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Este, y no otro, es el ‘lado oscuro’ de García Albiol
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Federico Quevedo

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Este, y no otro, es el ‘lado oscuro’ de García Albiol

Si la transparencia y la incorrección política son defectos en un político, ese es el lado oscuro de García Albiol, pero me temo que eso es precisamente lo que los ciudadanos buscan en sus líderes

Foto: El candidato del PP a las elecciones autonómicas catalanas, Xavier García Albiol. (EFE)
El candidato del PP a las elecciones autonómicas catalanas, Xavier García Albiol. (EFE)

En las elecciones catalanas de 2010 el Partido Popular obtenía el mejor resultado de su historia: 19 escaños que lo situaban como una fuerza decisiva en el Parlamento Catalán. En aquella ocasión se combinaron varios factores que condujeron a ese éxito, empezando por el declive socialista por las políticas de Zapatero y siguiendo por una acertada combinación de candidatura –Alicia Sánchez Camacho– y discurso que captó la atención del votante propio y parte del votante ajeno.

Cinco años después la perspectiva para el PP no podía ser más desalentadora, con las encuestas diciendo, unánimemente, que en las próximas elecciones catalanas del 27-S puede quedarse por debajo de los 10 escaños, y precisamente en el momento en el que más necesaria es la presencia de un partido constitucionalista fuerte en el Parlament. ¿Qué ha pasado? Pues, como siempre, es también una combinación de hechos, desde el desgaste del PP como partido de Gobierno hasta el propio desgaste de la que es su presidenta regional –Alicia Sánchez-Camacho–, un desgaste que ella misma admite y que tiene que ver tanto con el hecho de que en la primera parte de la primera legislatura de Mas el PP sirviera de apoyo parlamentario a CiU, como con el incidente de La Camarga, que ha dañado su imagen.

Lo de la colaboración con CiU no habría tenido un impacto negativo de no ser porque Artur Mas decidió emprender una peligrosa aventura soberanista que nos ha llevado hasta hoy. Eso desencantó a mucho votante del PP, que buscó refugio en Ciudadanos. Pero, a las puertas de unas elecciones autonómicas decisivas, el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha hecho un movimiento político de enorme calado que ya veremos qué consecuencias tiene: nombrar candidato al exalcalde de Badalona, Xavier García Albiol.

Su único problema es que se trata de un político sin pelos en la lengua, al que no le gusta lo políticamente correcto

Una viñeta periodística de estos días podría resumir muy bien el impacto de esta maniobra: en ella se veía primero una papelera vacía con muchos papeles arrugados por fuera con el símbolo del PP; después aparecía el nombramiento de Albiol y, a continuación, la misma papelera pero esta vez llena de papeles con el símbolo del PP que habían acertado dentro del aro –no hay que olvidar que Albiol fue jugador de baloncesto–. Sustituyan la papelera por una urna, y esa es la clave.

No es de extrañar que hasta en Podemos se hayan percatado del tirón electoral que tiene el exalcalde de Badalona, el único que mejoró su resultados en las pasadas elecciones pero que fue desalojado de la Alcaldía por una coalición de perdedores. Albiol es un buen candidato: tiene ideas claras, muestra una autoestima considerable –lo cual invita al entusiasmo de su público–, y aunque su discurso sea exactamente el mismo que el de Alicia Sánchez-Camacho, dicho por él suena diferente.

¿Cuál es su hándicap? Obviamente, desde el resto de su adversarios políticos enseguida se ha buceado en su pasado para intentar frenar su empuje, y lo más fácil era detenerse en las acusaciones de xenofobia que ya en su día se dirigieron contra él por su campaña en las elecciones autonómicas de 2011. Hasta Alfredo Pérez Rubalcaba –tan sigiloso últimamente– ha salido a recordar ese pasado de Albiol, lo cual manifiesta la preocupación que su nombramiento produce en las demás fuerzas políticas, y es que no solo ha conseguido captar voto del centro-derecha, sino que también obtuvo un importante respaldo de votantes del centro-izquierda.

El ‘pecado’ de Albiol fue decir lo que todos piensan y nadie reconoce: hay lugares donde la delincuencia está vinculada a ciertos colectivos de inmigrantes

Pero ese no es, en realidad, el problema de Albiol, que no es más racista –no lo es nada, de hecho– que el resto de sus conciudadanos. Su único problema es que se trata de un político sin pelos en la lengua, al que no le gusta lo políticamente correcto, y toda la campaña que se ha hecho en su contra tuvo su origen en otra que hizo él en la que prometió limpiar Badalona. ¿Limpiar de qué? Pues, además de eliminar la suciedad, la limpieza incluía acabar con la delincuencia. Una delincuencia que, principalmente, provenía del entorno de la inmigración rumana en la ciudad.

Ese fue el ‘pecado’ de Albiol, ser sincero y decir lo que todo el mundo piensa y nadie se atreve a reconocer: hay lugares donde la delincuencia está vinculada a determinados colectivos de inmigrantes y cuando de verdad se convierte en un problema hay que ser valientes en el análisis para poder encontrar las soluciones. Y eso no significa actuar contra los inmigrantes, sino solo contra aquellos que cometen delitos. De hecho, les va a resultar difícil a los nuevos gobernantes podemitas de la ciudad encontrar una sola medida ‘racista’ que abolir, porque en estos cuatro años no se ha aprobado ninguna.

Si la transparencia y la incorrección política son defectos en un político, ese es el lado oscuro de García Albiol, pero me temo que eso es precisamente lo que los ciudadanos buscan en sus líderes.

En las elecciones catalanas de 2010 el Partido Popular obtenía el mejor resultado de su historia: 19 escaños que lo situaban como una fuerza decisiva en el Parlamento Catalán. En aquella ocasión se combinaron varios factores que condujeron a ese éxito, empezando por el declive socialista por las políticas de Zapatero y siguiendo por una acertada combinación de candidatura –Alicia Sánchez Camacho– y discurso que captó la atención del votante propio y parte del votante ajeno.

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