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Yo quiero la ‘agenda Monti’: menos políticos, menos impuestos
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Yo quiero la ‘agenda Monti’: menos políticos, menos impuestos

El dimisionario primer ministro italiano, Mario Monti, ha decidido por fin presentarse a las elecciones generales de su país, y lo va a hacer revolucionando la

El dimisionario primer ministro italiano, Mario Monti, ha decidido por fin presentarse a las elecciones generales de su país, y lo va a hacer revolucionando la política italiana, con una puesta en escena y un programa electoral que se distancia mucho de los modelos partidistas que hasta ahora protagonizaban la gobernanza de aquel país -y de este, claro-. Monti se presenta como una alternativa transversal entre la derecha y la izquierda representadas en el Partido de la Libertad de Berlusconi y el Partido Democrático de Bersani, que a su vez luchan por mantener el esquema bipartidista y ven con temor la posibilidad de que el hasta ahora primer ministro acabe con la hegemonía de unos y otros. Y es que Monti tiene a su favor el no formar parte de eso que en Italia se llamó La Casta y que en España tradujimos en episodios nacionales de la corrupción y el despilfarro Daniel Forcada y yo en el libro El negocio del poder.

Monti se presenta a las elecciones no como un antisistema, sino como un regenerador del sistema, como un Mr Propper dispuesto a acabar con la suciedad y los gérmenes que contiene el edificio del Estado, y que, tanto en Italia como en España, se trata de edificios bastante mal conservados. Lo que ofrece Monti a los electores italianos es frescura en el mensaje y audacia en sus propuestas… Ofrece lo que La Casta no puede ofrecer porque vive de mantener el statu quo tal cual está. Solo alguien como Monti, alguien que no se siente vinculado ni a las prebendas ni a los privilegios del sistema, puede ofrecer cambiar lo esencial: todo aquello que tanto en Italia como España nos ha conducido a una situación insostenible y que tiene mucho que ver con el modelo de democracia partidista que sufrimos y cómo todo se dirige al sostenimiento de unas estructuras de poder de las que dependen miles de enchufados de los partidos. ¿Y qué propone el ex primer ministro italiano? Lo que se ha dado en llamar la agenda Monti se resume en cuatro puntos esenciales:

1.- Reducir el número de parlamentarios: Traduzcámoslo por reducir el número de políticos en general y de todo ese personal nombrado a dedo en puestos que en la mayoría de los casos podrían cubrir funcionarios perfectamente cualificados para ello, pero de quienes los políticos no se fían porque no son de su confianza. Cuidado, esto tampoco debe convertirse en una causa general contra la clase política. Su trabajo es necesario en todos los estamentos en los que se lleva a cabo, y en la inmensa mayoría de los casos se trata de una labor honrada, honesta y llevada a cabo con vocación de servicio. No me gusta participar de esa costumbre tan española de demonizar a toda la clase política por el comportamiento reprobable de unos pocos, y me parece necesario contribuir a dignificar de nuevo el trabajo de nuestros representantes.

Pero eso no quita para que no puedan cambiarse muchas cosas: para que no puedan eliminarse privilegios, para que no puedan limitarse los mandatos y los tiempos en los cargos públicos, para que no pueda reducirse el número de parlamentarios nacionales, regionales y concejales, para que no puedan ajustarse algunos sueldos desorbitados, para que no pueda recortarse el número de asistentes-asesores-secretarias-directores-jefes de gabinete-chóferes… que disparan los gastos de personal de la Administración y que, como decía, en muchos casos son puestos que podrían cubrir funcionarios de carrera.

