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No es oro todo lo que reluce en UPyD (desmontando a Rosa Díez, II parte)
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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No es oro todo lo que reluce en UPyD (desmontando a Rosa Díez, II parte)

Perdónenme un inciso: es curioso como cuando uno toca ciertas teclas, lo peor del ser humano, su lado más fanático y fundamentalista, surge como por arte

Perdónenme un inciso: es curioso como cuando uno toca ciertas teclas, lo peor del ser humano, su lado más fanático y fundamentalista, surge como por arte de magia. Esto se da a derecha e izquierda, indistintamente. A un lado y al otro del universo democrático aparecen, como atraídas por el olor de la libertad que les produce nauseas, las fieras del pensamiento único. Si la crítica es a Rodríguez y a todo lo que se mueve en su entorno, son entonces los radicales de izquierda los que de inmediato le niegan a uno el derecho a la libertad de expresión. Pero si la crítica se dirige, por una cuestión de principios personales y de convencimiento, a lo que hay a la derecha del actual equipo del PP, entonces el insulto, la amenaza y el chantaje surgen de donde uno menos se lo espera, aunque debo reconocer que ya había comprobado hace tiempo que el totalitarismo de la derecha puede ser igual de cancerígeno que el de la izquierda (y no me refiero a este foro al que, con algunas excepciones, respeto muchísimo). Hasta ahora creía que la defensa de la libertad había que hacerla mirando hacia un lado, pero compruebo, no sin cierto pesar, que tampoco se puede descuidar el otro. Dicen que en el centro está la virtud. No lo sé. Lo que sí sé es que el fanatismo de unos pocos no va a conseguir que me calle, entre otras cosas porque puedo, porque no le debo nada ni a quienes defiendo ni a quienes critico, ni recibo nada de ellos. Lo que hago es fruto, no de una transacción inmoral como sí hacen otros, ni siquiera de obsesiones personales o manías en ocasiones incomprensibles, sino de una convicción personal profundo y una absoluta fe en mis principios. Y si algún día algo hace que cambie de opinión, no habrá nada que me lo impida porque nada me ata. Eso es libertad, aunque a muchos les cueste entenderlo y busquen explicaciones retorcidas: cree el ladrón que todos son de su condición, dice el refranero con mucho acierto.

 

Una aclaración respecto a la primera entrega del jueves: el PP, el de hoy y el de antes, es un partido plural, que en sus estatutos asume la herencia cultural del humanismo cristiano, pero que da cobijo a las distintas opciones personales en materia moral o religiosa, que defiende la aconfesionalidad del Estado pero no se muestra beligerante hacia la Iglesia Católica, que está a favor de la vida pero acepta el aborto en unos determinados supuestos muy limitados y siempre coincidentes con el riesgo de salud para la madre o los casos de violación, que defiende la libertad de los padres a la hora de elegir la educación que quieren para sus hijos, contrario a la eutanasia activa o suicidio asistido, condescendiente con algunos aspectos de la experimentación genética, pero contrario a todo lo que implique una manipulación consentida de los embriones aunque sea con fines médicos. Es decir, es un partido laico que asume algunos de los valores esenciales del cristianismo, no por una cuestión religiosa, sino cultural, pero respeta otras opciones. Esto es así, lo fue antes, y lo es ahora, aunque algunos no quieran reconocerlo. Hay personas que le dan más importancia a estos principios morales que a otros, y hay personas que sintiéndose católicas, no le dan esa importancia. Y hay personas que, no siendo católicas e, incluso, siendo agnósticas, comparten también estos principios. Por eso es importante que a la hora de decidir el voto, todas estas cuestiones estén claras, y que nadie busque el engaño ocultándolas e, incluso, negándolas de manera consciente en servicio de sabe Dios qué intereses.

Dicho esto, no solo es en determinadas cuestiones morales donde el partido que lidera Rosa Díez goza de una presumible supremacía ética respecto del PP otorgada por algunos medios de comunicación y el beneplácito cómplice de otros, pero que es absolutamente falsa e irreal. UPyD es un partido de izquierdas, en algunos casos muy radical como por ejemplo en todo lo referido a la Monarquía o el laicismo y claramente intervencionista en materia de política económica. ¿Esto es malo? Bueno, en mi opinión es una opción equivocada para alguien que se sienta liberal o de centro-derecha, pero respeto la libertad de cada uno a la hora de elegir el voto como no podía ser de otra manera. Puede haber cosas de UPyD que sean atractivas para algunos votantes: yo no soy monárquico y, en ese sentido, me siento más próximo a su republicanismo. Pero no es esa la única razón por la que decido mi voto, y es interesante tener una visión amplia de la realidad. Sobre todo porque en algunas cosas como la idea de Nación o la lucha contra el terrorismo, que parece ser lo que más atrae a parte de sus votantes presentes y futuros, tampoco el partido de Rosa Díez es del todo claro. De entrada, es importante saber que en el País Vasco no consigue arrancar votos del constitucionalismo, entre otras cosas porque en aquella Comunidad casi todo el mundo recuerda la complicidad que en su momento tuvo Rosa Díez con el nacionalismo y como apadrinaba campañas de sentimiento nacionalista como aquel Ven y cuéntalo.

