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Cataluña cava la tumba de Rajoy (y la de Mas)
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Cataluña cava la tumba de Rajoy (y la de Mas)

Los resultados del 27-S evidencian que los ciudadanos han votado en contra del sistema, tanto en la extrema izquierda como en el centro derecha

Foto: Artur Mas y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)
Artur Mas y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

Lo escribí hace tres días y lo reitero hoy cuando ya es evidente que una mayoría de catalanes le ha dado la victoria en escaños al soberanismo: esto se podía haber resuelto con una consulta pilotada por el Gobierno que se hubiera ganado sin demasiadas complicaciones, pero para hacerlo hacía falta poner -y perdonen la expresión- un par de huevos encima de la mesa, y Rajoy no lo hizo. Ya sé que esto me genera un árido debate sobre legalidades, pero en los tiempos en los que estamos además de la formalidad, que está muy bien, hace falta una dosis de audacia que evidentemente echo en falta.

Y ahora, ¿qué? Los más optimistas o más ciegos ven en el resultado de la lista Junts Pel Sí una derrota sin paliativos. Y es verdad. Si en 2012 la suma de ERC y CiU lograba 71 escaños, y ahora en una lista junto a otros movimientos se quedan en 62, es evidente que ha habido un retroceso notable. Pero desde el momento en el que no van a tener problema para encontrar un compañero de viaje -la CUP-, y a lo mejor hasta dos -Catalunya Sí que es Pot-, para poder seguir adelante con su proceso de independencia, y desde la premisa -también- de que es imposible la suma de fuerzas no independentistas para alcanzar el Gobierno de la Generalitat por mucho que se empeñe Ciudadanos, la realidad es que no hay más remedio que reconocer su relativa victoria.

De hecho, quien va a pagar los platos rotos de un resultado que se aleja bastante de sus expectativas es Artur Mas, a quien ya podemos dar políticamente por muerto, porque con ese resultado la CUP va a imponer su criterio de que con Mas ni a la vuelta de la esquina; y como tampoco sabemos qué composición tiene la lista ni qué partido es el mayoritario dentro de ella, no podemos confiar en que Convergència rompa, sino más bien en que el propio Mas se entregue como víctima propiciatoria para alcanzar el objetivo final.

Una buena parte del voto que ha ido a Junts pel Sí, a la CUP y, por supuesto, a Catalunya Sí que es Pot, es un voto de rechazo al sistema

El resultado va a ser una Cataluña gobernada por fuerzas de extrema izquierda empeñadas en el asalto definitivo al sistema. Porque, no se equivoquen, se trata de eso, precisamente: de poner patas arriba el sistema. De hecho, una buena parte del voto que ha ido a Junts Pel Sí, a la CUP y, por supuesto, a Catalunya Sí que es Pot -aunque su resultado es francamente malo- es un voto de rechazo al sistema y a quienes ahora mismo gobiernan sus principales instituciones. Sumen ustedes, y el resultado es abrumador.

Si a eso le añadimos el voto de castigo que desde el centro derecha se ha ido a Ciudadanos, el panorama para un PP que en Cataluña ha perdido nada menos que ocho escaños es totalmente desolador. Y sigo creyendo que Albiol era el mejor candidato posible, pero el PP lleva una losa encima que va a tener difícil levantar de aquí a las generales, porque ya no queda casi nada. De hecho, si en las próximas semanas el presidente del Gobierno no demuestra que tiene un Plan B -porque el Plan A, o sea, que el soberanismo no tuviera mayoría absoluta, ha fallado-, y que va a ser capaz de reconducir la difícil situación a la que ha conducido Artur Mas a Cataluña y superar el choque de trenes que ya es inevitable, la factura la va a pagar en las urnas en diciembre.

No digo que vaya a perder las elecciones, pero es más que probable que para gobernar esté tan atado de pies y manos por Ciudadanos que, al igual que va a ocurrir con Artur Mas -creo-, él también tendrá que sacrificarse por el bien del país. Fíjense la poca distancia en escaños que hay entre el cielo y el infierno… Si la suma de Junts y la CUP fuera de 67 escaños, yo ahora les estaría diciendo a ustedes que Rajoy camina hacia una nueva mayoría absoluta o casi. Pero el solo hecho de que el conflicto con Cataluña se mantenga en el tiempo por esa suma que sobrepasa los 68 escaños, tira por tierra todas sus expectativas electorales.

Rajoy echó el resto buscando todos los apoyos internacionales posibles, pero lejos de conseguir el objetivo, quizás ha movilizado el voto de rechazo

Porque en los próximos días nos vamos a hartar de discutir sobre si tienen legitimidad o no para seguir adelante con su plan teniendo en cuenta que no han conseguido la mayoría de votos, pero ya el simple hecho de debatirlo es una victoria para ellos. Como lo ha sido plantear toda la campaña en términos de independencia sí, independencia no. Rajoy echó el resto buscando todos los apoyos internacionales posibles, pero lejos de conseguir el principal objetivo, quizás hasta ha servido para movilizar aún más el voto de rechazo.

No existe legitimidad alguna para seguir con el plan soberanista, pero les va a dar igual. y solo con la suma de escaños se van a sentir lo suficientemente fuertes para continuar. Yo no sé en qué va a acabar todo esto, pero ya no me atrevo a asegurar con absoluta firmeza que nunca veremos la independencia de Cataluña… Y me da que después de lo de ayer, a muchos españoles les va a pasar lo mismo. Y van a mirar hacia el Palacio de La Moncloa.

Lo escribí hace tres días y lo reitero hoy cuando ya es evidente que una mayoría de catalanes le ha dado la victoria en escaños al soberanismo: esto se podía haber resuelto con una consulta pilotada por el Gobierno que se hubiera ganado sin demasiadas complicaciones, pero para hacerlo hacía falta poner -y perdonen la expresión- un par de huevos encima de la mesa, y Rajoy no lo hizo. Ya sé que esto me genera un árido debate sobre legalidades, pero en los tiempos en los que estamos además de la formalidad, que está muy bien, hace falta una dosis de audacia que evidentemente echo en falta.

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