¿Cabe en España una agenda Monti? Desde luego, no parece que ninguno de los dos grandes partidos esté dispuesto a asumirla, por lo que debería surgir una fuerza transversal que hiciera suyo ese programa. Quizás este año 2013 sea el momento de verla nacer2.- Simplificación del proceso electoral: Digamos que es uno de los elementos esenciales que hay que reformar para incidir en la regeneración del sistema. Desconozco cuál es la propuesta concreta de Monti para Italia, pero aquí en España es evidente que hace falta una reforma que garantice una representación política más ajustada a los votos percibidos que la vigente en la actualidad. No es comprensible que partidos que se presentan en una única circunscripción obtengan en el Parlamento Nacional el doble de representación que formaciones que logran tres veces más votos en todo el territorio nacional. No solo eso: deberíamos cambiar el sistema de elección para garantizar las listas abiertas y la elección directa de acaldes y presidentes de comunidades autónomas, e introducir un verdadero sistema de primarias en los partidos políticos de manera que los candidatos sean elegidos por los militantes y simpatizantes, y no por los aparatos de las organizaciones políticas.

3.- Reorganización territorial del Estado: Esto, sin duda, merece un análisis mucho más amplio, pero es evidente que, tal y como lo hemos concebido hasta ahora, nuestro modelo territorial adolece de muchos defectos y necesita una profunda reforma, tanto en lo que afecta a las comunidades autónomas como en la organización local. Empezando por esto último, deberíamos perderle el miedo a la concentración de municipios pequeños y a la desaparición o la reforma de las diputaciones provinciales. Las diputaciones deben dejar de ser unidades de gasto para convertirse en unidades de gestión de aquellas competencias que los ayuntamientos no pueden asumir por falta de financiación, y para eso sobran los diputados provinciales con sus coches, sus despachos, sus secretarias, etcétera. Basta con mantener una unidad administrativa que asuma la gestión de esas competencias sin otro control político que el de los propios ayuntamientos afectados.

La reforma del modelo autonómico es más compleja, pero desde mi punto de vista sería necesario establecer de nuevo unos principios básicos que nos conduzcan hacia un modelo federal en el que se delimiten definitivamente las competencias de gasto y en el que cada estado asuma la competencia fiscal para financiarlas.

4.- Aligerar la presión fiscal: España tiene uno de los sistemas fiscales más arcaicos y peor definidos de toda la UE. Es necesaria una profunda reforma de nuestro sistema fiscal que establezca una verdadera progresividad y que, al mismo tiempo, permita una menor carga fiscal para las clases medias, que son las que, en definitiva, sustentan la economía de un país. A base de subir impuestos lo único que se consigue es retraer el consumo causando un enorme daño a la actividad económica y a la creación de empleo.

Esto implica también una reforma en los modelos de financiación del gasto público, fundamentalmente del Estado del bienestar, que no puede seguirse financiando exclusivamente vía impuestos porque se ha demostrado que su sostenimiento por esa vía es imposible. Si queremos garantizar que la sanidad y la educación sigan siendo universales, debemos repensar su financiación, o de lo contrario pondremos en peligro su prestación. Y lo mismo ocurre con los mecanismos de solidaridad (pensiones, paro, dependencia).

Cuatro puntos que encierran los elementos básicos para la regeneración del sistema. Nada más. Y nada menos. ¿Cabe en España una agenda Monti? Desde luego, no parece que ninguno de los dos grandes partidos esté dispuesto a asumirla, por lo que debería surgir una fuerza transversal que hiciera suyo ese programa. Quizás este año 2013 sea el momento de verla nacer.

El dimisionario primer ministro italiano, Mario Monti, ha decidido por fin presentarse a las elecciones generales de su país, y lo va a hacer revolucionando la política italiana, con una puesta en escena y un programa electoral que se distancia mucho de los modelos partidistas que hasta ahora protagonizaban la gobernanza de aquel país -y de este, claro-. Monti se presenta como una alternativa transversal entre la derecha y la izquierda representadas en el Partido de la Libertad de Berlusconi y el Partido Democrático de Bersani, que a su vez luchan por mantener el esquema bipartidista y ven con temor la posibilidad de que el hasta ahora primer ministro acabe con la hegemonía de unos y otros. Y es que Monti tiene a su favor el no formar parte de eso que en Italia se llamó La Casta y que en España tradujimos en episodios nacionales de la corrupción y el despilfarro Daniel Forcada y yo en el libro El negocio del poder.