Pero es que, recientemente, quien hace bandera de su compromiso con las víctimas y contra ETA, resulta que fue la única dirigente de un partido nacional que no acudió ni al funeral ni a la manifestación posterior en memoria del empresario Ignacio Uría, asesinado por ETA. Lo que es más grave es que los medios de comunicación se conjuraran para ocultar esa información a sus oyentes y lectores. Del mismo modo, de acuerdo con esa falta de compromiso con sus ideales y de deslealtad con sus votantes, la líder del UPyD ni siquiera tuvo la decencia de acudir a los actos públicos de homenaje a la Constitución en su Trigésimo aniversario. Ella, que va por la vida de firme defensora del castellano y que hace campaña en Galicia en contra del gallego, se abstiene en el Parlamento cuando se votan proposiciones por el derecho al aprendizaje en castellano presentadas por el PP. Lo fácil, desde una opción política sin visos de llegar a ser alternativa de gobierno, es mantener un discurso imposible contra el actual modelo autonómico, un discurso oportunista que cambiaría radicalmente el día que tuviera una mínima opción de llegar a gobernar en una comunidad autónoma. Claro que de todo esto puede sacarse una conclusión: a lo mejor UPyD acaba siendo ese partido de extrema derecha, joseantoniano en casi todo salvo en su componente religioso, que tanta falta le hace al PP para poder seguir creciendo por el centro. A lo mejor hasta le hacen un favor a Rajoy, miren ustedes por donde.

Y un día más sin que dimita la ministra calamidad: Rodríguez responsable.

N. del A.: Como lo cortés no quita lo valiente, desde este modesto rincón me sumo a la condena más absoluta y sin paliativos de la revista El Jueves y la manera vil, chabacana y torticera con la que han caricaturizado e insultado al periodista Federico Jiménez Losantos, cuya querella ante la Justicia me parece totalmente justificada. Digo lo mismo que he dicho otras veces: no vale todo y en un Estado de Derecho cualquier persona, tenga la profesión que tenga, sea político o periodista, médico o abogado, debe contar con la oportunidad de defender su honor. Confío en que esa querella salga adelante y que los responsables de la revista obtengan el oportuno castigo a su exceso que, en mi opinión, es constitutivo de delito, aunque eso deberá dirimirlo un juez.

Perdónenme un inciso: es curioso como cuando uno toca ciertas teclas, lo peor del ser humano, su lado más fanático y fundamentalista, surge como por arte de magia. Esto se da a derecha e izquierda, indistintamente. A un lado y al otro del universo democrático aparecen, como atraídas por el olor de la libertad que les produce nauseas, las fieras del pensamiento único. Si la crítica es a Rodríguez y a todo lo que se mueve en su entorno, son entonces los radicales de izquierda los que de inmediato le niegan a uno el derecho a la libertad de expresión. Pero si la crítica se dirige, por una cuestión de principios personales y de convencimiento, a lo que hay a la derecha del actual equipo del PP, entonces el insulto, la amenaza y el chantaje surgen de donde uno menos se lo espera, aunque debo reconocer que ya había comprobado hace tiempo que el totalitarismo de la derecha puede ser igual de cancerígeno que el de la izquierda (y no me refiero a este foro al que, con algunas excepciones, respeto muchísimo). Hasta ahora creía que la defensa de la libertad había que hacerla mirando hacia un lado, pero compruebo, no sin cierto pesar, que tampoco se puede descuidar el otro. Dicen que en el centro está la virtud. No lo sé. Lo que sí sé es que el fanatismo de unos pocos no va a conseguir que me calle, entre otras cosas porque puedo, porque no le debo nada ni a quienes defiendo ni a quienes critico, ni recibo nada de ellos. Lo que hago es fruto, no de una transacción inmoral como sí hacen otros, ni siquiera de obsesiones personales o manías en ocasiones incomprensibles, sino de una convicción personal profundo y una absoluta fe en mis principios. Y si algún día algo hace que cambie de opinión, no habrá nada que me lo impida porque nada me ata. Eso es libertad, aunque a muchos les cueste entenderlo y busquen explicaciones retorcidas: cree el ladrón que todos son de su condición, dice el refranero con mucho acierto.