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Un ‘ménage à trois’ que conduce a ninguna parte
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Un ‘ménage à trois’ que conduce a ninguna parte

Tres eran tres políticos atrapados por sus propias circunstancias. Los tres se van a ver las caras la semana que viene, pero ninguno de los tres

Tres eran tres políticos atrapados por sus propias circunstancias. Los tres se van a ver las caras la semana que viene, pero ninguno de los tres tiene verdadera capacidad de sobreponerse a las mismas y, en un golpe de audacia, ir todo lo lejos que la situación actual requeriría, probablemente porque eso supondría abrir puertas a cambios que se antojan demasiado peligrosos. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Artur Mas tienen la oportunidad la semana que viene de demostrar que están por encima de los intereses personales o de partido y afrontar esa Segunda Transición que tanto necesita España, pero difícilmente vamos a ver algún gesto en esa dirección.

Artur Mas, que será el segundo en entrevistarse con Rajoy, es probablemente el que, de los tres, se encuentra más atrapado por unas circunstancias que él mismo ha contribuido a crear y de las que ahora tiene difícil escapatoria. Sabe perfectamente que no puede celebrar, de una manera legal, la consulta del 9 de noviembre y sabe, también, que en la oposición a celebrar esa consulta se encuentran al unísono el PP y el PSOE, por lo que difícilmente puede arrancar de ninguno de los dos partidos algún compromiso que le permita salvar la cara sin tener que sacrificarse en el altar de la mayoría absoluta a favor de ERC.

Mas ha llevado a su propio partido a la autodestrucción sin que nadie pueda remediarlo, porque si lo que busca en su cita del miércoles con Mariano Rajoy es un salvavidas, difícilmente lo va a encontrar porque él mismo se ha encargado de ir cerrando todas las puertas. El Gobierno nunca va a aceptar una consulta por otra ni siquiera cambiando la pregunta, lo cual condena a Mas a un plebiscito en las urnas que terminaría por hundir a CiU en su propia miseria, a no ser que en un arranque de altura de miras el presidente catalán diera un carpetazo a la ofensiva soberanista a cambio de un pacto con los partidos constitucionalistas para abrir un periodo de reflexión sobre la reforma de la Constitución.

Pero ni ustedes ni yo nos creemos que eso vaya a ser así, porque siendo cierto que Artur Mas llega muy debilitado a esa cita, también lo es que llega totalmente atrapado en un bucle sin salida. Tampoco creo que Pedro Sánchez, a pesar de que por ser el último en llegar es quien menos hipotecas tiene, pueda ir todo lo lejos que seguramente incluso a él le gustaría. Y ello porque, a pesar de que tiene el respaldo de los votos de los militantes en este tiempo, ya le habrá dado tiempo de averiguar hasta qué punto intervienen las distintas fuerzas que fluctúan como un magma que equilibra el partido en sus propias decisiones, y que su margen para hacer y deshacer no es tan amplio como algunos han querido hacer creer.

Sánchez va a pedirle a Rajoy una reforma de la Constitución, sí, pero él ya es consciente de los límites de esa reforma y de que no puede ir demasiado lejos porque sin el concurso del PP no es posible hacer nada. Y en ese punto entra en juego un presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, inflexible a la hora de cumplir con la legalidad vigente y reacio a los grandes cambios. Es probable que Rajoy le conceda a Sánchez la oportunidad de sacar adelante conjuntamente la tan manida reforma del Senado, e incluso que le acepte crear una mesa de trabajo para empezar a hablar de la reforma de la Constitución, pero Rajoy tampoco puede ir demasiado lejos en esa materia porque en su propio partido fluyen también fuerzas que se oponen abiertamente a cualquier cambio constitucional que altere el modelo actual.

Pero España necesita un cambio. No porque haya que dar respuesta al envite catalán, sino porque es evidente que el modelo actual no funciona como debería y hace falta introducir importante modificaciones. Y esos cambios no pasan por dar pasos hacia atrás como les gustaría a algunos, sino por darlos hacia delante. Me temo, sin embargo, que nos quedaremos como estamos y que lo de Cataluña, una vez superado el trámite de la consulta ilegal, se intente resolver por la vía de mayor financiación. Ojalá me equivoque.

Tres eran tres políticos atrapados por sus propias circunstancias. Los tres se van a ver las caras la semana que viene, pero ninguno de los tres tiene verdadera capacidad de sobreponerse a las mismas y, en un golpe de audacia, ir todo lo lejos que la situación actual requeriría, probablemente porque eso supondría abrir puertas a cambios que se antojan demasiado peligrosos. Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Artur Mas tienen la oportunidad la semana que viene de demostrar que están por encima de los intereses personales o de partido y afrontar esa Segunda Transición que tanto necesita España, pero difícilmente vamos a ver algún gesto en esa dirección.

Pedro Sánchez Artur Mas Mariano Rajoy