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Por qué Cataluña no le quita el sueño a Mariano Rajoy
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Federico Quevedo

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Por qué Cataluña no le quita el sueño a Mariano Rajoy

Rajoy no es un hombre que se preocupe en exceso por las cosas, de sobra es conocida su tendencia a dejar que los problemas se pudran antes que afrontarlos

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, visita la base militar de Adazi, en Letonia. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, visita la base militar de Adazi, en Letonia. (EFE)

Hace unos días, una destacada fuente de la dirección del PP me decía con rotundidad: “A Mariano Rajoy solo le preocupan dos cosas: la economía y Cataluña”. Pensé, por un momento, que podía ser cierto. De hecho, es verdad que prácticamente en todas sus ruedas de prensa solo habla de esas dos cosas. Pero no, Rajoy no está preocupado ni por la marcha de la economía, ni por Cataluña. Realmente lo que le preocupa a Mariano Rajoy es que a pocas fechas de iniciar sus vacaciones estivales no haya nada, no pase nada, que le impida disfrutar de ellas.

El asunto puede parecer de una tremenda irresponsabilidad por parte del presidente del Gobierno, y desde luego dice mucho de su carácter frío y calculador. Pero, aunque lo parezca, no lo es. Verán, Rajoy no es un hombre que se preocupe en exceso por las cosas, de sobra es conocida su tendencia a dejar que los problemas se pudran antes que afrontarlos, algo que, por otra parte, a veces le sale bien. Empezando por el final, eso es lo que ha venido haciendo con el tema catalán: dejar que la situación se enquiste sin buscar soluciones alternativas, consciente de que, por mucho que se empeñen, los dirigentes catalanes no van a poder llevar su desafío hasta el final.

Obviamente, Rajoy tiene un asesoramiento casi diario sobre la manera en que el Estado puede responder al desafío soberanista. Es más, desde hace semanas, un ejército de abogados del Estado y constitucionalistas expertos trabaja día y noche con el fin de dar una respuesta jurídica a todos y cada uno de los movimientos que lleve a cabo el Govern de Carles Puigdemont.

Sabe que no va a haber referéndum, que el Gobierno tiene en sus manos herramientas para evitarlo y que de este asunto ya se ocupa Sáenz de Santamaría

Ciertamente eso está bien, pero no es lo único que cabría esperar de un dirigente político. Entre la cabezonería de los dirigentes catalanes y la tozudez del presidente del Gobierno, debería existir un espacio para alguna clase de entendimiento, y, en estos momentos, ese puente ha volado por los aires. Por eso a Rajoy no le preocupa, sabe que no va a haber referéndum, que el Gobierno tiene en sus manos herramientas suficientes para evitarlo sin necesidad de tener que recurrir ni a la fuerza ni al artículo 155 de la Constitución, y duerme tranquilo porque de este asunto ya se ocupa al cien por cien la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.

Con la economía le ocurre a Rajoy tres cuartos de lo mismo: las previsiones para este año son mejores de lo esperado, la temporada turística va a ser de récord y todo hace pensar que España vuelve a la senda del crecimiento sostenido. El problema es que todo, o casi, tiene un pero. Y ese pero es el que nunca quiere ver el Gobierno de Rajoy.

El Gobierno no ha querido dar ninguna salida, no ya a los políticos catalanes sino a la sociedad catalana. Y algo parecido ocurre con la economía

Sin duda alguna, la gran responsabilidad sobre lo que está pasando en Cataluña la tienen los dirigentes políticos catalanes que han llevado a la sociedad catalana a una situación insostenible de enfrentamiento civil y fractura social. Pero no es menor la responsabilidad del Gobierno, porque hay una parte de esa sociedad que esperaba un gesto que los autoconvenciera de la inutilidad del independentismo. Miquel Roca cifra en un 7% el porcentaje de catalanes que estarían dispuestos a abandonar el independentismo a cambio de alguna clase de condescendencia por parte del Gobierno español. Y ese 7% puede hacer que en el futuro el Gobierno catalán sea constitucionalista.

Pero, lejos de eso, el Gobierno español no ha querido dar ninguna salida, no ya a los políticos catalanes sino a la sociedad catalana en su conjunto. Y algo parecido ocurre con la economía: es muy fácil dejarse llevar por las grandes cifras, pero es un hecho que la salida de la crisis no está siendo igual para todos. Por eso es muy pronto para decir, como hacía Lagarde, que el momento del populismo ha pasado. Dada su habilidad para la predicción, lo más probable es que eso quiera decir que el momento del populismo no ha hecho más que empezar. Y Rajoy podrá dormir tranquilo, pero ya veremos durante cuánto tiempo.

Hace unos días, una destacada fuente de la dirección del PP me decía con rotundidad: “A Mariano Rajoy solo le preocupan dos cosas: la economía y Cataluña”. Pensé, por un momento, que podía ser cierto. De hecho, es verdad que prácticamente en todas sus ruedas de prensa solo habla de esas dos cosas. Pero no, Rajoy no está preocupado ni por la marcha de la economía, ni por Cataluña. Realmente lo que le preocupa a Mariano Rajoy es que a pocas fechas de iniciar sus vacaciones estivales no haya nada, no pase nada, que le impida disfrutar de ellas.

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