Es noticia
Rajoy coge las riendas del PP andaluz
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

Rajoy coge las riendas del PP andaluz

“La culpa de que nunca vayamos a gobernar en Andalucía la tiene José María Aznar”, me dice, muy serio, un alto dirigente del Partido Popular en

“La culpa de que nunca vayamos a gobernar en Andalucía la tiene José María Aznar”, me dice, muy serio, un alto dirigente del Partido Popular en Andalucía. “Ah, ¿sí? Y eso, ¿por qué?”, le pregunto. “Porque en el año 2000, con una mayoría absoluta de 183 escaños y la economía creciendo a un ritmo desorbitado y creando empleo a destajo, tuvo la oportunidad de cargarse el PER pero le faltaron huevos para hacerlo… Es más, lo intentó y se acojonó en cuanto los sindicatos le hicieron una huelga…”, me dice. “Ya –contesto-, es que por mucho que algunos se empeñen, no le llegaba ni de lejos a la suela de los zapatos a Margaret Thatcher”. La única oportunidad real que tuvo el PP de ganar en Andalucía y gobernar fue en las elecciones de 2012, todavía subido el partido a la ola de cambio que había empezado un año antes en las municipales y autonómicas y después en las generales, producto del desastre causado por el terremoto de la segunda legislatura de Zapatero. Pero entonces el PP cometió tres errores de manual –algunos lo advertimos, que conste-, a saber:

Primero, el candidato. Javier Arenas se enfrentaba a su última oportunidad. Es verdad que la experiencia del propio Rajoy –dos elecciones perdidas antes de ganar a la tercera- podría servir de argumento a favor, pero no era lo mismo. Arenas siempre había sido un mal candidato, con una imagen muy poco favorecida en el electorado andaluz –el clásico señorito que tan poco gusta en aquella sociedad-, y que hasta aquella última ocasión había vivido acomodado al statu quo reinante en la Comunidad. Pero Rajoy le debía un favor, ya que gracias a Arenas ganó el Congreso de Valencia de 2008, y parecía que en 2012 incluso con Arenas el PP podía ganar. Y ganó, de hecho.

Segundo, vender la piel del oso… Este fue un error sustancial. Nunca se pueden dar unas elecciones por ganadas hasta que no se ha recontado hasta el último voto de la última urna, y el PP ya había repartido los cargos del nuevo Gobierno. Es verdad que las encuestas decían, hasta la más pesimista, que sacaría mayoría absoluta, pero los populares ya deberían tener asumida como parte de su estrategia la desconfianza hacia los sondeos de opinión. Sin mayoría absoluta el Gobierno –que en cualquier otra democracia consolidada le hubiera tocado gestionar- se le escapaba de las manos porque el PSOE necesitaba a toda costa mantener un poder levantado sobre los cimientos de la corrupción, aunque para ello tuviera que pactar con el diablo.

Tercero, la campaña. Toda ella giró entorno al caso de los EREs falsos y la instrucción de la juez Alaya, trasladando a la opinión pública andaluza la imagen de un partido sin ideas para gobernar y que únicamente recogía el descontento del escándalo de la corrupción. A eso había que añadir el miedo que suscitaba el asunto entre mucha gente cuyo nivel de vida dependía, precisamente, de que esa estructura de corrupción no cayera como un castillo de naipes, y los mensajes del PP no ofrecían ninguna esperanza.

A esos tres errores habría que añadir un cuarto, como fue que el Gobierno retrasara la aprobación de los Presupuestos de ese año a después de las elecciones. El caso es que nadie preparó al PP, ni mucho menos a su candidato, Javier Arenas, para lo peor, que fue quedarse a las puertas del Palacio de San Telmo. Y a partir de ahí para el PP comenzó un calvario. Primero por que era evidente que Arenas no podía seguir y ahí vino el primer choque con su archienemiga la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ya que tras su dimisión Arenas quiso poner a sus peones en el PP-A y dejar el partido en manos de su actual secretario general, José Luis Sanz, y del presidente provincial del PP malagueño, Elías Bendodo.

Vayan apuntando un nombre, que para mí –y lo digo con conocimiento de causa- es la única opción posible: Fátima Báñez. La ministra reúne los mimbres suficientes para darle la réplica a la actual presidenta andaluza

Cospedal se impuso en parte y logró que fuera Juan Ignacio Zoido quien se hiciera con las riendas del partido, aunque tuvo que ceder la secretaría regional a manos de Sanz. Lo que nadie se esperaba en el PP es que un año después de las elecciones, Griñán diera la espantada y dejara Gobierno y partido en manos de Susana Díaz. Ya entonces alguien del PP, del entorno del propio Arenas, me dijo que la actual presidenta, aún siendo una profesional crecida a los pechos del propio Griñán, valía mucho por sí misma y le iba a crear un problema al PP.

