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Mallorca ya es alemana, ustedes hagan lo que quieran
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Matías Vallés

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Mallorca ya es alemana, ustedes hagan lo que quieran

La pista infalible para conocer la adscripción estatal de un enclave consiste en revisar el destino mayoritario de los vuelos que despegan de su aeropuerto. Por

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La pista infalible para conocer la adscripción estatal de un enclave consiste en revisar el destino mayoritario de los vuelos que despegan de su aeropuerto. Por tanto, Mallorca ya es alemana voluntariamente, ustedes tendrán que resignarse a aceptar la reconversión berlinesa o hamburguesa a la fuerza. Quien paga una tercera parte de tu deuda, tiene derecho a un tercio de tu libertad, según han aprendido los ingenuos que suscribieron hipotecas pensando que el contrato les pasaportaría a la autonomía vital.

¿Qué tal se vive de alemanes? 'Sehr gut'. Por cierto, Mallorca no es la única geografía española mejor conectada con Alemania o con el Reino Unido que con Madrid, pero el localismo costumbrista de estas crónicas nos impide explorar otras ‘Bundescolonias’. La Europa meridional como balneario de los bárbaros del Norte –vaticinada por Luis Racionero– se ha materializado. Si su escepticismo se mantiene cuando les recuerdo que una isla con un millón de nativos recibe anualmente a ocho millones de ‘exextranjeros’ –no corregir– en su mayoría alemanes, dispongo de argumentos económicos irrefutables. Por ejemplo, Air Berlin, la segunda compañía aérea de bandera alemana y con una presencia hegemónica en Mallorca. Es tan germana que su propiedad corresponde a una familia turca. Por no hablar del gigante del turismo mayorista Tui, aliado al cincuenta por ciento con los hoteleros mallorquines. Su accionista de referencia es ruso, la nueva Alemania del Este. Y así sucesivamente.

Advierto todavía semblantes de duda sobre la irrefutable idiosincrasia alemana de Mallorca, como vanguardia del inminente rescate económico de España. Puedo añadir que decenas de miles de ciudadanos de ese país no sólo disfrutan en Mallorca de las semanas protocolarias de asueto estival. Además, han adquirido propiedades en la isla. No sólo apartamentos, sino también casas y las fincas más extensas. En la actualidad, una tercera parte del territorio se halla en manos alemanes, ¿hace falta especificar las consecuencias de ese control? Si un centroeuropeo se ha gastado un millón de euros en comprar una mansión en Mallorca, y un indígena no posee vivienda propia, ¿cuál de ellos es más mallorquín?

Para deshacer el nudo gordiano, podemos hablar de mallorquines temporales –los nativos que han pasado la mayor parte de sus días en la isla– y espaciales –los dueños del territorio, cada vez más alemanes–. Cambiaría gustoso la temporalidad por un poco más de espacialidad, pero la acrisolada confraternización con Berlín nos ha permitido pasar el sarampión de la germanofobia, el fantasma que recorre Europa. Aquí no necesitamos portadas donde se ve a Angela Merkel levantando tímidamente el brazo, bajo un titular desmesurado con la leyenda 'Quarto Reich'. Todos los cancilleres han visitado Mallorca, y aunque la actual titular prefiere extrañamente los Alpes italianos para descansar, cada año recibimos a miles de alemanas intransigentes en apariencia, pero curiosamente suavizadas tras una semana a dieta de sangría.

En su momento, la hipótesis de una Mallorca transportada a los parámetros alemanes ofendía por igual a los nacionalistas españoles, mallorquines y catalanistas, ampliamente representados en la isla. Al recrudecerse la crisis, se ha producido una curiosa inversión, y han sacrificado sus inviolables ideales identitarios a cambio de ser acogidos en el regazo teutón. ¿Y saben por qué en Mallorca nunca hemos temido la orfandad de un abandono de Alemania a nuestra suerte? Porque el ministro germano de Exteriores, sin ir más lejos, posee una casa de dos millones de euros en las afueras de Palma. Aunque ha confesado en Mallorca que "me queda un año en el cargo, porque los liberales no volveremos a entrar en el gobierno", Guido Westerwelle no se desentenderá de una inversión de tamaña cuantía. De hecho, sus pacificadoras intervenciones recientes destacan por su amor al país donde compró un carísimo retazo de mallorquinidad espaciotemporal.

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La pista infalible para conocer la adscripción estatal de un enclave consiste en revisar el destino mayoritario de los vuelos que despegan de su aeropuerto. Por tanto, Mallorca ya es alemana voluntariamente, ustedes tendrán que resignarse a aceptar la reconversión berlinesa o hamburguesa a la fuerza. Quien paga una tercera parte de tu deuda, tiene derecho a un tercio de tu libertad, según han aprendido los ingenuos que suscribieron hipotecas pensando que el contrato les pasaportaría a la autonomía vital.