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Todo el poder para los ‘sorayos’ y ‘maricomplejines’
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Todo el poder para los ‘sorayos’ y ‘maricomplejines’

Tengo que reconocer que me produce una satisfacción casi infinita escribir estas líneas. Hay veces en la vida que solo hace falta esperar, dejar pasar el

Tengo que reconocer que me produce una satisfacción casi infinita escribir estas líneas. Hay veces en la vida que solo hace falta esperar, dejar pasar el tiempo, para ver cómo las cosas se dan la vuelta y se enfría la revancha, pero ya dice el refrán que la venganza es un plato que se sirve frío. No se trata de llegar a tanto, pero como sé que ninguno de los que desde el jueves ocupan ya sus respectivas parcelas de poder -y mucho menos quien les ha nombrado- van a ejercitar este pequeño pero satisfactorio gesto de corte de mangas verbal, me voy a dar el gustazo de hacerlo yo. Primero porque me apetece, y segundo porque también. Y a esos que desde el primer día de la derrota electoral del año 2008 se empeñaron en poner todos los palos posibles en las ruedas de la bicicleta de Mariano Rajoy, a esos que cada mañana-tarde-noche escupían desde sus micrófonos contra el hoy presidente del Gobierno y su equipo, a esos que no dudaban en caer en el ataque directo y barriobajero contra la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría cuestionando su capacidad profesional y su integridad personal, a todo esos hoy lo que apetece decirles es: “¡Os jodéis!”.

Si, así, con todas sus letras, bien alto, fuerte y claro, porque ha sido mucho tiempo aguantando día tras días, jornada tras jornada, aquello de los “sorayos”, de los “maricomplejines”, de si éste es el lacayo de Soraya, de si el otro es un correveidile de Rajoy, de si Nini, de si Nono… Porque una cosa es la crítica política, que eso sabemos hacerlo todos, y lo hacemos, y lo haremos si este Gobierno no hace las cosas como creemos que debe hacerlas, y otra bien distinta utilizar los medios de comunicación como si se tratara de una mafia siciliana, porque es que a algunos solo les ha faltado colocar cabezas de caballo en la cama de alguno de los colaboradores de Mariano Rajoy. Lo que más me satisface de lo que ha pasado en estas semanas es precisamente que Mariano Rajoy ha llegado a la Presidencia del Gobierno sin atadura ninguna, sin deberle nada a nadie, y mucho menos a ningún medio de comunicación, a ningún director de periódico, ni a ningún locutor de radio que sigue sangrando por todas sus heridas y cada día que pasa pierde más audiencia y más credibilidad, si es que alguna vez tuvo alguna.

Mariano Rajoy ha llegado a la Presidencia del Gobierno sin atadura ninguna, sin deberle nada a nadie, y mucho menos a ningún medio de comunicación

Hoy, los “sorayos” y los “maricomplejines” gobiernan este país, y lo hacen con un poder como nunca antes había tenido un equipo de Gobierno, y lo van a seguir haciendo con el mismo estilo con el que han actuado durante todos estos años: con moderación, con tolerancia, escuchando a todo el mundo y no aceptando chantajes ni cayendo en necias conspiraciones de salón.

Lo que han tenido que aguantar Mariano Rajoy y su equipo durante este tiempo ha sido inimaginable. Se ha llegado a atacar de manera absolutamente indecente hasta a su jefa de prensa y se ha cuestionado de manera sistemática todo, absolutamente todo, lo que hacían o dejaban de hacer el líder del PP y su gente. No han concedido ni media opción a la duda, y a determinados dirigentes del PP, como Alberto Ruiz-Gallardón, lo han fusilado –verbalmente, claro- cada amanecer sin piedad alguna. Nunca un partido político de este país ha sufrido un acoso tan brutal por parte de quienes supuestamente se erigían en portavoces de sus votantes. Nunca. Y todo con un único objetivo: controlar el PP, modelarlo a su antojo. Una trampa en la que nunca quiso caer Mariano Rajoy y no se lo perdonaron, como no le perdonaron que tampoco cayera en la trampa de la conspiración del 11-M, o en las otras muchas trampas que en materia de terrorismo le han querido poner estos profetas del Apocalipsis.

Tengo que reconocer que me produce una satisfacción casi infinita escribir estas líneas. Hay veces en la vida que solo hace falta esperar, dejar pasar el tiempo, para ver cómo las cosas se dan la vuelta y se enfría la revancha, pero ya dice el refrán que la venganza es un plato que se sirve frío. No se trata de llegar a tanto, pero como sé que ninguno de los que desde el jueves ocupan ya sus respectivas parcelas de poder -y mucho menos quien les ha nombrado- van a ejercitar este pequeño pero satisfactorio gesto de corte de mangas verbal, me voy a dar el gustazo de hacerlo yo. Primero porque me apetece, y segundo porque también. Y a esos que desde el primer día de la derrota electoral del año 2008 se empeñaron en poner todos los palos posibles en las ruedas de la bicicleta de Mariano Rajoy, a esos que cada mañana-tarde-noche escupían desde sus micrófonos contra el hoy presidente del Gobierno y su equipo, a esos que no dudaban en caer en el ataque directo y barriobajero contra la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría cuestionando su capacidad profesional y su integridad personal, a todo esos hoy lo que apetece decirles es: “¡Os jodéis!”.