Un almuerzo con mucho riesgo

Hoy, solo unos meses después, el PSOE andaluz ya le saca siete puntos de ventaja al PP en las encuestas, y creciendo. “Y es más que probable que Susana dé el golpe de mano convocando elecciones junto a las europeas y nos pille todavía con el pie cambiado”, me dice mi fuente andaluza. Porque en esas está el PP.

La semana pasada, María Dolores de Cospedal comió con los presidentes provinciales, un encuentro que amenazó con acabar como el rosario de la aurora porque Cospedal acudió al mismo sin Arenas y acompañada de Carlos Floriano, y en el PP andaluz Arenas todavía manda mucho. Hasta el punto de que para evitar que varios de los presidentes provinciales anularan la cita y le dieran plantón, tuvo que mandar a Floriano a Madrid en su propio coche y asistir al almuerzo ella sola. ¿Y qué le dijeron allí? Pues básicamente esto: “Mira, Dolores, hasta que no tengáis claro quien va a ser el nuevo líder del PP aquí, vamos a seguir dándonos de tortas –las tortas se las dan entre el sector de Arenas que se agrupa entorno al PP de Málaga, y el resto-, pero cuando lo hayáis elegido haremos piña…”, cosa que, obviamente, la secretaria general no se creyó a la vista de cómo están las cosas en el partido allí abajo.

Pero Cospedal es consciente, también, de que ella sola no puede tomar la decisión porque sea cual sea la que tome, siempre se va a entender en contraposición a Arenas y eso va a hacer imposible la convivencia en el PP andaluz, luego la única salida la tiene en su mano Mariano Rajoy. Toda vez que Zoido, a quien las encuestas dicen que está a punto de perder la alcaldía de Sevilla, ha dicho que no va a ser el candidato porque quiere centrarse en no perder la capital, el PP necesita una catarsis –como la que necesita el PSOE a nivel nacional- y un líder.

Y eso pasa, inevitablemente, por un Congreso que debe convocarse de manera inmediata, no mucho más allá de la vuelta de las vacaciones de Navidad que es el tiempo que se ha dado Mariano Rajoy, una vez arremangado para cocinar este lío, para tomar una decisión. Un Congreso que lime las estructuras del PP andaluz, defina sus objetivos y busque un liderazgo que, frente a una Susana Díaz que ha encontrado la mina de oro del discurso con sentido de Estado, no puede ser sino otra mujer.

Vayan apuntando un nombre, que para mí –y lo digo con conocimiento de causa- es la única opción posible: Fátima Báñez. La ministra reúne los mimbres suficientes para darle la réplica a la actual presidenta andaluza. Y además es la que paga las pensiones, algo que allí tiene mucha importancia. Y las paga porque, aunque hayan perdido poder adquisitivo, lo cierto es que Zapatero las congeló, y el PP las ha subido. Poco, pero las ha subido. Y puede que para entonces las cifras del paro hayan empezado a dar buenas noticias como las de los últimos meses, y Báñez se irá a Andalucía con la mochila llena del deber cumplido.

“La culpa de que nunca vayamos a gobernar en Andalucía la tiene José María Aznar”, me dice, muy serio, un alto dirigente del Partido Popular en Andalucía. “Ah, ¿sí? Y eso, ¿por qué?”, le pregunto. “Porque en el año 2000, con una mayoría absoluta de 183 escaños y la economía creciendo a un ritmo desorbitado y creando empleo a destajo, tuvo la oportunidad de cargarse el PER pero le faltaron huevos para hacerlo… Es más, lo intentó y se acojonó en cuanto los sindicatos le hicieron una huelga…”, me dice. “Ya –contesto-, es que por mucho que algunos se empeñen, no le llegaba ni de lejos a la suela de los zapatos a Margaret Thatcher”. La única oportunidad real que tuvo el PP de ganar en Andalucía y gobernar fue en las elecciones de 2012, todavía subido el partido a la ola de cambio que había empezado un año antes en las municipales y autonómicas y después en las generales, producto del desastre causado por el terremoto de la segunda legislatura de Zapatero. Pero entonces el PP cometió tres errores de manual –algunos lo advertimos, que conste-, a saber:

Javier Arenas Mariano Rajoy Susana Díaz Juan Ignacio Zoido Fátima Báñez