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La oferta de Rajoy al PSOE, que no a Pedro Sánchez: irse
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Federico Quevedo

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La oferta de Rajoy al PSOE, que no a Pedro Sánchez: irse

“Si el obstáculo para alcanzar un Gobierno estable que haga frente al desafío de Cataluña soy yo, me voy”, dicen que ha dicho el presidente al menos a dos o tres personas

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

De todas las posibles soluciones al galimatías surgido de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, hay una que ha tenido sus defensores -y también sus detractores- entre los opinadores y analistas que ya no saben -no sabemos, porque reconozco que me encuentro en la misma situación de asombro- cómo dar respuesta a la pregunta que se hacen miles, si no millones, de españoles: ¿qué va a pasar? Y esa alternativa pasaba por la posibilidad de que el actual presidente del Gobierno diera un paso a un lado para facilitar un acuerdo a tres bandas (PP-PSOE-C’s) que aportara un Gobierno estable para llevar a cabo un programa de reformas.

La alternativa chocaba, sin embargo, con un muro insalvable: el propio Rajoy. El presidente del Gobierno no estaba dispuesto, bajo ninguna circunstancia, a dejar su candidatura a la Presidencia del Gobierno porque consideraba -con bastante razón- que tenía todo el derecho del mundo a ser él quien se postulara como candidato a presidente. Tan es así que en el PP, donde en un principio sí hubo algunas voces que abogaron por esa posibilidad, enseguida se silenciaron. A 'sostenella y no enmendalla' contribuyó, además, la convicción de Rajoy y del PP de que Pedro Sánchez nunca conseguiría un pacto de izquierda e independentistas porque ni su partido ni buena parte de sus votantes lo entenderían, con lo cual o bien acababa por ceder a las presiones que le invitaban al pacto, o se decantaba por llevar al país a unas nuevas elecciones.

Por si fuera poco, la solución 'in extremis' al atasco catalán parecía que venía a dar la razón a quienes consideraban que un pacto de esas características sería un suicidio para el PSOE. Pero en el PP no contaron con la ambición personal de Sánchez, sabedor de que su única posibilidad de supervivencia política pasa por ese pacto que le lleve a la Presidencia del Gobierno, y -como a buena parte del partido de Sánchez y de muchos españoles- le cogió completamente por sorpresa la decisión del secretario general del PSOE de ceder senadores a ERC y a Democràcia i Llibertad para que conformaran grupo parlamentario en la Cámara Alta.

Tan es así que en el PP saltaron en las horas siguientes todas las alarmas: Sánchez le ponía una alfombra roja al pacto. Si estaba dispuesto a eso, ¿lo estaría también a un referéndum en Cataluña? La llamada que horas después haría el propio Sánchez al nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, saltándose con creces el ‘cordón sanitario’ que el resto de las instituciones, empezando por la Monarquía, le habían impuesto a él y a los que estaban dispuestos a llevar a Cataluña a la independencia, no hizo sino ahondar aún más en la enorme preocupación.

En el PP no contaron con la ambición de Sánchez, sabedor de que su única posibilidad política pasa por ese pacto que le lleve a la Presidencia del Gobierno

Hasta el extremo de que, en esas horas siguientes previas al fin de semana, la situación hizo cambiar de opinión a Mariano Rajoy: “Si el obstáculo para alcanzar un Gobierno estable que haga frente al desafío de Cataluña soy yo, me voy”, dicen que ha dicho el presidente al menos a dos o tres personas, entre las que se encontrarían la vicepresidenta del Gobierno y un destacado exdirigente socialista que bien podría ser Felipe González. Rajoy dejaría la puerta abierta a un posible pacto de Gobierno del PP y C’s que podría contar, si no con el apoyo, al menos con la abstención del PSOE.

Eso facilitaría una legislatura que podría durar como poco un par de años -hay un Presupuesto aprobado para 2016 que puede prorrogarse en 2017- y afrontar un programa de reformas similar a los Pactos de La Moncloa de 1977. Y, si no es Rajoy ¿quién podría liderar ese Gobierno? El nombre que el domingo por la mañana sonaba con más fuerzas es el del actual ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que podría concitar bastante acuerdo dentro de las filas del Partido Socialista. Más que la vicepresidenta, a la que se percibe demasiado implicada en la gestión del actual Gobierno, y que además tendría algún problema para encontrar apoyos dentro de su partido.

Obviamente, esta solución tiene una contrapartida: Pedro Sánchez tampoco podría ser el líder del PSOE en la oposición, lo cual implicaría un congreso en ese partido en el que surgiera un nuevo liderazgo que esté abierto a llegar a acuerdos en temas esenciales como los expuestos la semana pasada por Rajoy: educación, reforma laboral, economía, Europa… ¿Veremos semejante gesto de generosidad por todas partes? A mí, desde luego, me cuesta creerlo.

De todas las posibles soluciones al galimatías surgido de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, hay una que ha tenido sus defensores -y también sus detractores- entre los opinadores y analistas que ya no saben -no sabemos, porque reconozco que me encuentro en la misma situación de asombro- cómo dar respuesta a la pregunta que se hacen miles, si no millones, de españoles: ¿qué va a pasar? Y esa alternativa pasaba por la posibilidad de que el actual presidente del Gobierno diera un paso a un lado para facilitar un acuerdo a tres bandas (PP-PSOE-C’s) que aportara un Gobierno estable para llevar a cabo un programa de reformas.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez