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Rajoy recompone las filas de su partido
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Rajoy recompone las filas de su partido

Si alguien esperaba -yo, por ejemplo- que ayer Mariano Rajoy hiciera un discurso de clausura de fondo que marcará la agenda de lo que van a

Si alguien esperaba -yo, por ejemplo- que ayer Mariano Rajoy hiciera un discurso de clausura de fondo que marcará la agenda de lo que van a ser los dos años que restan de esta legislatura se quedó con las ganas. Nos quedamos, porque ayer Mariano Rajoy se enfundó el traje de campaña electoral, y en campaña electoral los discursos cambian radicalmente el fondo y la forma. El Mariano Rajoy de ayer en Valladolid no tenía nada que ver con el Mariano Rajoy de una semana antes en Barcelona. ¿Mejor? ¿Peor? Distinto, diría yo, en otra clave que no tenía nada que ver con la  de hace una semana en la Ciudad Condal.

Allí fue a dar una respuesta de fondo al desafío soberanista del nacionalismo catalán, y ayer fue a aplicar una inyección de autoestima a su partido a las puertas de unas elecciones europeas que se presentan muy complicadas para los populares, aunque las encuestas siguen diciendo que se mantiene por delante del PSOE -esta semana lo va a ratificar el CIS con intención de voto- y a poner en valor el trabajo de su Gobierno durante estos dos años de legislatura en un momento en el que empiezan a verse los resultados.

El cónclave popular ha servido para recomponer las filas, hacer valer las políticas, y dejar claro que el PP sigue estando donde estaba y que son otros los que se han escorado a la derecha.

Para disfrute de los suyos, el presidente vapuleó a Rubalcaba -sin nombrarlo-, hizo gala de sus reformas con un mensaje al ausente de la Convención -"Nunca un Gobierno hizo tantas reformas"- y dijo que ese proyectó reformista iba a seguir -el anuncio de bajada de impuestos es, probablemente, lo más notorio en ese sentido de lo conocido en el cónclave popular-, y lanzó un mensaje de unidad y reivindicación de valores claramente dirigido a un sector crítico que, o bien se ha dado de baja en el partido, o sigue dentro pero cada vez más desarticulado, como quedó de manifiesto con las declaraciones inconsecuentes de Esperanza Aguirre.

Quizá, de todo lo aportado en esta Convención esto haya sido lo más notorio, teniendo en cuenta de donde se partía... Si algo ha quedado claro en la cita de este fin de semana es que hay algunas víctimas que se han dejado manipular por quienes quieren utilizarlas contra el PP, pero que la mayoría de ellas, aunque no levanten su voz, apoyan la política que haga el Gobierno para acabar definitivamente con una ETA derrotada -diga lo que diga Aguirre- a la que sólo le queda disolverse. Dicho de otro modo y después de escuchar los discursos de apertura de Cospedal y de clausura de Rajoy, al PP, que sabe que puede sufrir algo de sangría electoral por culpa de VOX, no le preocupa en exceso perder votos de la extrema derecha si gracias a eso se mantiene la cohesión interna y se ganan votos por el centro.

La Convención por tanto, puede haber servido para desarticular la campaña de los radicales contra el Gobierno, y a ello ha contribuido la sensatez y cordura con la que están actuando los populares del País Vasco de la mano de Arantza Quiroga -a la que Rajoy citó expresamente en su discurso- e Iñaki Oyarzabal, y las víctimas que no quieren verse involucradas en operaciones políticas de revancha como dejaron claro el hijo de Jiménez Abad y la hermana de Miguel Ángel Blanco, Marimar, que apunta a acompañar a Arias Cañete en la lista de las europeas en un puesto destacado. Dicho de otro modo, el cónclave popular ha servido para recomponer las filas, hacer valer las políticas, y dejar claro que el PP sigue estando donde estaba y que son otros los que se han escorado a la derecha.

Si alguien esperaba -yo, por ejemplo- que ayer Mariano Rajoy hiciera un discurso de clausura de fondo que marcará la agenda de lo que van a ser los dos años que restan de esta legislatura se quedó con las ganas. Nos quedamos, porque ayer Mariano Rajoy se enfundó el traje de campaña electoral, y en campaña electoral los discursos cambian radicalmente el fondo y la forma. El Mariano Rajoy de ayer en Valladolid no tenía nada que ver con el Mariano Rajoy de una semana antes en Barcelona. ¿Mejor? ¿Peor? Distinto, diría yo, en otra clave que no tenía nada que ver con la  de hace una semana en la Ciudad Condal.

Esperanza Aguirre Mariano Rajoy Extrema derecha