Es noticia
"Digámoslo alto y claro: el PP se ha rendido a la estrategia del PSOE"
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

"Digámoslo alto y claro: el PP se ha rendido a la estrategia del PSOE"

Para los más críticos con la gestión de Rajoy una cosa es pactar con el socialismo y otra muy distinta, “hacer todo lo que quiera a cambio de nada”

Foto: Antonio Hernando y Rafael Hernando en el Congreso de los Diputados. (Reuters)
Antonio Hernando y Rafael Hernando en el Congreso de los Diputados. (Reuters)

El Gobierno de Mariano Rajoy ha empezado esta legislatura del mismo modo que empezó la de las elecciones de 2011: subiendo impuestos. La excusa es la misma, el déficit. Solo que entonces la culpa la tenía Zapatero y ahora la culpa la tiene un Gobierno que se hereda a sí mismo. Esta es la principal crítica que se le hace al Ejecutivo de Mariano Rajoy desde los sectores de su partido que no comparten su modo de ver y hacer las cosas.

Me lo decía esta semana alguien muy reconocible dentro del Partido Popular, y lo hacía después de que el Gobierno aceptara dar marcha atrás con la Ley de Educación, y aceptara las condiciones puestas por el PSOE para aprobar el techo de gasto y el objetivo de déficit e, incluso, se mostrara abierto a dialogar sobre el modelo territorial español sobre la base del acuerdo de Granada que impulsó Alfredo Pérez Rubalcaba para pacificar las relaciones entre el PSOE y el PSC. “Digámoslo alto y claro: el PP se ha rendido a la estrategia del PSOE”, me decía esta fuente.

Foto: Rafael Hernando, Antonio Hernando y Jose Manuel Villegas en un desayuno informativo. (EFE)

No le faltaba parte de razón: Rajoy ha echado cuentas, y le sale más rentable sumar con el PSOE —se garantiza mayoría absoluta de largo— que con Ciudadanos. Y al mismo tiempo el PSOE deja en una situación de indefinición a Podemos. Dicho de otro modo, los dos partidos tradicionales se están alineando para crujirles las estructuras a los dos partidos emergentes y resucitar el bipartidismo. De hecho, esta semana Podemos y Ciudadanos se han convertido en meros convidados de piedra de unos pactos que además hacen difícil a los dos partidos emergentes liderar la oposición.

¿Es que alguien se va a oponer a negociar una nueva Ley de Educación? ¿O a subir el SMI? ¿O a aplicar nuevos impuestos para garantizar el cumplimiento del déficit? ¿O a negociar una nueva Ley de Seguridad Ciudadana que supere la que aprobó el Gobierno anterior? Les va a resultar difícil encontrar argumentos de oposición, salvo el clásico de 'nosotros hubiéramos ido más lejos' con el que Podemos saludó el acuerdo para subir a más de 700 euros el salario mínimo. Pero “nada de todo eso estaba en nuestro programa… Está muy bien que se pacte, pero no contra todo lo que hemos venido defendiendo”, añade mi fuente.

Subir impuestos puede ser necesario, pero también lo es recortar el gasto reformando una administración mastodóntica a la que nadie se atreve a meterle mano

Y es que para los más críticos con la gestión de Rajoy una cosa es pactar con el PSOE y otra muy distinta “hacer todo lo que quiera el PSOE a cambio de nada”. Da la sensación, insisten, de que el PP “quiere ser más de izquierdas que Podemos, y eso se ha notado hasta en el modo en el que se ha reaccionado a la muerte de Fidel Castro, casi glorificando su figura desde las instancias oficiales y desde los medios de comunicación públicos”, añadía esta fuente, especialmente molesta con el hecho de que el Gobierno español hubiera enviado al rey emérito a las exequias de Castro. “Ningún otro país ha enviado a un jefe de Estado, o a un ex jefe de Estado, salvo las repúblicas bananeras latinoamericanas”.

La crítica está ahí. Otra cosa es que llegue a convertirse en disidencia, pero como ya dije hace unos días existe la posibilidad de que el debate en el Congreso que el PP va a celebrar en febrero sea más intenso de lo que prevé la actual dirección del partido. Dicho esto, hasta aquí lo que a mí me han contado y de lo que he hecho de altavoz. Me permito ahora una pequeña reflexión: está bien que el PP pacte con el PSOE algunas medidas y, sobre todo, reformas importantes como la de Educación, lo cual será muy sano si al final se consigue. Pero da la sensación de que la única línea roja que no está dispuesto a cruzar Rajoy es la de la reforma laboral, y que en todo lo demás está dispuesto a tragar con lo que sea, y de eso ya hemos tenido sobradas experiencias en el pasado y no fueron muy buenas para España.

Subir impuestos puede ser necesario, pero también lo es recortar el gasto reformando una administración mastodóntica a la que nadie se atreve a meterle mano. No seré yo quien se oponga a subir los impuestos al alcohol o al tabaco, incluso a las bebidas gaseosas si me apuran, pero el Gobierno no puede renunciar al objetivo de reformar la administración para hacerla más eficiente y menos costosa, y hasta ahora lo ha hecho. Y siguen faltando medidas que favorezcan a las familias y a las pymes, a las que se sigue olvidando y exprimiendo mientras se acuerda subir 50 euros el salario mínimo. En el orden de prioridades del Gobierno está recaudar, pero no ayudar, y ese fue el peor resumen de la anterior legislatura. Y parece que también va a ser el de esta.

El Gobierno de Mariano Rajoy ha empezado esta legislatura del mismo modo que empezó la de las elecciones de 2011: subiendo impuestos. La excusa es la misma, el déficit. Solo que entonces la culpa la tenía Zapatero y ahora la culpa la tiene un Gobierno que se hereda a sí mismo. Esta es la principal crítica que se le hace al Ejecutivo de Mariano Rajoy desde los sectores de su partido que no comparten su modo de ver y hacer las cosas.

Mariano Rajoy Reforma laboral