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Rajoy y la honradez de la princesa
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Rajoy y la honradez de la princesa

Lo cierto es que Rajoy no estaría hoy ahí sentado si no fuera porque su partido está siendo investigado en varias piezas por graves delitos de corrupción. Esta es la realidad, le guste al PP o no

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

La de hoy va a ser la primera vez que un presidente del Gobierno de España en ejercicio se siente ante un tribunal, aunque sea en calidad de testigo, para declarar en una causa abierta por delitos de corrupción. Y Mariano Rajoy Brey tiene el dudoso honor de ser ese presidente del Gobierno. El hecho en sí ya es notable, por más que el PP se escudara estos días en los casos de otros presidentes o primeros ministros europeos que también tuvieron que declarar por alguna causa. Aquí no vale el refrán de mal de muchos, consuelo de tontos, porque se quiera o no, lo cierto es que el hecho de que el presidente se vea obligado a comparecer ante un tribunal tiene una lectura política de indudable trascendencia.

El PP lo sabe, y de hecho lo que más teme es la simple imagen de Rajoy en un tribunal, que ya de por sí tiene una enorme significación. Si a eso se añade que se espera que a las puertas del tribunal se monte alguna clase de tangana y que hay acreditados más de 300 periodistas, es lógico que tanto en el Gobierno como en Génova 13 estén poniendo velas a todos los santos, por mucha calma que pretendan aparentar. Una calma que viene motivada por el hecho de que, según dicen en el partido, Rajoy tiene muy claro y muy bien aprendida la lección de lo que tiene que decir: “Yo no sé nada”.

El PP permitió que todo lo que se investiga ocurriera, y cuando se conocieron los casos se dedicó a mirar para otro lado

Es verdad que la comparecencia del presidente está muy forzada, y que se debe a la insistencia de varias acusaciones particulares que han encontrado el apoyo de dos de los tres jueces del tribunal, en contra de la opinión del presidente y de la Fiscalía. Vale, bien. Pero lo cierto es que Rajoy no estaría hoy ahí sentado si no fuera porque su partido está siendo investigado en varias piezas por graves delitos de corrupción. Esta es la realidad, le guste al PP o no. Si eso no hubiera pasado, esto de hoy tampoco. Si se hubieran puesto los medios para evitarlo, Rajoy no tendría que declarar como testigo.

Pero la realidad es que el PP permitió que todo lo que se investiga ocurriera, y cuando se conocieron los casos de corrupción, lejos de reaccionar se dedicó a mirar para otro lado. En el PP, sin embargo, confían en que el interrogatorio se limite al año 2003, cuando Rajoy era vicepresidente del Gobierno con Aznar, y no tenía responsabilidades en el partido. Si fuera así, probablemente la declaración de hoy pasará sin pena ni gloria. Pero fuentes de las acusaciones particulares reconocen que su intención va a ser ir más allá, que bajo la excusa —que el tribunal probablemente acepte— de que de la declaración de Rajoy pueden obtenerse datos importantes que afecten a otras piezas del sumario e, incluso, a otros sumarios abiertos por corrupción del PP, las preguntas se van a exceder del espacio temporal al que en principio está limitado el interrogatorio.

Se limitará a negar los hechos y a intentar esquivar las preguntas incómodas, pero es ahí donde las acusaciones particulares le están esperando

Es decir, que, pasando por los papeles de Bárcenas y los SMS al extesorero, ahí va a salir de todo. Un papelón difícil para un Mariano Rajoy que podría utilizar la declaración de hoy para acabar de una vez por todas con este clima de persecución al PP, pero que no lo va a hacer porque eso supondría reconocer la verdad y tirar piedras sobre su propio tejado. Además, no es su estilo. Se limitará a negar los hechos y a intentar esquivar las preguntas incómodas, pero es ahí donde las acusaciones particulares le están esperando. Y es que saben que después de la declaración de hoy del presidente del Gobierno, poco recorrido más puede haber que le afecte, salvo que —y esto es lo que puede ocurrir en los próximos días—, después de escudriñar hasta la última coma de su declaración, den con alguna incongruencia que les permita acudir al artículo 458 y siguientes del Código Penal, es decir, aquellos que se refieren al falso testimonio.

Se trata de un delito que ya tiene poca relevancia jurídica y que, de hecho, la mayoría de los jueces obvian en sus sentencias. Pero en este caso, al tratarse del presidente del Gobierno y, por lo tanto, tener un plus de responsabilidad política y jurídica a la hora de respetar la verdad, puede ser que se acepte esa querella, con lo que Mariano Rajoy se vería comprometido, nuevamente, a tener que declarar ante un tribunal, y esta vez en calidad de investigado por un presunto delito de falso testimonio. Y es que no basta con ser honrado, algo de lo que tantas veces se precia Rajoy, sino que además hay que parecerlo, y eso es lo que hoy se pone en tela de juicio.

La de hoy va a ser la primera vez que un presidente del Gobierno de España en ejercicio se siente ante un tribunal, aunque sea en calidad de testigo, para declarar en una causa abierta por delitos de corrupción. Y Mariano Rajoy Brey tiene el dudoso honor de ser ese presidente del Gobierno. El hecho en sí ya es notable, por más que el PP se escudara estos días en los casos de otros presidentes o primeros ministros europeos que también tuvieron que declarar por alguna causa. Aquí no vale el refrán de mal de muchos, consuelo de tontos, porque se quiera o no, lo cierto es que el hecho de que el presidente se vea obligado a comparecer ante un tribunal tiene una lectura política de indudable trascendencia.

Mariano Rajoy Caso Gürtel