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Así fue la comida gallega que no volverá a celebrar Rajoy
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Federico Quevedo

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Así fue la comida gallega que no volverá a celebrar Rajoy

El presidente ha pasado de ir a veranear a un municipio 'amigo' a ir al mismo municipio y que sea un alcalde de izquierdas que no fue el más votado el que le presenta sus respetos

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en sus vacaciones. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en sus vacaciones. (EFE)

El próximo viernes, 14 de agosto, se cumplirá un año de un hecho singular tratándose de su protagonista, Mariano Rajoy. Rompiendo su tradicional silencio veraniego, hace un año el presidente del Gobierno hizo caso a sus colaboradores y a los dirigentes del partido en Galicia y participó de un acto político que tuvo bastante notoriedad en esas fechas. Rajoy, junto al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán, y una serie de alcaldes de la comarca del Salnés (Pontevedra), todos ellos del PP, y el portavoz 'popular' en la Illa de Arousa, único municipio de la zona que no ganó el PP en 2011 por muy pocos votos, subió al Mirador de Lobeira en Vilanova de Arousa para hacer una declaración política y respaldar las candidaturas de sus colegas a menos de un año de las elecciones.

Tras el acto bucólico en la cima donde tiempo ha se encontraba el castillo de Lobeira que dominaba toda la Ría de Arousa, el presidente y sus acompañantes se fueron a comer al Lagar de Pintos en Ribadumia, un almuerzo típico gallego que salió a treinta euros por cabeza y tres horas de animada conversación. De los nueve municipios del Salnés, el PP gobernaba hace un año en ocho y por mayoría absoluta. Con todos sus alcaldes estuvo reunido Rajoy, más la alcaldesa de Sanxenxo. En un momento dado del almuerzo, un pequeño grupo de alcaldes, entre los que se encontraban el de Cambados, el de El Grove y el de Vilanova, interpeló a Rajoy sobre su voluntad de llevar adelante la modificación legal para que gobernara la lista más votada, anunciada unas semanas antes por el presidente del Gobierno.

Al principio, Rajoy se mostró esquivo, pero ante la insistencia se comprometió a sacar adelante la reforma y no dudó en pedir ayuda a los alcaldes porque, dijo textualmente, "me van a llover un montón de hostias". Pues bien, un año después, esa comida no puede volver a celebrarse en los mismos términos: de los ocho ayuntamientos de la zona en manos del PP, tras las elecciones del 24-M solo conserva tres, y de ellos al menos dos –Cambados y Sanxenxo– por un solo concejal y a manos de algún independiente salido de sus propias filas y vendido al pacto de perdedores, eso sí, a cambio de la Concejalía de Urbanismo y Obras Públicas, ya nos imaginamos para qué.

Y es que en política, como en las guerras o en los partidos de fútbol, nunca hay que dar ventaja al adversario

Pero el caso es que el PP ha perdido hasta la Diputación y este jueves se juega la Presidencia de la Mancomunidad si acuerdos de última hora no lo remedian –el PP tiene mayoría, pero no absoluta–. ¿Qué pasó? Pues que llegó septiembre de 2014, el PSOE dijo que no a la reforma de la ley, y el Gobierno dio marcha atrás cuando teniendo como tiene mayoría absoluta en el Parlamento debería haber seguido adelante, porque de haber sido al revés los socialistas no lo habrían dudado ni medio minuto. Me consta que Rajoy se arrepiente de no haber hecho lo que prometió a los alcaldes de la zona, porque ha pasado de ir a veranear a un municipio 'amigo' a ir al mismo municipio y que sea un alcalde de izquierdas que no fue el más votado el que le presenta sus respetos.

Ahora el PP quiere sacar esa reforma adelante, incluso incluyendo la doble vuelta, lo cual la hace más lógica todavía, pero tendría que haber tenido bemoles para haberla aprobado hace un año, y hoy seguiría manteniendo bastante más cuota de poder municipal de la que tiene, e igual de legítima que la que ha llevado al gobierno de esos ayuntamientos a listas que no han sido las más votadas por los ciudadanos, y encima a cambio de prebendas que ya veremos en qué acaban. Y es que en política, como en las guerras o en los partidos de futbol, nunca hay que dar ventaja al adversario, y mucho menos dar por vendida la piel del oso antes de cazarlo. Quien le dijera entonces a Rajoy que el PP se iba a recuperar le engañó. Y él se ha dado cuenta del engaño, aunque quizás un poco tarde...

El próximo viernes, 14 de agosto, se cumplirá un año de un hecho singular tratándose de su protagonista, Mariano Rajoy. Rompiendo su tradicional silencio veraniego, hace un año el presidente del Gobierno hizo caso a sus colaboradores y a los dirigentes del partido en Galicia y participó de un acto político que tuvo bastante notoriedad en esas fechas. Rajoy, junto al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán, y una serie de alcaldes de la comarca del Salnés (Pontevedra), todos ellos del PP, y el portavoz 'popular' en la Illa de Arousa, único municipio de la zona que no ganó el PP en 2011 por muy pocos votos, subió al Mirador de Lobeira en Vilanova de Arousa para hacer una declaración política y respaldar las candidaturas de sus colegas a menos de un año de las elecciones.

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