Es noticia
El virrey extremeño que ‘viste’ a Monago
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

El virrey extremeño que ‘viste’ a Monago

Una tarde del pasado mes de agosto el presidente de la Junta de Extremadura, que no descansa ni para dormir, pidió a su secretaria que hiciera

Una tarde del pasado mes de agosto, el presidente de la Junta de Extremadura, que no descansa ni para dormir, pidió a su secretaria que hiciera pasar a su despacho al todopoderoso director general del gabinete de la presidencia del Gobierno extremeño, Iván Redondo. Una vez frente a frente, José Antonio Monago le preguntó qué tal iban las cosas y Redondo se puso a contarle los cambios que estaba haciendo en la Consejería de Administraciones Públicas, quitando y poniendo cargos aquí y allá… “Muy bien -interrumpió el presidente de la Junta- pero, oye Iván, sólo te quiero recordar una cosa…”. Sorprendido, Redondo le hizo un gesto para que continuara y Monago afirmó contundente: “El presidente de la Junta de Extremadura soy yo”.

Era la primera vez en los dos años que llevaban trabajando juntos que Monago le hablaba en ese tono y Redondo acusó el golpe, un golpe que, sin embargo, no valía por todos los cadáveres que el áulico asesor del presidente extremeño ha ido dejando por el camino. ¿Quién es Iván Redondo? ¿Por qué traerle a este post? Redondo es uno de esos personajes a los que, aparentemente, les gusta trabajar en la sombra, el clásico killer que hace las delicias de los guionistas de series como El ala oeste de la Casa Blanca. Pero esto es España, no Estados Unidos y Extremadura no es Washington, aunque este donostiarra afincado temporalmente en Mérida lo pretenda.

Sin embargo, lo cierto es que Monago confía en él desde hace tiempo y Redondo es el artífice de una forma de hacer política que encaja perfectamente con el perfil del presidente extremeño, obligado por las circunstancias a un pacto contra natura con Izquierda Unida para poder gobernar en Extremadura que está funcionando a la perfección, para indignación de propios y extraños, a los que les gustaría ver cómo ese matrimonio de conveniencia entre Pedro Escobar y Monago hace agua. Monago se ha convertido en un verso suelto, en un díscolo que obtiene importantes réditos electorales de marcar distancias con Génova 13 y con el Gobierno de su partido en Madrid.

Monago se ha convertido en un verso suelto, en un díscolo que obtiene importante réditos electorales de marcar distancias con Génova 13 y con el Gobierno de su partido en Madrid

Hasta tal punto, que ha dejado de acudir a los Comités Ejecutivos del PP y ha llegado a invitar a Felipe González a desayunar en Badajoz para ponerlo como excusa y así no ir a Madrid a una de esa reuniones de partido el pasado 6 de mayo… Una cita importante puesto que Rajoy quería que estuvieran todos los ‘barones’ del PP para explicarles las últimas medidas de tipo económico. Pero Monago no asistió y el desplante le costó a él otro similar de los dirigente del PP catalán en una visita del presidente extremeño a esa comunidad. Después vendría la trifulca a cuenta de la intención del Gobierno de darle a Cataluña un respiro que no le ha querido dar al resto de comunidades autónomas. Y en eso no le faltaba razón al presidente extremeño, pero poco a poco se ha ido forjando esa imagen de verso suelto y, por eso, no es extraño que ahora haga buenas migas con la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Mayoría absoluta

De hecho, si hoy hubiera elecciones en Extremadura es más que probable que Monago ganara con mayoría absoluta, gracias, entre otras cosas, a que el PSOE está cada día más roto y ha perdido a dos de sus 28 diputados; los regionalistas integrados en la lista que ahora han decidido pasar al Grupo Mixto. Un movimiento que da a Monago más facilidades para gobernar en la región. Por eso, el presidente quiere hacer una remodelación de su Gobierno, por eso, y porque de las dos grandes promesas electorales de su campaña no ha podido cumplir ninguna: el desempleo ha ido a peor y no se ha avanzado nada en el desarrollo empresarial de la comunidad.

Maneja los hilos de todo lo que pasa en Extremadura hasta tal punto que hay quienes creen ver su mano negra detrás de la foto del actual secretario general de Presidencia, Juan Parejo

Monago pretendía hacer los cambios, muy profundos, este pasado mes de agosto, pero el Consejero de Administraciones Públicas, Pedro Tomás Nevado-Batalla -principal afectado, puesto que su consejería va a desaparecer para repartirse entre Vicepresidencia y la de Economía-, se fue de la lengua filtrando las intenciones de Monago a los medios y éste no ha tenido más remedio que aplazar, probablemente hasta el próximo mes de enero, su cambio de Gobierno. ¿Qué tiene que ver esto con Redondo? Mucho, puesto que a falta del decreto por el que se produzca esa remodelación, el director general del gabinete de la presidencia ya había comenzado a hacer importantes cambios en la estructura de esa consejería, y lo cierto es que Redondo, que no tiene competencia para ello, actúa como si en lugar del hombre de los medios de comunicación fuera el propio presidente de la Junta.

