Es noticia
Los aliados de Zp: de la cobardía de Díaz Ferrán a la sumisión de Méndez y Fidalgo
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

Los aliados de Zp: de la cobardía de Díaz Ferrán a la sumisión de Méndez y Fidalgo

Dicen que los gritos se escuchaban por los pasillos del edificio que la CEOE tiene en Diego de León: “¡Eres un blando!” , “¡estás vendido!”. Y

Dicen que los gritos se escuchaban por los pasillos del edificio que la CEOE tiene en Diego de León: “¡Eres un blando!” , “¡estás vendido!”. Y cosas parecidas. La relación entre el presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, y el vicepresidente Juan Jiménez Aguilar era un auténtico despropósito. No podía ser de otra manera. Cuando José María Cuevas abandonó la casa cometió un error imperdonable, o dos. Primero, querer conducir él la sucesión. Segundo, poner al frente de la CEOE a un empresario. Me explico, para que se entienda: la CEOE es un lobby, de esos que le gustan tanto a mi amigo Pedro Fraile –y que protagonizan toda una sección en La Brújula de la Economía-, y como tal forma parte de su esencia intentar conseguir del poder político las mejores condiciones posibles para los intereses de los empresarios. De todos los empresarios, no sólo de uno. Por eso al frente de una organización que se supone atiende a los intereses de todas las empresas de este país no puede estar un empresario, es decir, un señor con intereses particulares, sino un técnico. Probablemente, el mejor sucesor de Cuevas –que encarnaba esa figura- era Jiménez Aguilar, pero por razones que no vienen al caso se quedó de segundo.

 

Los problemas empezaron cuando al frente de la CEOE se eligió a un señor que tenía intereses en Argentina a través de una compañía aérea, nada menos, llamada Aerolíneas, de la mano de su socio Gonzalo Pascual. Como en aquel país gobierna un matrimonio de intereses populistas que responde al apellido Kirchner, en lugar de gente seria, Aerolíneas se ha encontrado siempre entre la espada y la pared de la nacionalización, de tal suerte que la suerte –valga la redundancia- de Díaz Ferrán dependía y depende de las negociaciones entre dos gobiernos, el argentino y el español. Dicho en román paladino: los negocios privados de Díaz Ferrán comenzaron a estar por encima del interés general de la CEOE. Y eso se notó ya en la pasada campaña electoral con un par de gestos de ayuda de Díaz Ferrán a Rodríguez, y ha continuado con una actitud sumisa y cobarde del presidente de la CEOE hacia el Gobierno. Si esto ocurriera en otras circunstancias económicas, nos podría importar un comino, pero cuando nos estamos jugando el futuro de todos en el tablero de la crisis, lo que menos cabe esperar de los agentes sociales es le laman el culo al presidente.

Y esto va también por unos señores que ocupan el puesto de secretario general en la UGT y en Comisiones Obreras. El caso de Fidalgo es clamoroso, porque el sindicalista tiende a decir fuera de micrófono lo que luego no se atreve a decir nunca con los micrófonos abiertos. Es decir, echa pestes de Rodríguez en privado, pero saca el incienso en público. Puede ser que la proximidad de las elecciones sindicales tenga algo que ver en esa actitud, pero lo que me sorprende es que la clase trabajadora de este país sea tan estúpida –y que me perdonen los afiliados a ambos sindicatos- como para volver a votar a unos señores que en lugar de defender los puestos de trabajo de sus afiliados están defendiendo los suyos propios y las prebendas que obtienen del erario público vía ayudas y subvenciones. Pero, al menos, de Fidalgo sabemos lo que de verdad piensa y es de suponer que una vez que su continuidad esté asegurada empiece a desmarcarse de la política inoperante del Gobierno de Rodríguez.

Pero, ¿y Méndez? Lo del secretario general de la UGT es de juzgado de guardia. Si mañana el Gobierno anunciara –es un suponer, ya sabemos que no va a pasar- la supresión de las ayudas por desempleo, lo aplaudiría con las orejas con tal de hacerle un favor a su amigo Rodríguez. ¿Dónde está la necesaria actitud reivindicativa de los líderes sindicales en situaciones como esta? Oigan, ya saben ustedes cual es mi opinión en general respecto a unas organizaciones que solo han servido para introducir mayor rigidez en el mercado laboral impidiendo, de paso, que éste se desarrollara todo lo que hubiera podido hacerlo en caso contrario, pero lo mínimo que uno espera de un líder sindical es que le saque los colores al Gobierno cuando resulta que la tasa de paro en España es ya la peor de los últimos cinco años, y desde luego peor que la mejor que pudo tener el PP, dejando de nuevo en ridículo a nuestro ridículo presidente del Gobierno. Lo cierto es que si por un lado la patronal deja con el trasero al aire a los empresarios, y de otro lado los sindicatos hacen lo propio con los trabajadores, ¿quién se va a poner al frente de la manifestación contra la política indecente de Rodríguez? Me temo que nadie... ¡País!

Dicen que los gritos se escuchaban por los pasillos del edificio que la CEOE tiene en Diego de León: “¡Eres un blando!” , “¡estás vendido!”. Y cosas parecidas. La relación entre el presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, y el vicepresidente Juan Jiménez Aguilar era un auténtico despropósito. No podía ser de otra manera. Cuando José María Cuevas abandonó la casa cometió un error imperdonable, o dos. Primero, querer conducir él la sucesión. Segundo, poner al frente de la CEOE a un empresario. Me explico, para que se entienda: la CEOE es un lobby, de esos que le gustan tanto a mi amigo Pedro Fraile –y que protagonizan toda una sección en La Brújula de la Economía-, y como tal forma parte de su esencia intentar conseguir del poder político las mejores condiciones posibles para los intereses de los empresarios. De todos los empresarios, no sólo de uno. Por eso al frente de una organización que se supone atiende a los intereses de todas las empresas de este país no puede estar un empresario, es decir, un señor con intereses particulares, sino un técnico. Probablemente, el mejor sucesor de Cuevas –que encarnaba esa figura- era Jiménez Aguilar, pero por razones que no vienen al caso se quedó de segundo.

CEOE José María Cuevas