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Rajoy, ensimismado
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Federico Quevedo

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Rajoy, ensimismado

Un dirigente del PP me reconocía esta semana: "No hemos hecho nada de autocrítica… Es que la actitud de Rajoy nos impide hacerla, es como si no pasara nada"

Foto: Mariano Rajoy, en Moncloa. (Reuters)
Mariano Rajoy, en Moncloa. (Reuters)

Dice la RAE que ensimismarse es centrarse en los propios pensamientos, y que una persona ensimismada es aquella que de alguna manera se aísla de todo lo que le rodea. Una persona próxima al presidente del Gobierno en funciones me decía el otro día que Rajoy está “ensimismado”, y un dirigente de su partido me lo comparaba con “un agujero negro, que absorbe la energía de todo lo que está a su alrededor y lo neutraliza”.

La semana que viene se va a producir el primer acto de esta tragicomedia que se viene representando desde el pasado 20 de diciembre. Hasta ahora, la obra venía representándose entre bambalinas, pero el martes, por primera vez, los actores principales van a aparecer ante el público a representar su papel, y no les quepa ninguna duda de que Mariano Rajoy lo hará muy bien. Es su elemento, es donde sabe moverse como pez en el agua, pero será solo una parte de la representación, ni mucho menos el final de la misma.

El que Rajoy haga un buen debate, que lo hará, no oculta la realidad del papel que su partido está jugando en estos momentos trascendentales para el futuro de España: ninguno. Hasta ahora, al menos. Cierto que el pasado jueves el líder del PP pareció reaccionar a la invitación de Albert Rivera de sumarse al pacto con el PSOE: “Oiga, que yo ya estaba aquí antes de que ustedes se entendieran, y fue Sánchez quien ni entonces, ni ahora, quiso saber nada de mí”, vino a decirle, al tiempo que le invitaba a esperar acontecimientos.

El pacto para nada que han suscrito Sánchez y Rivera es el que tenía que haber intentado negociar Rajoy con Ciudadanos desde el mismo día 21 de diciembre

Pero también lo es que el pacto para nada que han suscrito Sánchez y Rivera es el que tenía que haber intentado negociar Rajoy con Ciudadanos desde el mismo día 21 de diciembre, para al menos haber ido a la investidura con un programa que hiciera difícil al PSOE negarse. Esto ya lo admite mucha gente en el PP. Como admite mucha gente en el PP que la falta de autocrítica, la ausencia de audacia y el acobardamiento ante la corrupción están haciendo un daño insoportable al Partido Popular.

Un dirigente del PP me reconocía esta semana: “No hemos hecho nada de autocrítica, yo tampoco la he hecho… Es que la actitud de Rajoy nos impide hacerla, es como si no pasara nada…”. Ese sentimiento es común a la gente que le rodea: nadie ha sido capaz de analizar los resultados del 20-D y hacer una lectura correcta del mensaje de los ciudadanos, porque el primero que ha impedido que eso ocurra es el propio Rajoy. Es más, el PP actuó en los días siguientes al 20-D como si del resultado de las urnas el Gobierno de España pasara única y exclusivamente por ellos, cuando la realidad ha demostrado -como ya avisamos algunos esa misma noche- que por los únicos que no va a pasar es por ellos, salvo que cambien mucho las cosas después del día 5 de marzo.

Vídeo: Rajoy: “El PP no va a firmar pactos que se hacen a sus espaldas".

Eso llevó a que tampoco hubiera audacia, ni osadía… Y era lo que requería el momento. Eso es lo que ha hecho que Pedro Sánchez haya salido fortalecido y pueda plantearse seguir siendo candidato del PSOE, cuando en las horas siguientes al 20-D nadie daba un duro por él. En su carta a Albert Rivera, carta impecable como digo, Rajoy reconoce que habló con él el día 23 de diciembre y que le propuso la coalición a tres y que Rivera lo vio bien… ¿Por qué, entonces, no se movió en esa dirección? ¿Por qué no empezaron ambos partidos a hacer lo que ahora ha hecho Pedro Sánchez con 33 escaños menos que el PP? Y no solo eso: de un análisis realista de las elecciones, de un ejercicio de autocrítica convincente, tendría que haber salido una propuesta valiente de reformas, no esos 18 folios escritos por un subalterno de Álvaro Nadal que a Rajoy deberían haberle dado vergüenza ajena.

Pero, sin duda, lo que tiene atenazada a buena parte de la dirección y la militancia del PP es la complacencia ante los casos de corrupción. La rueda de prensa de Rita Barberá ha sido el último escalón en la escalinata que conduce al PP al borde del precipicio. El jueves por la mañana un dirigente del partido me decía, llevándose las manos a la cabeza: “¿Cómo le hemos permitido que haga esa rueda de prensa? Aunque sea verdad que ella no está acusada de nada, tiene una responsabilidad política por lo que ha ocurrido en su ayuntamiento, y por mucho menos de lo que está pasando apartamos de su escaño en el PP a Pedro Gómez de la Serna, que se ha ido al Grupo Mixto sin estar ni siquiera investigado, pero con ella hacemos la vista gorda… ¿Por qué?”.

Pues ese porqué es el que ronda en la cabeza de millones de españoles y votantes del PP, y es el que hace que, a día de hoy, buena parte de ellos se planteen seriamente si volver a votar esas siglas.

Dice la RAE que ensimismarse es centrarse en los propios pensamientos, y que una persona ensimismada es aquella que de alguna manera se aísla de todo lo que le rodea. Una persona próxima al presidente del Gobierno en funciones me decía el otro día que Rajoy está “ensimismado”, y un dirigente de su partido me lo comparaba con “un agujero negro, que absorbe la energía de todo lo que está a su alrededor y lo neutraliza”.

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