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¿Derrota? ¿Claudicación? Y por qué no las dos cosas
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Federico Quevedo

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¿Derrota? ¿Claudicación? Y por qué no las dos cosas

Lo que ha pasado este viernes no es más que la consecuencia lógica de un proceso inevitable: la rendición definitiva de la banda, totalmente ajena a una sociedad que ya le ha dado la espalda

Foto: Un surfista pasa junto a una pintada a favor de la banda terrorista ETA en el barrio de Gros de San Sebastián. (EFE)
Un surfista pasa junto a una pintada a favor de la banda terrorista ETA en el barrio de Gros de San Sebastián. (EFE)

ETA dejó de existir en el año 2011. Acosada, acorralada por las fuerzas policiales, cada 'cúpula' que era elegida para dirigir la banda caía muy poco tiempo después hasta que llegó un momento en el que la banda terrorista se vio obligada a rendirse y aceptar su derrota en un comunicado en el que renunciaban a seguir con la barbarie, o sea, con lo que ellos llamaban "lucha armada".

La victoria de la democracia sobre ETA tiene sin duda muchos protagonistas. Los primeros, las víctimas, sin lugar a dudas, porque han sido, son y serán el referente moral y los autores de un relato que no debemos permitir que caiga en manos de quienes ahora querrán tergiversarlo para intentar blanquear el historial de terror de la banda terrorista.

Foto: La última carta de ETA

Las fuerzas de seguridad, sin duda, porque a lo largo de décadas, además de sufrir en sus carnes también las consecuencias del terrorismo, han sacrificado vidas, familias, tiempo, etcétera, para no ceder ni un minuto en la lucha contra el terrorismo, convirtiéndose además —tanto la Policía como la Guardia Civil— en ejemplo para otros cuerpos de policía del mundo.

Y los políticos, por supuesto, a pesar de los muchos errores que, sin embargo, han cometido en la lucha contra el terrorismo —desde la 'complacencia', por no decir otra cosa, de González con los GAL, hasta las negociaciones de Zapatero con ETA, pasando por los cortejos de Aznar al nacionalismo vasco llamando a la banda Movimiento de Liberación Nacional, que 'manda huevos', con perdón—, al final han sido los directores de la lucha contra el terrorismo y a ellos se debe en buena parte el éxito final.

ETA se rinde, claudica, sin haber conseguido ni uno solo de sus objetivos; ni la independencia, ni la autodeterminación, ni la anexión de Navarra...

Lo que ha pasado este viernes no es más que la consecuencia lógica de un proceso inevitable: la rendición definitiva de la banda, totalmente ajena a una sociedad que ya le ha dado la espalda. Es verdad que no piden perdón, pero ¿alguien se esperaba otra cosa? Al final, como seguramente hemos escuchado muchas veces estos días, ETA se rinde, claudica, sin haber conseguido ni uno solo de sus objetivos; ni la independencia, ni la autodeterminación, ni la anexión de Navarra, ni la amnistía de los presos, ni nada de nada.

Es comprensible el malestar de las víctimas ante un paripé que pretendía darle a ETA, absolutamente desaparecida de la escena política nacional desde 2011, una última dosis de protagonismo, pero la realidad es que la pantomima no ha pasado de ser eso, por muchos titulares que haya ocupado. Ahora bien, es posible que en el futuro ocurra algo que, inevitablemente, puede causar bastante dolor en el colectivo de víctimas: el acercamiento de presos.

Sin embargo, hay que comprender que, primero, la propia dispersión es una medida coyuntural que, de hecho, choca con nuestra propia Constitución y, segundo, que el hecho de que un preso sea trasladado a una cárcel del País Vasco no significa que vaya a salir de prisión, luego será necesario ir haciendo algo de pedagogía sobre el asunto porque este u otro gobierno no tendrán más remedio que aceptarlo a medida que los propios presos vayan renunciando al vínculo con ETA y soliciten el acercamiento.

Aunque sea duro decirlo, los presos tienen derechos, y uno de ellos es el de poder cumplir su condena cerca de sus familiares

Esa es la parte que le toca a la política, y es ahí donde, como he dicho otras veces, las víctimas no pueden influir porque trasciende su necesidad de justicia y entronca directamente con cuestiones que afectan al derecho internacional. Es fácil, una vez desaparecida del todo la banda terrorista, que sean los propios tribunales internacionales los que obliguen al Gobierno español a erradicar la política de dispersión de presos que iba estrechamente vinculada a la política antiterrorista.

Aunque sea duro decirlo, los presos, incluso los más despreciables, tienen derechos, y uno de ellos es el de poder cumplir su condena cerca de sus familiares. Un derecho que está recogido en la Constitución Española. Sé que decir esto es impopular, pero es mejor ir haciéndose a la idea de algo que en el corto plazo va a ser inevitable.

ETA dejó de existir en el año 2011. Acosada, acorralada por las fuerzas policiales, cada 'cúpula' que era elegida para dirigir la banda caía muy poco tiempo después hasta que llegó un momento en el que la banda terrorista se vio obligada a rendirse y aceptar su derrota en un comunicado en el que renunciaban a seguir con la barbarie, o sea, con lo que ellos llamaban "lucha armada".

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