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#Yoel29trabajo porque no le hago el juego a la mafia sindical
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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#Yoel29trabajo porque no le hago el juego a la mafia sindical

Tres meses, tres, han necesitado las centrales sindicales para montarle una huelga general al Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy. A Felipe González, a José

Tres meses, tres, han necesitado las centrales sindicales para montarle una huelga general al Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy. A Felipe González, a José María Aznar y a José Luis Rodríguez Zapatero les dieron bastante más tiempo, siete años al primero y seis a los segundos. A Rajoy, cien días. ¡Manda huevos!, que diría aquel. Yo no sé lo que va a pasar el 29 de marzo, porque no soy adivino, pero los sondeos dicen que la mayoría de la gente de este país no está por hacer una huelga general en la que, sin duda, son CCOO y UGT quienes más se la juegan, porque un fracaso sería su tumba definitiva tal y como conocemos hasta hoy a los sindicatos de nuestro país. Tampoco es que el éxito vaya a ayudarles mucho más, pero alargará su agonía: nuestros sindicatos son un vestigio del sindicalismo de principios del siglo pasado condenado a transformarse y adaptarse a los cambios sociales.

Hasta ahora habían aguantado porque tanto izquierda como derecha, los primeros por convicción y los segundos por complejo, les habían permitido sobrevivir en su machito particular regándoles con cuantiosas subvenciones y concediéndoles mayor representatividad de la que tienen. Pero, si este país quiere salir adelante y volver a ganar en competitividad y creación de empleo, necesita modificar de arriba abajo su estructura de relaciones laborales, y eso incluye a los sindicatos y a la patronal. El Gobierno de Rajoy lo sabe, y lo va a hacer. Y no parece que le vaya a temblar el pulso por una huelga general que ya daba por descontada, luego el primer, en mi opinión, error de los sindicatos es precisamente ese: cumplir con una hoja de ruta prevista de antemano. Insisto en que no sé lo que va a ocurrir el día 29, pero sé que yo no voy a hacer huelga. No la he hecho nunca, con ningún gobierno, porque va contra mis principios actuar en contra de quienes tienen la responsabilidad de generar las condiciones para crear empleo.

Yo no creo –como si creen, sin embargo, los viejos dogmáticos del socialismo real-, que los gobiernos y los empresarios se unan en contra de los trabajadores para jorobarles porque sí. No creo que lo hiciera Felipe González, ni creo que lo hiciera José María Aznar, que se achantó y dio marcha atrás, ni tampoco José Luis Rodríguez Zapatero, que no se atrevió a llevar a cabo la reforma que tenía escrita y que era básicamente la misma que ha hecho Mariano Rajoy. Ni mucho menos éste, que si algo está demostrando en estos primeros compases de su Gobierno es un enorme sentido común y un equilibrio sorprendente en sus actuaciones de manera que nadie pueda decir que sigue los dictados de unos o de otros. Siempre dijo que actuaría con independencia, que no tenía facturas ni deudas y lo cierto es que lo está demostrando tomando decisiones que, en algunos casos, ya le hubiera gustado tomar al Partido Socialista y no se atrevió.

Pero si el PP está dispuesto a legislar contra los grandes emporios financieros, si está dispuesto a bajar los sueldos de los banqueros y los ejecutivos de las empresas públicas, si está dispuesto a favorecer la dación en pago para evitar desahucios como hizo ayer el Consejo de Ministros, si está dispuesto a penalizar a los malos gestores públicos, si está dispuesto a todo eso y a más gestos de contenido social que vamos a ir viendo en semanas venideras, dudo mucho que se acobarde frente a unos sindicatos que han demostrado con creces que mientras gobernaba el PSOE eran unos paniaguados y que sólo se atreven a salir a la calle cuando gobierna la derecha, y además lo hacen para servir a los intereses electorales del Partido Socialista en Andalucía. Porque, no les quepa a ustedes la menor duda, esa es la razón principal de la convocatoria, pactada bajo la mesa con la dirección socialista para ver si así consiguen conjurar las encuestas y evitar la mayoría absoluta del PP.

La otra razón, la que realmente mueve a los sindicatos y que no es otra que la supervivencia de sus prebendas políticas y financieras, igual daba defenderla el 29 de marzo que dentro de seis meses cuando realmente hubieran podido tener más fuerza, porque si de algo estamos todos seguros es de que para entonces la crisis se habrá cebado todavía más en el empleo. Sí, no se sorprendan… La reforma laboral tiene el objetivo de conseguir que en cuanto la economía empiece a presentar síntomas de recuperación, el empleo vuelva a las estadísticas y no sea necesario esperar a crecer por encima del 2,5% como ocurría antes. Ese, y el de evitar que cayendo al 1,7% la sangría del paro sea aún mayor de lo que va a ser.

Pero lo cierto es que a los sindicatos, a los señores Toxo y Méndez, nunca les han preocupado los trabajadores y, mucho menos, los parados… Lo que les preocupa es perder sus prerrogativas, su posición de poder, su papel en una sociedad que ya les ha dado la espalda porque es consciente de que ellos tienen mucho que ver en haber llegado a la situación a la que hemos llegado. Es tan evidente el sesgo partidista de su convocatoria que sólo puede encontrar rechazo en una sociedad harta de que le tomen el pelo y la tomen por idiota. Por eso, #Yoel29trabajo y espero y confío en que todos los que queremos ejercer nuestro derecho constitucional a acudir a nuestros empleos, podamos hacerlo con absoluta libertad y con todas las garantías. Lo contrario, sólo abundará en la imagen mafiosa que vienen acumulando estos sindicatos de clase que hace ya mucho tiempo dieron la espalda a los trabajadores.

Tres meses, tres, han necesitado las centrales sindicales para montarle una huelga general al Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy. A Felipe González, a José María Aznar y a José Luis Rodríguez Zapatero les dieron bastante más tiempo, siete años al primero y seis a los segundos. A Rajoy, cien días. ¡Manda huevos!, que diría aquel. Yo no sé lo que va a pasar el 29 de marzo, porque no soy adivino, pero los sondeos dicen que la mayoría de la gente de este país no está por hacer una huelga general en la que, sin duda, son CCOO y UGT quienes más se la juegan, porque un fracaso sería su tumba definitiva tal y como conocemos hasta hoy a los sindicatos de nuestro país. Tampoco es que el éxito vaya a ayudarles mucho más, pero alargará su agonía: nuestros sindicatos son un vestigio del sindicalismo de principios del siglo pasado condenado a transformarse y adaptarse a los cambios sociales.