incluso por Raúl Castro en sus discursos más recientes. Por supuesto, se trata de un negocio en el que ambas partes ganan, y la mediación ideal para saldar sin víctimas la engorrosa peripecia de Carromero con disidentes cubanos.

Cabe la posibilidad de que piensen que exagero, por lo que aumentaremos la precisión. Supongamos que usted es un poderoso inversor internacional que desea acceder al hermético mercado cubano. Su astucia le empuja a dirigirse zalamero a las autoridades locales con los argumentos que son de suponer en el trato con una dictadura. No importa, desde La Habana se consultará con los hoteleros mallorquines antes de adoptar una decisión, para que aprecien las credenciales del recién llegado. He vivido como espectador estos trámites, en que el veredicto final para la incorporación del magnate sajón dependía de la modesta oficina de uno de los gigantes de la hostelería mallorquina. No derrochan, por eso han sobrevivido a la crisis.

¿Cómo se explica que un colectivo ultraconservador engarce a la perfección con la penúltima dinastía comunista? Los extremos se tocan, unos añoran y otros poseen los procedimientos expeditivos, la facilidad de adoptar medidas sin trabas. Como decía un hotelero mallorquín en la Indonesia de Suharto, "esto es vida, sin sindicatos ni nada". El Imperio no es ajeno al ascendiente de los empresarios mallorquines con Castro, recuérdese que Washington incorporó a Escarrer/Meliá a la lista negra por vulnerar la ley Helms-Burton que castigaba el tráfico comercial con Cuba.

Retomemos el propósito solidario que excepcionalmente nos anima hoy. Si hay que cambiar de hotel con urgencia a Carromero, nada mejor que un mallorquín y hotelero, válgame el pareado. Tienen acceso directo y bien lubrificado a Castro. Y son decididos. Tras el retorno de Jaume Matas a la presidencia de Baleares, felicité en persona a Miguel Fluxá de Iberostar, por su papel en el retorno. Su escueta respuesta fue “algo teníamos que hacer”.

Si usted no es mallorquín, es probable que su imagen de Mallorca sea incorrecta. Si es usted mallorquín, seguro que su imagen de Mallorca es incorrecta. Por ejemplo, le costará asumir que la clase hotelera –disuelta en "el sector", un genérico como "los dinosaurios"– milita a la derecha del PP, y a la vez es socia preferente en los negocios turísticos de Fidel Castro. No acabará de entender que la junta hotelera recibiera al primer president de centroizquierda de Baleares como "ese tío", y que tomara literalmente al asalto un ayuntamiento constituido democráticamente, mientras se refieren al líder de la revolución cubana con un marcial y sumiso "comandante". Lo veneran, más incluso que Fraga. A continuación intentaremos demostrar que esta dicotomía puede resultar beneficiosa para el país en su conjunto.