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No todo en la vida es Bárcenas
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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No todo en la vida es Bárcenas

Para los que habitualmente vivimos y trabajamos en Madrid no hay nada como una escapada a cualquier otro lugar de España para darse cuenta de lo

Para los que habitualmente vivimos y trabajamos en Madrid no hay nada como una escapada a cualquier otro lugar de España para darse cuenta de lo muy encerrados que estamos en un mundo que se aleja bastante de lo real. Con esto no quiero decir que no sea importante todo lo que sucede, pero es cierto que en ese pequeño círculo de políticos y periodistas a veces se da demasiada importancia a cosas que no la tienen tanto.

Es evidente que para nosotros Bárcenas, por poner un ejemplo de lo último que ocupa nuestras preocupaciones cotidianas, es un factor fundamental que da vida y alimenta nuestra actividad, llena las tertulias, los espacios de opinión de los periódicos, la mayor parte de los informativos... Por supuesto que tiene su trascendencia como quedó demostrado con el debate de la semana pasada, pero sin duda no se acerca ni a la categoría de ser una preocupación menor para cientos de miles de personas en este país que sufren y lloran todos los días por razones personales, e incluso colectivas, mucho más dolorosas para ellos que las andanzas del preso de Soto del Real.

La verdadera encuesta es la de las urnas, y esa encuesta no se juega en una celda de Soto del Real, sino en las colas del Inem, en las oficinas de los bancos, en las estaciones de tren, allí donde la capacidad de acción del Gobierno tiene como consecuencia la solución de problemas reales de los ciudadanos

Llevo tres días prácticamente fuera de mi entorno habitual, y puedo asegurarles a ustedes que el modo y la manera de ver las cosas son radicalmente distintos. ¿Qué importa Bárcenas cuando la mitad de las tiendas del lugar donde me encuentro han tenido que cerrar porque los bancos han decidido, de pronto, ejecutar las pólizas de crédito? A ninguna de esas personas a las que el banco les ha llevado de un día para otro a la quiebra les quita el sueño Bárcenas, sino cómo van a dar de comer a sus hijos al día siguiente, o con qué dinero van a vestirles y llevarles al colegio.

Bárcenas -y cuando digo Bárcenas me refiero también a esas otras cosas que en Madrid nos parecen trascendentales- es aquí un divertimento, un recurso para la tertulia de bar, casi una tapa que acompaña a la cerveza del medio día... Desde luego, está muy lejos de convertirse en un asunto esencial para quienes tienen que lidiar con problemas vecinales y resolver conflictos mucho más próximos e inmediatos. Y es ahí al final donde el Gobierno se juega su prestigio y su continuidad. Sin duda Bárcenas tiene un impacto importante en la opinión pública, pero es un error creer que ese impacto puede ser definitivo...

Nada más lejos de la realidad. Bárcenas no lo es todo. Es, como mucho, una parte. Pero donde de verdad se juega el Gobierno su partida es en la resolución de los problemas de los ciudadanos. Fíjense, aquí donde estoy ha tenido mucha más repercusión la diligencia y la profesionalidad con la que las autoridades han respondido al accidente de tren de Santiago que el debate sobre el 'caso Bárcenas'. Esos son, de verdad, los problemas que preocupan a los ciudadanos, las cosas que les afectan personalmente, y no las mentiras o los chantajes de un delincuente y sus secuaces periodísticos.

Sí, ya sé lo que dicen las encuestas (pongámoslas entre paréntesis, teniendo en cuenta quiénes las hacen y quiénes las encargan), pero la verdadera encuesta es la de las urnas, y esa encuesta no se juega en una celda de Soto del Real, sino en las colas del Inem, en las oficinas de los bancos, en las estaciones de tren, allí donde la capacidad de acción del Gobierno tiene como consecuencia la solución de problemas reales de los ciudadanos.

Para los que habitualmente vivimos y trabajamos en Madrid no hay nada como una escapada a cualquier otro lugar de España para darse cuenta de lo muy encerrados que estamos en un mundo que se aleja bastante de lo real. Con esto no quiero decir que no sea importante todo lo que sucede, pero es cierto que en ese pequeño círculo de políticos y periodistas a veces se da demasiada importancia a cosas que no la tienen tanto.

INEM