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De cómo lo que podía salir mal acaba saliendo… peor
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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De cómo lo que podía salir mal acaba saliendo… peor

¡Me encantan las Leyes de Murphy, o los Principios de Peter! Tanto da que da lo mismo. ¿Saben aquel que dice que el pan untado de

¡Me encantan las Leyes de Murphy, o los Principios de Peter! Tanto da que da lo mismo. ¿Saben aquel que dice que el pan untado de mantequilla cuando cae al suelo inevitablemente lo hace del lado de la mantequilla? Bien, pues hay uno mejor que dice que cuando gobierna Rodríguez, si una cosa puede salir mal, inevitablemente sale peor. ¡Parece que se empeñan en que todo se les tuerza! Y cuando el agua les llega al cuello, cual infantes en patio de colegio se ponen a jugar al ‘tú la llevas’ mientras las vidas de un puñado de compatriotas penden de un hilo en las lejanas aguas de Somalia.

 

Uno ya no sabe a qué atenerse y no sé que es peor, si pensar que estamos en manos de una pandilla de inútiles desorientados, o comprobar que se trata de unos osados que encima se creen que están haciendo las cosas bien. Esta pobre gente lleva más de cuarenta días soportando un secuestro inhumano, y sus familias ese mismo tiempo sometidos a la presión de la incertidumbre y el miedo, y durante todo este tiempo el Gobierno de Rodríguez les ha ninguneado… Es más, durante semanas el secuestro ha ocupado un segundo o tercer plano en las prioridades del Ejecutivo… Hasta que no ha tenido más remedio que ponerse las pilas, porque si bien es cierto que el secuestro en sí no tiene consecuencias electorales –y ése es el único cálculo que en todo esto hace el Gobierno-, un desenlace fatal del mismo podría ser desastroso, y esa posibilidad empezó a cobrar fuerza en el momento en el que los piratas elevaron sus exigencias a una con la que el Gobierno no contaba: la liberación de los dos piratas retenidos en nuestro país.

Un lío de narices que tiene su origen en una de esas inmensas estupideces, fruto de la improvisación, a las que nos tiene acostumbrados este Gobierno. Verán, vericuetos legales al margen –no porque no sean claves, sino porque son demasiado farragosos para exponerlos en estas líneas-, lo cierto es que a los dos piratas somalíes había que haberlos dejado prudentemente en Kenia ya que es el ámbito judicial que la Comunidad Internacional acepta como tal para estos delitos de piratería.

Sin embargo, en uno de esos arranques de insensatez propios de la pandilla de inútiles que rodea a Rodríguez –de la que, obviamente, él como Inútil Mayor es el jefe-, alguien decidió dar la orden a la Abogacía del Estado para que trajera a España a los dos corsarios, pero una vez en nuestro país el asunto se complicó considerablemente. Y no me refiero al tema de la edad de uno de ellos, que bastante coña marinera ha traído consigo, sino al hecho de que una vez aquí, el traslado a Kenia resultaba ya casi imposible porque nuestras leyes son nuestras leyes y hay que cumplirlas.

El juego de ‘tú la llevas’

Ahora, cuando es evidente que esa decisión fue un error mayúsculo, se tiran los trastos a la cabeza entre todos ellos. Primero le echaron la culpa a la Audiencia –Garzón mediante, siempre hay un juez dispuesto a salir en todas las portadas-, pero como la Audiencia, de modo absolutamente inaudito, le ha cantado las cuarenta al Gobierno, ahora se tiran los trastos entre De la Vega, Caamaño y Chacón, mientras Moratinos practica el noble ejercicio de la diplomacia con las nobles autoridades de ese gran estado moderno que es Somalia. Vamos, para correrlos a boinazos. ¡Ah! Pero como la boñiga ya es imposible de ocultar porque apesta a kilómetros, el Gobierno recurre a lo que mejor sabe hacer, que es intentar taparle la boca a todo el mundo, desde la oposición a los medios de comunicación, pasando –por supuesto- por las familias.

Siempre recurren a lo mismo: Cuando el Gobierno negaba la crisis y los demás la advertíamos, entonces éramos unos antipatriotas. Cuando queremos que se investigue el caso del Bar Faisán y se asuman responsabilidades políticas, entonces somos unos desleales con la lucha antiterrorista –cuando menos, nuestra deslealtad será menor que la de quien se chivó a ETA, digo yo-. Si ponemos en duda la legalidad del uso de la red de escuchas Sitel, entonces estamos situando bajo sospecha la actuación del Gobierno y las Fuerzas de Seguridad del Estado –como si después de las condenas por escuchas ilegales y por el crimen de Estado del felipismo pudiéramos poner la mano en el fuego por un Ejecutivo en el que su titular de Interior se llama Alfredo Pérez Rubalcaba-. Y si criticamos al Ejecutivo por su no-actuación en la crisis del Alakrana, entonces es que les hacemos el juego a los piratas, que debe ser que no viven esperando que les pasen cada mañana el resumen de prensa de los medios nacionales.

Hombre, como broma ya está bien. Lo que tendría que hacer este Gobierno, en lugar de preocuparse tanto por lo que de él se dice en los medios de comunicación, es reconocer sus errores e intentar enmendarlos, y menos exigir comportamientos que, desde luego, el PSOE nunca tuvo cuando quien gobernaba era el PP y tenía que enfrentarse a otras crisis que también hubieran requerido mayor lealtad institucional por parte de la oposición. Pero tanta hipocresía, tanto cinismo y tanta inutilidad, acaba pasando facturas y empeorando las cosas.

¡Me encantan las Leyes de Murphy, o los Principios de Peter! Tanto da que da lo mismo. ¿Saben aquel que dice que el pan untado de mantequilla cuando cae al suelo inevitablemente lo hace del lado de la mantequilla? Bien, pues hay uno mejor que dice que cuando gobierna Rodríguez, si una cosa puede salir mal, inevitablemente sale peor. ¡Parece que se empeñan en que todo se les tuerza! Y cuando el agua les llega al cuello, cual infantes en patio de colegio se ponen a jugar al ‘tú la llevas’ mientras las vidas de un puñado de compatriotas penden de un hilo en las lejanas aguas de Somalia.

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