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Sofocada la rebelión, el problema sigue ahí
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Sofocada la rebelión, el problema sigue ahí

Y a partir de diciembre, campaña electoral y a ver que ocurre el día 21. Y es aquí donde debemos fijar nuestra atención

Foto: Rueda de prensa de Puigdemont en Bruselas. (EFE)
Rueda de prensa de Puigdemont en Bruselas. (EFE)

Es difícil a estas alturas encontrar una palabra que defina el espectáculo que está ofreciendo a los catalanes, al resto de los españoles, y a los europeos, quien hasta el viernes pasaba por ser algo así como el Martin Luther King del independentismo catalán. Surrealismo sería lo más próximo, además de patético, lamentable y, en fin, seguro que se nos ocurren muchos más adjetivos. Ayer el abogado proetarra de Puigdemont anunciaba que hoy no acudiría a la Audiencia Nacional porque no tiene garantías de un juicio justo… La charlotada ya llega a extremos insultantes pero eso, por otra parte, viene siendo habitual entre los dirigentes independentistas.

Lo que pase con Puigdemont ya es una anécdota… Supongo que acabaremos viendo a la Interpol detenerle y a Bélgica, si no quiere tener un problema diplomático serio con España, extraditándole a nuestro país. Lo que no entiendo es como alguien puede caer tan bajo y perder la poca dignidad que le quedaba de esa manera tan humillante. A mi, que obviamente no soy independentista, me da igual, pero sería interesante saber qué pasa estos días por la cabeza, y por el corazón, de toda esa gente que durante este tiempo atrás se creyó las mentiras, primero, y la posibilidad, después, de ser independientes. Toda esa gente que brindaba el viernes por la tarde en la Plaza de Sant Jaume por la nueva república catalana, ¿qué dicen ahora que han visto como les han engañado sus líderes? Me hubiera gustado, a través de las redes sociales, saber que opina el independentismo de la calle…

Pero está guardando un profundo y, supongo, desengañado silencio. No es bueno eso. Me explico: era necesario hacer lo que se hizo, aplicar el 155, y fue muy inteligente hacerlo de la manera en que se hizo, es decir, convocando elecciones para el 21 de diciembre. Esta vez Mariano Rajoy, hay que reconocerlo, ha jugado sus cartas con una habilidad incuestionable y ha resuelto el problema inmediato con una operación de cirugía magistral. Se ha sofocado la rebelión sin ruido y, desde luego, sin violencia, cuando todos nos temíamos lo peor el viernes por la tarde. Ha conseguido neutralizar, además, el discurso victimista del nacionalismo, y poco a poco está desmontando toda la estructura paralela que el independentismo había creado para poder conseguir su objetivo.

Era necesario hacer lo que se hizo, aplicar el 155, y fue muy inteligente hacerlo de la manera en que se hizo, es decir, convocando elecciones para el 21-D

Perfecto. Este mes lo aprovechará el Gobierno para ordenar la situación en Cataluña y lograr una cierta tranquilidad social. Y a partir de diciembre, campaña electoral y a ver que ocurre el día 21. Y es aquí donde debemos fijar nuestra atención. Todavía a estas alturas es muy difícil saber que puede ocurrir en esas elecciones. Se ha publicado alguna encuesta y parece que este fin de semana conoceremos alguna más. Aunque ya sabemos que la credibilidad de las encuestas ha caído bastante, pero es el único dato objetivo que tenemos para hacer valoraciones. Todo hace pensar que por primera vez en muchos años, el constitucionalismo se ha movilizado. Ha perdido el miedo, que es mucho, pero además está dispuesto a decir en las urnas que no quiere saber nada de independencia.

¿Será suficiente para conseguir una mayoría absoluta con la suma de los escaños del PSC, C’s y PP? Esa es la duda, porque aparentemente el independentismo también esta movilizado, y podrían volver a sumar la mitad más uno. Existe, además, una tercera opción, un tripartito de izquierdas –ERC, PSC y Podemos- que no buscaría la independencia pero sí un referéndum pactado. Todo el escenario está abierto, pero lo que indica esa apertura es que el problema sigue estando ahí. Que a pesar de haber sofocado la rebelión secesionista, no hemos resuelto la raíz del conflicto, y si hacemos caso a lo que dicen los estudios sociológicos, sigue habiendo un porcentaje muy elevado de la población catalana que quiere la independencia.

¿Será suficiente para conseguir una mayoría absoluta con la suma de los escaños del PSC, C’s y PP? Esa es la duda

Esa brecha existe, como existe la herida creada por la fractura social que ha provocado la aventura a ninguna parte de Puigdemont y el independentismo. Existe la convicción de que lo han tenido al alcance de la mano y de que podrán volver a intentarlo. Y existe el antiespañolismo y el resentimiento que se ha enquistado en una parte de esa sociedad. Y a todo eso habrá que darle una solución, lo cual va a requerir diálogo, y mucha comprensión. Pero creer que esto se ha acabado y que ya no volveremos a tener más problemas con el independentismo, sería un inmenso error. Y una insensatez.

Es difícil a estas alturas encontrar una palabra que defina el espectáculo que está ofreciendo a los catalanes, al resto de los españoles, y a los europeos, quien hasta el viernes pasaba por ser algo así como el Martin Luther King del independentismo catalán. Surrealismo sería lo más próximo, además de patético, lamentable y, en fin, seguro que se nos ocurren muchos más adjetivos. Ayer el abogado proetarra de Puigdemont anunciaba que hoy no acudiría a la Audiencia Nacional porque no tiene garantías de un juicio justo… La charlotada ya llega a extremos insultantes pero eso, por otra parte, viene siendo habitual entre los dirigentes independentistas.

Mariano Rajoy Audiencia Nacional