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Basagoiti da una lección de sentido común a Mayor Oreja y a San Gil
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Basagoiti da una lección de sentido común a Mayor Oreja y a San Gil

Ha pasado el Congreso del Partido Popular del País Vasco y ni el PP se ha vuelto nacionalista, ni se ha entregado al PNV, ni ha

Ha pasado el Congreso del Partido Popular del País Vasco y ni el PP se ha vuelto nacionalista, ni se ha entregado al PNV, ni ha cedido ante ETA, ni ha avalado la cesión a su chantaje –también llamado ‘proceso de paz’- de Rodríguez y Patxi López, ni nada de nada de lo que venían profetizando algún que otro predicador del alba, Mayor Oreja y María San Gil. Hasta mi admirada Regina Otaola, alcaldesa de Litzarza, se tuvo que tragar sus palabras sobre el Congreso y se abstuvo de defender sus enmiendas a la ponencia política porque no tenían sentido cuando la ponencia política iba en la misma línea de lo que ella pedía. Yo se lo dije en Valencia: “Regina, os estáis equivocando, nada de lo que decis es verdad”. Y ella me contestó: “Ojalá tengas razón”. La tuve.

Se equivocó la paloma, se equivocaba. María no fue al Congreso, pero su nombre, su imagen, lo sobrevoló como si de una ausente eterna se tratara. María estaba allí, en la cabeza de todos, en la mente de todos, pero María cometió el error de no asistir, de dejar a sus compañeros solos. Es la primera vez que el presidente de un partido no acude al Congreso de su partido: “María no está –me dijo un compromisario al que llamé el viernes-, ella sabrá por qué abandona este barco cuando más se la necesita”. Hasta el último momento los suyos quisieron ‘reventar’ el Congreso, pero, en lugar de eso, el PP Vasco comprendió que debía recomponer los puentes rotos por la decisión de San Gil de abandonar la nave en la travesía más difícil.

No pasó nada de lo que los pronosticadores de desgracias dijeron que iba a pasar. Antonio Basagoiti, elegido presidente del partido en sustitución de María San Gil, logró un difícil equilibrio entre integración de los críticos y apertura a los llamados ‘renovadores’ del PP vasco. Será una convivencia complicada, nadie lo duda, pero el PP del País Vasco ha dejado de ser una formación monolítica en la que solo cabían los partidarios del inmovilismo y del discurso único, y ahora están representadas, como gusta decir en política, distintas sensibilidades algo que, por cierto, no supo hacer San Gil que solo se rodeó de los suyos y dejó fuera de la Ejecutiva a todos los que no pensaban como ella, de modo que los ‘renovadores’ se aterían de frío a la intemperie ideológica a la que los tenían sometidos el discurso monotemático de María San Gil y Jaime Mayor Oreja.

Basagoiti, por el contrario, ha sabido encontrar huecos por igual para los partidarios de la anterior dirección y para quienes discrepaban con ella, y eso era imprescindible en un PP vasco que tiene que competir con un nacionalismo entregado a ETA y un socialismo –este sí- entregado al nacionalismo. Y eso sólo puede hacerse desde un discurso interdisciplinar, ideas nuevas, caras nuevas, y principios de siempre... Basagoiti tiene la llave de las próximas elecciones, y puede que el PP no le vaya tan mal como de partida parece. El Congreso del PP vasco le ha salido bien al PP de Madrid. Al contrario de lo ocurrido en Cataluña, en lugar de dejarse llevar por la improvisación, Génova tuvo los sificientes reflejos como para buscar a la persona adecuada a las circunstancias.

Por lo poco que conozco a Basagoiti, tengo la impresión de que responde al perfil de persona moderada y dialogante que en estos momentos necesita el PP. Seamos serios: vivimos en una sociedad que aborrece los discursos apocalípticos aunque sea verdad lo que anuncien, y por eso hay que ser inteligentes a la hora de equilibrar los mensajes negativos con la alternativa. Eso lo ha comprendido también Rajoy: es mucho más efectivo tender la mano y que sea el Gobierno el que la rechace, que pasarse el día diciendo que todo está mal. El discurso de Jaime Mayor no encuentra, por eso, nicho de mercado: a nadie le gusta que le estén diciendo siempre que todo es un desastre. Es evidente que el avance nacionalista de la mano de un Gobierno sin principios ha hecho retroceder al Estado y ha empobrecido la España Constitucional allí donde el nacionalismo ha visto triunfar sus tesis, pero también lo es que a la mayoría de la gente eso no le importa demasiado, y que está más preocupada por cómo estirar la nómina para llegar a final de mes que por la solidaridad interterritorial.

Se trataba, simplemente, de establecer un orden distinto de prioridades, es decir, de contarle a la gente lo que la gente quiere escuchar, de dar alternativas a lo que son sus principales problemas. En ningún caso se ha tratado nunca de renunciar a los principios que siguen estando ahí y forman parte de eso que se llaman las esencias del PP. María se equivocó y se dejó llevar por una sobredosis de personalismo, pero sigue siendo una figura vital para el PP en el País Vasco y poco a poco debería de ir aceptando su error y desandando el camino equivocado que había tomado. Lo de Jaime Mayor es más difícil, porque no solo sigue abundando en su equivocada visión de lo que ha pasado en el PP, sino que además lo hace por despecho, y esas heridas tienen difícil cura.

Ha pasado el Congreso del Partido Popular del País Vasco y ni el PP se ha vuelto nacionalista, ni se ha entregado al PNV, ni ha cedido ante ETA, ni ha avalado la cesión a su chantaje –también llamado ‘proceso de paz’- de Rodríguez y Patxi López, ni nada de nada de lo que venían profetizando algún que otro predicador del alba, Mayor Oreja y María San Gil. Hasta mi admirada Regina Otaola, alcaldesa de Litzarza, se tuvo que tragar sus palabras sobre el Congreso y se abstuvo de defender sus enmiendas a la ponencia política porque no tenían sentido cuando la ponencia política iba en la misma línea de lo que ella pedía. Yo se lo dije en Valencia: “Regina, os estáis equivocando, nada de lo que decis es verdad”. Y ella me contestó: “Ojalá tengas razón”. La tuve.

Antonio Basagoiti Jaime Mayor Oreja