De hecho, maneja los hilos de todo lo que pasa en Extremadura hasta tal punto, que hay quienes creen ver su mano negra detrás de la foto del actual secretario general de Presidencia, Juan Parejo, otro hombre de confianza de Monago del que, de pronto, todos conocimos que tenía un pasado como militante de extrema derecha al ver su foto, con 18 años, saludando con el brazo en alto al estilo falangista. Pecados perdonables de juventud, pero el asunto ha dejado muy tocado a Parejo que se ha visto obligado a desaparecer durante un tiempo para evitar mayores polémicas. ¿Qué interés tenía Redondo? Todo.

Basagoiti y la política yeyé

Para comprenderlo hay que retroceder a los orígenes de este consultor que en su día estuvo afiliado al PNV pero que, sin embargo, no dudó en ofrecerse a María San Gil, que le dio un no por respuesta. Fue Antonio Basagoiti el que le dio la primera oportunidad, poniendo en su manos el marketing de la campaña electoral, que Redondo convirtió en política yeyé.

Después de eso, fue Xabier Albiol quien le encargó su campaña en Badalona, con indudable éxito. Es entonces cuando, con la vista puesta en el Gobierno de la Nación, intenta entrar en Génova, pero no lo consigue y se queda en el Senado llevando el mantenimiento de la página web del PP. De ahí, sin embargo, y por una casualidad de la vida, acaba subido a la furgoneta electoral de un José Antonio Monago que necesitaba contrarrestar su escaso conocimiento entre la opinión publica extremeña con una campaña muy dura desde el punto de vista del marketing.

Sus planes no se vieron satisfechos y entonces se ocupó personalmente de eliminar de su camino a todo aquel que habiendo estado cerca de Monago pudiera hacerle sombra

A los pocos meses de estar ya en el Gobierno, Monago tuvo que comparecer en las Cortes para explicar por qué un tal Iván Redondo, que no tenía ningún cargo en el Gobierno y que era un empleado del partido que cobraba 6.000 euros al mes, se ocupaba de hacer las entrevistas y los cortes para los nombramientos de altos cargos del Ejecutivo. Fue una época de impasse, porque Redondo insistía en dar el salto a Moncloa y por eso no quería entrar en el Gobierno extremeño.

Sin embargo, sus planes no se vieron satisfechos y, entonces, se ocupó personalmente de eliminar de su camino a todo aquel que habiendo estado cerca de Monago pudiera hacerle sombra y de su equipo más próximo ninguno tuvo premio en el Gobierno. Es más, Monago nombro como jefe de Gabinete a un conocido hombre de la Universidad, Ignacio Sánchez Benedito, que le duró a Redondo una semana. Hace un año, por estas fechas, en el PP extremeño le pidieron a Monago que sacara a Redondo del partido porque a nadie le gustaban sus tejemanejes. Pero el presidente, al que nada le gusta menos que las presiones, lo hizo pero para nombrarle director general del gabinete de la presidencia, con categoría de consejero.

La escena que se contaba al principio de este post marca, sin embargo, un cambio en la relación entre Monago y su aparente mano derecha. Redondo tiene, por primera vez, temor al futuro, y vuelve a ver enemigos en todas partes, entre otros a Luis Alfonso Hernández Carrón a quien Monago en un principio aparta del Gobierno, pero al que unos meses después encarga la Consejería de Salud. El regreso de uno de los hombres que siempre había estado al lado de Monago y la permanencia de Parejo hacen temer a Redondo que su influencia pueda ir a menos. Y ese es el motivo por el que alguno ve su mano en el suceso antes mencionado. ¿Verdad? ¿Mentira? Del hombre que en su día fue expulsado de la Asociación de Comunicadores Políticos de España, ACOP, puede esperarse cualquier cosa, pero Monago haría bien en saber a que sastre confía sus trajes, no sea que algún día aparezca desnudo delante de sus conciudadanos.

Una tarde del pasado mes de agosto, el presidente de la Junta de Extremadura, que no descansa ni para dormir, pidió a su secretaria que hiciera pasar a su despacho al todopoderoso director general del gabinete de la presidencia del Gobierno extremeño, Iván Redondo. Una vez frente a frente, José Antonio Monago le preguntó qué tal iban las cosas y Redondo se puso a contarle los cambios que estaba haciendo en la Consejería de Administraciones Públicas, quitando y poniendo cargos aquí y allá… “Muy bien -interrumpió el presidente de la Junta- pero, oye Iván, sólo te quiero recordar una cosa…”. Sorprendido, Redondo le hizo un gesto para que continuara y Monago afirmó contundente: “El presidente de la Junta de Extremadura soy yo”.

Extremadura Cataluña Política Comunidades Autónomas José Antonio Monago