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Zapatero está ‘caput’
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Federico Quevedo

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Zapatero está ‘caput’

Permitidme que comience haciendo una pequeña aclaración: ‘caput’ no es un insulto, ni siquiera una descalificación. Lo digo por los hermanos y hermanas ursulinas que habitualmente

Permitidme que comience haciendo una pequeña aclaración: ‘caput’ no es un insulto, ni siquiera una descalificación. Lo digo por los hermanos y hermanas ursulinas que habitualmente leen este Dos palabras y a los que les provoca un apocado sonrojo y un sonoro malestar algunas expresiones fruto de mi natural vehemencia, y de lo que se hacen cumplido eco en el foro en términos propios de una reprimenda eclesial: “el querido hermano Federico Quevedo ha dicho hoy que lo que hace Zapatero es una necedad… Recemos por él y elevemos plegarias al Altísimo para que cuide su vocabulario y se abstenga de tan graves descalificaciones impropias de un servidor de la palabra como él, y ayudémosle a sentir lástima y compasión por ese alma de Dios que es el presidente Rodríguez Zapatero en estos momentos tan difíciles que le ha tocado vivir con sacrificio y entrega a los ciudadanos a los que gobierna”. Pues queridos hermanos y hermanas ursulinas, sabed que ‘caput’ no es insulto alguno, sino una expresión no reconocida por nuestros ilustres académicos de la lengua, fruto por tanto del diccionario popular o de la calle, y que viene a significar que aquel a quien se refiere tiene, por decirlo de una manera un tanto brusca -y si a alguno le molesta le ruego por favor que acepte mis excusas-, que tiene los días contados, obviamente referido esto a los días al frente del Gobierno, y no referido a su propia persona la cual he aprendido a apreciar y a la que le deseo una larga vida de amor, paz y confraternidad con todos nosotros, amén, amén, aleluya.

Debo decir, sin embargo, queridos hermanos y hermanas en la fe socialista y la religión de la igualdad de género, que a pesar de haber aprendido estos días gracias a vuestras cariñosas observaciones y caritativas advertencias a amar y respetar a nuestro admirado presidente Rodríguez, que lo cierto es que tal y como están las cosas, y perdonar de nuevo la expresión, no doy ni un euro por él. Dicho de otro modo, creo que a pesar de sus esfuerzos titánicos por estirar hasta el infinito el presupuesto para gastarse hasta las propinas en sucesivos planes que obviamente no nos han llevado a ninguna parte, sino es a peor, tengo para mí que cada vez son más los ciudadanos que de un modo seguramente ingrato y nada justo teniendo en cuenta todo lo que Rodríguez ha hecho por ellos, le dan ahora la espalda, y que a medida que se demuestre que todos esos esfuerzos suyos son baldíos y que es evidente que ha perdido el favor del Altísimo y, por lo tanto, no es que haya perdido también el norte, sino que ha perdido hasta la brújula, aumentará de manera exponencial a las cifras del paro el número de españoles ingratos que le den la espalda y sueñen con enviarlo a galeras. Pero solo en sueños, ¿eh? No penséis, queridos hermanos y hermanas en la fe, que alguien, por malvado y maledicente que sea, pueda de verdad querer algo tan atroz para nuestro amado presidente.

Y es que, queridos hermanos y hermanas, me veo en la obligación de recordaros que a pesar de que muchos de vosotros os sintáis obligados a guardarle cristiana obediencia y preceptiva veneración, son cada vez más los fieles que alertan sobre el rumbo equivocado que parece haber tomado nuestro querido benefactor y amable padre. A las advertencias de nuestro querido hermano en la fe Miguel Ángel Fernández Ordóñez, se han unido las del hermano Taguas y las del hermano Almunia, a los que Dios guarde muchos años el sentido común, así como las de numerosos fieles que siguiendo las palabras de estos hermanos han empezado a poner en duda, mediante escritos y manifiestos, la verdad tal cual nos la ha expresado con palabras sin duda certeras y llenas de ánimo benefactor nuestro querido guía espiritual y faro que alumbra la oscuridad de nuestras almas. Hoy, queridos hermanos y hermanas, resulta baldío el esfuerzo de nuestra luz por enseñarnos el camino recto y el final del oscuro túnel en el que nos encontramos, de aquí a un par de semanas, semana más, semana menos, cuando resulta que desde otras iglesias hermanas en la fe como el Banco de España, la Comisión Europea o el FMI se nos dice que tardaremos años en volver a ver los verdes prados de la abundancia.

Y es que, queridos hermanos y hermanas, lo que hasta ahora parecía que se trataba solo de una abominable falsedad esgrimida sin vergüenza ni pudor alguno por los enemigos de la fe, esos infieles energúmenos por los que, sin embargo, tanto rezáis y tenéis en cuenta en vuestras oraciones y que se agrupan bajo las siglas de Partido Popular, y que no son más que una iglesia apóstata de la fe verdadera, se ha convertido ya en una verdad insondable bajo cuyas premisas se dan cita cada vez más fieles que abandonan el camino seguido hasta ahora. Rodríguez, queridos hermanos y hermanas, y que Dios me perdone por decir esto, nos mintió y, lo que es peor, lo sigue haciendo. Probablemente esta actitud de nuestro querido guía nace de un natural deseo de hacer el bien y no mirar a quién, pero parece ser que poco puede hacerse ya por ayudarle a corregir su error. De hecho, los obispos de otras iglesias hermanas que hasta ahora le veneraban en la Catedral del Congreso, también han decidido dejar que se cueza solo en su propia salsa, y de nuevo, hermanos y hermanas, vuelvo a pediros perdón por esta expresión vulgar pero que tan acertadamente visualiza la situación en que se encuentra. Por eso no puedo por menos que repetiros, a riesgo de que me reprendáis por ello, que Rodríguez está ‘caput’. Y no sabéis la de gracias que doy a Dios por ello. Hala.

Permitidme que comience haciendo una pequeña aclaración: ‘caput’ no es un insulto, ni siquiera una descalificación. Lo digo por los hermanos y hermanas ursulinas que habitualmente leen este Dos palabras y a los que les provoca un apocado sonrojo y un sonoro malestar algunas expresiones fruto de mi natural vehemencia, y de lo que se hacen cumplido eco en el foro en términos propios de una reprimenda eclesial: “el querido hermano Federico Quevedo ha dicho hoy que lo que hace Zapatero es una necedad… Recemos por él y elevemos plegarias al Altísimo para que cuide su vocabulario y se abstenga de tan graves descalificaciones impropias de un servidor de la palabra como él, y ayudémosle a sentir lástima y compasión por ese alma de Dios que es el presidente Rodríguez Zapatero en estos momentos tan difíciles que le ha tocado vivir con sacrificio y entrega a los ciudadanos a los que gobierna”. Pues queridos hermanos y hermanas ursulinas, sabed que ‘caput’ no es insulto alguno, sino una expresión no reconocida por nuestros ilustres académicos de la lengua, fruto por tanto del diccionario popular o de la calle, y que viene a significar que aquel a quien se refiere tiene, por decirlo de una manera un tanto brusca -y si a alguno le molesta le ruego por favor que acepte mis excusas-, que tiene los días contados, obviamente referido esto a los días al frente del Gobierno, y no referido a su propia persona la cual he aprendido a apreciar y a la que le deseo una larga vida de amor, paz y confraternidad con todos nosotros, amén, amén, aleluya.