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Lo que puede pasar si el PP materializa su giro a la izquierda
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Federico Quevedo

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Lo que puede pasar si el PP materializa su giro a la izquierda

El Partido Popular iza banderas que hasta ahora parecían exclusivas de la izquierda. No es malo eso si se toma en serio responder a los problemas de la gente, cosa que hasta ahora no ha hecho

Foto: El nuevo ministro de Energía, Álvaro Nadal, jurando su cargo. (Reuters)
El nuevo ministro de Energía, Álvaro Nadal, jurando su cargo. (Reuters)

¿Puede un partido de tradición conservadora, de derechas, próximo a la Iglesia aun siendo aconfesional, simpático a los ojos de los empresarios y menos a los de los sindicatos, liberal en sus planteamientos económicos, parecerse a un partido socialdemócrata? Puede. Al menos eso es lo que pretende que ocurra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el PP. No es que quiera acabar con la tradición conservadora de su partido y refundarlo en un moderado centro-izquierda, pero casi.

Y los movimientos de los últimos días confirman lo que en los sectores más tradicionales del PP se temían: que va por ese camino. Empezando por la formación de un Gobierno muy técnico y en el que no ha dejado el más mínimo espacio que represente a esos sectores más a la ‘derecha’ del PP. Tras la caída de Fernández Díaz y de García Margallo ya ni siquiera hay algún representante de la vieja democracia cristiana, esos que se decían –y lo cumplían– cristianos de cintura para arriba y demócratas de cintura para abajo. La familia liberal tiene un único representante: Luis de Guindos, ministro de Economía e Industria.

Y, sin embargo, el ala socialdemócrata ha crecido de manera abrumadora con la presencia de la familia Nadal en casi toda estructura económica del Gobierno, sumándose a los ministros Montoro y Báñez y a la propia vicepresidenta Sáenz de Santamaría en el camino de la santificación del gasto y las subidas de impuestos. Pero si solo fuera eso, podría tener una explicación meramente economicista. En la pasada legislatura la política económica del Gobierno fue tachada de socialdemócrata por los sectores más liberales –o que se dicen liberales– del PP, y sin embargo fue objeto de una contundente contestación social.

La razón no fue otra que la ausencia de sensibilidad y la mala –o nula– explicación de lo que se estaba haciendo, porque en efecto el PP ya renunció en esos cuatro años a algunos de los principios que hasta entonces formaban parte de su ADN. Lejos de corregir ese rumbo, la intención de Rajoy es mantenerlo y fortalecerlo. De ahí, también, que haya puesto en manos de la joven guardia azul de su partido el rearme ideológico del PP en el próximo congreso que tendrá lugar en febrero. Ahí vamos a ver como, tanto en lo económico como en lo social, el Partido Popular empieza a izar banderas que hasta ahora parecían propiedad exclusiva de la izquierda. No es malo eso, les seré sincero, si de verdad el PP se toma en serio dar respuesta a los problemas de la gente, cosa que hasta ahora no ha hecho.

Tras la caída de los exministros Fernández Díaz y García Margallo ya ni siquiera hay algún representante de la vieja democracia cristiana

Con ese giro a la izquierda, que además se va a materializar también en algunos cambios sustanciales en la ponencia política y en la ponencia de estatutos, ambas dirigidas por el actual hombre fuerte de Génova 13, Fernando Martínez-Maillo, lo que quiere el PP es recuperar buena parte del voto que se le ha escapado a Ciudadanos. Ahora bien, esa estrategia tiene un riesgo, y no es otro que la aparición por la derecha de un partido que recupere los valores tradicionales del Partido Popular.

placeholder La presidenta y portavoz del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre. (EFE)
La presidenta y portavoz del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre. (EFE)

Aznar había conjurado esa posibilidad convirtiendo al PP en una gran formación política que conseguía abarcar un abanico muy amplio y que, en el fondo, era por derecho el partido más plural que había entonces en España, una imagen que él mismo se encargó de borrar al final de su segunda legislatura. Los primeros cuatro años de oposición a Zapatero no consiguieron hacer olvidar lo que pasó, pero sí los segundos cuatro años, lo que llevó a Rajoy a un resultado con el que ni siquiera había soñado la derecha en España.

Sin embargo, y a pesar de los gestos antiliberales del anterior Gobierno y de la renuncia a promesas como la reforma del aborto, la penosa gestión política de la crisis y sus consecuencias durante la pasada legislatura volvieron a identificar al PP con la derecha. De ahí que opciones como VOX, nacidas para dar cobijo al electorado más tradicional del PP, fueran una anécdota. Pero ¿qué pasaría si en lugar de Santiago Abascal, quienes lideran una opción a la derecha de Rajoy son nombres como el de Esperanza Aguirre…? Lo que hoy se presenta en el horizonte como un congreso aparentemente pacífico y de reafirmación de Rajoy tras haber conseguido su investidura, puede convertirse en el principio de una ruptura. No en ese momento, pero sí en los próximos meses si se confirma que el PP renuncia, definitivamente, a muchas de sus señas de identidad.

¿Puede un partido de tradición conservadora, de derechas, próximo a la Iglesia aun siendo aconfesional, simpático a los ojos de los empresarios y menos a los de los sindicatos, liberal en sus planteamientos económicos, parecerse a un partido socialdemócrata? Puede. Al menos eso es lo que pretende que ocurra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el PP. No es que quiera acabar con la tradición conservadora de su partido y refundarlo en un moderado centro-izquierda, pero casi.

Mariano Rajoy José Manuel García Margallo Fernando Martínez-Maillo Socialdemocracia Luis de Guindos Soraya Sáenz de Santamaría