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Francisco Camps, 10-03-2009: “Yo siempre me pago mis trajes”
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Francisco Camps, 10-03-2009: “Yo siempre me pago mis trajes”

Aquel 10 de marzo de 2009, delante de toda la cúpula del PP -allí estaban Rajoy, Cospedal, Sáenz de Santamaría, Gallardón, Aguirre, Sánchez Camacho, Arenas y

Aquel 10 de marzo de 2009, delante de toda la cúpula del PP -allí estaban Rajoy, Cospedal, Sáenz de Santamaría, Gallardón, Aguirre, Sánchez Camacho, Arenas y un largo etcétera de dirigentes populares- el presidente de la Generalitat Valenciana, a preguntas de un asistente al almuerzo-coloquio organizado por el Foro ABC en el Casino Gran Madrid de la capital de España, respondió sin vacilar: “Claro que me pago mis trajes, yo siempre me pago mis trajes”.

Recuerdo perfectamente que ante tal contundencia en la afirmación, en Génova 13 no había duda, y hasta el propio Rajoy en público y en privado aseguraba convencido que Camps iba a demostrar que se pagaba sus trajes. Ya entonces algunos creíamos, sin embargo, que ante la imposibilidad de poder demostrar lo indemostrable no existiendo factura alguna que lo demostrara, lo mejor hubiera sido que Camps reconociera el obsequio de los trajes y que, incluso, se aviniera a pagarlos ante notario o ante la autoridad judicial si fuera pertinente y asequible.

Lejos de ese gesto, el presidente valenciano, mal aconsejado por su equipo de abogados, y peor por su equipo personal y de comunicación, optó por mantenerse en sus trece. Después de aquello el TSJV decidió archivar el caso, pero éste fue reabierto por el Supremo y ahora Camps está viendo como el escándalo de los trajes vuelve a saltar a las primeras páginas de los periódicos y, sobre todo, va a contribuir a amargarle un poco la campaña electoral que se avecina a su líder, Mariano Rajoy.

Pues bien, ayer en la vista preeliminar ante del juicio oral, los abogados de Camps introdujeron un elemento nuevo al reconocer que éste había recibido regalos, claro que no como presidente de la Generalitat, sino como presidente del PP valenciano. La especificación no es baladí, ya que el delito de cohecho está ligado a la ostentación de cargo público, y presidente de la Generalitat lo es, no así presidente del PP. Lo que ocurre es que si ya ha resultado imposible demostrar que compró los trajes y ha tenido que admitir que fueron un regalo, más lo va a ser convencer al juez de que el regalo no está vinculado a su cargo público, entre otras cosas porque ambos cargos recaen a la vez y al mismo tiempo en la misma persona, y es evidente también que Orange Market, la empresa que dirigía su amigo Álvaro Pérez, el Bigotes, disfrutaba de contratos con la Administración autonómica.

Lo que verdaderamente importa hoy es la constatación de que Camps no dijo la verdad, de que mintió, y de que lo hizo delante de toda la plana mayor de su partido en un intento por convertirles en cómplices de su mentira.

Pero, fíjense, si me apuran ya es lo de menos en esta historia, que me consta que Rajoy percibe como un serio problema -probablemente el único que a día de hoy le quita el sueño en clave interna o de partido-, lo de menos, digo, es si hubo o no cohecho, si Camps es amigo de el Bigotes, etcétera. Lo que verdaderamente me importa hoy -ya veremos más adelante-, es la constatación de que Camps no dijo la verdad, de que mintió, y de que lo hizo delante de toda la plana mayor de su partido en un intento por convertirles en cómplices de su mentira.

En Estados Unidos, a Bill Clinton una mentira le costó un proceso de impeachment. En España no existe esa figura, por desgracia, porque de hecho aquí los políticos se pueden permitir el lujo de mentir sin que aparentemente les pase nada. Pero ni siquiera el hecho de que Francisco Camps haya revalidado su mayoría absoluta en las Cortes Valencianas –habiendo perdido apoyo popular, eso sí, y sufriendo un desgaste personal enorme en la valoración que de él tienen los ciudadanos-, esconde la tremenda vulneración de los más elementales principios de la ética política. La mentira es, sin duda, de los peores vicios que puede tener un político, el mayor de los ‘pecados civiles’ en el que puede caer un gobernante, porque supone una traición a la confianza que cientos de miles de personas depositan en él.

Francisco Camps no ha dicho la verdad, no la dijo desde el principio y eso ha enviciado toda su actitud en este proceso. De haber reconocido desde el principio que sí, que había aceptado esos regalos, y que admitía que haberlo hecho era un error político que debía reparar pagándolos, las cosas habrían sido de otra manera, pero él mismo se ha ido viendo superado por unos acontecimientos que cuestionaban toda su actitud y que ponen en duda su capacidad para ocupar el cargo de presidente de una de las mayores Comunidades de España. Alguna vez he dicho y escrito que lo primero que tenía que haber hecho Camps es quitarse de encima a todos aquellos que a su alrededor le han mal aconsejado y le han conducido a este calvario. Pero eso tiene ya poco arreglo.

Hoy, la única salida digna que le queda al presidente de la Comunidad Valenciana es dejar su cargo y afrontar el juicio que se le viene encima dedicando todos sus esfuerzos a la defensa que necesita. Si después sale indemne de esta situación, es probable -aunque lo dudo- que haya espacio para su recuperación política, pero lo que no puede seguir haciendo es creer que las urnas le han absuelto de sus errores, porque no es así. Eso no es la democracia, no lo ha sido nunca. Las urnas tienen su explicación en cada momento, y probablemente el resultado en Valencia hubiese sido otro de no haber mediado una grave crisis económica. L

os pueblos se equivocan, es cierto, y tienen derecho a hacerlo porque, entre otras cosas, no lo hacen a conciencia. Pero eso no exime a los políticos de su responsabilidad, y la de Francisco Camps es mucha, porque casos como el suyo son los que hacen que la ciudadanía se aleje cada vez más de sus gobernantes causando un grave daño, un grave perjuicio al resto de una clase política honrada que de verdad está ahí por una vocación de servicio -remunerada, obviamente-. Y causa un grave daño, también, a su propio partido que, aunque va a ganar las elecciones, para la opinión pública sigue siendo un partido ligado a la corrupción. Y esa también es una percepción injusta.

#rebélate

Aquel 10 de marzo de 2009, delante de toda la cúpula del PP -allí estaban Rajoy, Cospedal, Sáenz de Santamaría, Gallardón, Aguirre, Sánchez Camacho, Arenas y un largo etcétera de dirigentes populares- el presidente de la Generalitat Valenciana, a preguntas de un asistente al almuerzo-coloquio organizado por el Foro ABC en el Casino Gran Madrid de la capital de España, respondió sin vacilar: “Claro que me pago mis trajes, yo siempre me pago mis trajes”.

Francisco Camps Caso Gürtel Mariano Rajoy