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¡No son los tribunales, idiota, es la política!
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¡No son los tribunales, idiota, es la política!

¿Qué pasa si los independentistas ganan las elecciones y gobiernan? Se sentirán legitimados por las urnas para volver a agitar la bandera del separatismo

Foto: El exvicepresidente Junqueras en su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)
El exvicepresidente Junqueras en su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)

Una de las peores cosas que ha traído esto que llamamos el conflicto catalán ha sido haber exacerbado los ánimos hasta límites desproporcionados. El pasado viernes, sin ir más lejos, mucha gente aplaudía en una especie de éxtasis colectivo el ingreso en prisión de Junqueras y el resto de los 'exconsellers'Yo no me alegro de que nadie entre en la cárcel. Ni siquiera cuando lo hace un asesino o un terrorista, o un violador, porque el hecho de que entre en la cárcel significa que ha cometido un delito atroz y preferiría que eso no hubiese ocurrido. Pero si además quienes entran en la cárcel son gente normal, como usted y como yo, independientemente de que estén investigados por la comisión de delitos graves contra el Estado de derecho, pues me alegro menos todavía.

Y si a eso añadimos que su prisión es preventiva, es decir, no es la consecuencia de una sentencia judicial, sino la voluntad arbitraria y subjetiva de una jueza, que obviamente está sustentada en una exquisita rigurosidad jurídica, como lo hubiera estado también el haber tomado cualquier otra decisión, pues además eso me lleva a creer que la decisión es, no solo inoportuna, sino irresponsable. Pero como este país es así, y todo lo subjetivamos en función del estado anímico de nuestras entrañas, sé que por decir esto hoy me va a caer la del pulpo y algo más por parte del sectarismo nacionalista de este lado de la barrera, pero me la trae al pairo.

Su prisión es preventiva, es decir, no es la consecuencia de una sentencia, sino la voluntad arbitraria y subjetiva de una jueza

¿Significa esto que la jueza debería haber tenido en cuentas otras circunstancias más allá de las estrictamente jurídicas para tomar la decisión de aplicar o no la prisión preventiva? En mi opinión, sí. Y no sería la primera vez que esto ocurre, ni será la última. El relato de decisiones judiciales tomadas al amparo de circunstancias políticas durante estos cuarenta años de democracia daría para una enciclopedia. Y eso no resta un ápice de legitimidad a esas decisiones –salvo contadas excepciones, que también los jueces se equivocan– siempre que hayan estado sustentadas en un razonamiento jurídico correcto.

En este caso es así. La argumentación, según creo, no tiene lagunas. Pero es subjetiva. Igual que argumenta la decisión de enviarlos a la cárcel, podía haber argumentado la contraria. Y hacerlo ha tenido importantes consecuencias. De entrada, cuando parecía que la rebelión independentista se encontraba sofocada, resulta que se les ha dado un motivo para reavivar el fuego de nuevo. Ahora ya no es la república catalana, sino la libertad de los presos políticos. Obviamente no son presos políticos. No hay presos políticos en una democracia consolidada y con un Estado de derecho fuerte como es esta. Esto no es Venezuela. Pero al independentismo eso le da igual. Ya tiene un nuevo elemento para el relato: España es un país opresor que detiene a la gente por sus ideas políticas. Mañana eso se lo van a contar así a miles de niños en las escuelas. A ver qué se creen.

Nos hemos pasado la vida dándole argumentos al independentismo sin darnos cuenta de que, con nuestra obsesión por solucionar este asunto por la vía jurídica –ya desde el recursos al TC del Estatut–, estábamos abandonando la única vía posible para encontrar una solución y que todo esto no hubiese llegado hasta aquí: la política. No le falta razón al 'exconseller' Santi Vila cuando pide a los partidos que se sienten a hablar. Vale, por supuesto que si estamos donde estamos es porque ha habido un Gobierno de la Generalitat que pudiendo haberlo evitado –incluso tan cerca como el pasado jueves convocando elecciones–, decidió llevar el desafío hasta sus últimas consecuencias. Y aunque en el último momento Santiago Vila decidió bajarse de ese barco, también es verdad que hasta ahí estuvo a bordo del mismo y es corresponsable de muchas decisiones equivocadas.

Pero esto no se va a arreglar con tribunales, porque la justicia puede actuar contra unos pocos, pero no puede actuar contra la mitad de la sociedad catalana. Hasta el momento en el que la jueza decidió enviar a prisión a la mitad de Govern, parecía que las elecciones del 21-D podían celebrarse en un clima de cierta tranquilidad, sin duda el mejor marco para los intereses del constitucionalismo. Ahora ya no es así. Ahora se ha vuelto a despertar a la fiera y amenaza con volver a dar guerra de nuevo. ¿Qué pasa si ganan las elecciones y gobiernan? Se sentirán legitimados por las urnas para volver a agitar la bandera del separatismo y la solución no puede ser pasar de nuevo por el 155… Así, ¿hasta cuándo?

Una de las peores cosas que ha traído esto que llamamos el conflicto catalán ha sido haber exacerbado los ánimos hasta límites desproporcionados. El pasado viernes, sin ir más lejos, mucha gente aplaudía en una especie de éxtasis colectivo el ingreso en prisión de Junqueras y el resto de los 'exconsellers'Yo no me alegro de que nadie entre en la cárcel. Ni siquiera cuando lo hace un asesino o un terrorista, o un violador, porque el hecho de que entre en la cárcel significa que ha cometido un delito atroz y preferiría que eso no hubiese ocurrido. Pero si además quienes entran en la cárcel son gente normal, como usted y como yo, independientemente de que estén investigados por la comisión de delitos graves contra el Estado de derecho, pues me alegro menos todavía.

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