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Bienvenidos al duelo —a muerte— en OK Corral
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Federico Quevedo

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Bienvenidos al duelo —a muerte— en OK Corral

Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal aspiran a presidir el Partido Popular y suceder a Mariano Rajoy, una lucha mortal en la que no podemos descartar nada

Foto: Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados. (EFE)
Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados. (EFE)

Era imposible que la pugna entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal transcurriera dentro de los límites de la normalidad. La rivalidad entre ellas es visceral y está arraigada y solidificada con cemento armado. No solo es que se vayan a lanzar puyas en público, es que la guerra larvada de intoxicaciones, y vaya usted a saber si en adelante también de dosieres o cualquier otra arma de destrucción al estilo del vídeo de Cifuentes, ha empezado ya.

No era lo que había planificado Mariano Rajoy que confiaba en que Núñez Feijóo asumiera la responsabilidad de liderar el centro derecha para no darle la razón a Aznar: esta roto. Más que roto, destrozado. Pero Feijóo, que quiso serlo todo cuando creyó que era su momento, es decir, tras las elecciones de 2015, y vio como no solo le cerraban las puertas en Madrid sino que, además, le hacían chantaje con fotos de hace treinta años, le ha hecho a Rajoy una peineta histórica, y ha favorecido el escenario más desalentador para el PP: la guerra sin cuartel entre dos damas a cada cual más orgullosa.

Foto: Cospedal y Santamaría exhiben sus poderes: una el partido, la otra rodeada de medios. (EFE)

Nadie sabe lo que puede pasar el día 5 con el voto de los militantes, porque además como es imposible —por la ley de protección de datos— hacer ninguna clase de encuesta, nos basamos solo en percepciones que siempre suelen estar equivocadas. Pero es posible, incluso, que del duelo mortal entre ellas dos salga beneficiado Pablo Casado, el tercero en discordia, el líder de las bases en apariencia y quien mejor parece representar lo que en estos momentos necesita el partido: un dirigente ajeno a esos tiempos oscuros de la corrupción y que además no esté vinculado al ejercicio del Gobierno de Mariano Rajoy. Pero nada de esto es posible de percibir, ni siquiera como tendencia.

De procesos parecidos en el PSOE —el PP es la primera vez que permite votar a sus militantes— surgieron líderes en los que nadie creía: Zapatero, Sánchez... Las militancias de los partidos son como de otro planeta, y no están sujetas a los criterios razonables que movilizan al electorado, sino a sentimientos incontrolados. Y a esos sentimientos van a apelar también las dos candidatas, intentando atraerlos cada una a su causa que no es otra que la de derrotar a la contraria. Porque aquí no se juega tanto el liderazgo de un partido, como la obsesión por evitar que cada una de ellas sea la elegida. Dolores contra Soraya, Sáenz de Santamaría contra Cospedal.

placeholder María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría junto a Ángel Garrido el 2 de Mayo. (EFE)
María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría junto a Ángel Garrido el 2 de Mayo. (EFE)

Todos tenemos nuestra predilección, y la mía sin duda es la exministra de Defensa, no creo que desvele ningún secreto. Tengo razones sobradas para creer que, si Soraya Sáenz de Santamaría gana, el PP se vería abocado a una inevitable ruptura. Pero no es eso lo que me importa, sino el hecho de lo que implicaría a efectos políticos que el liderazgo del centro derecha lo ostente una mujer que ha ejercido el poder con mano de hierro. Aquellos que fueron señalados como el Grupo de los 5, que ella se encargó de reprimir en el Gobierno, ahora unen fuerzas entorno a Cospedal para evitar que Soraya llegue al poder. Pero no depende de ellos, depende de un misterio inescrutable que se desvelará el día 5 por la noche. Hasta entonces, bienvenidos al duelo en OK Corral.

Era imposible que la pugna entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal transcurriera dentro de los límites de la normalidad. La rivalidad entre ellas es visceral y está arraigada y solidificada con cemento armado. No solo es que se vayan a lanzar puyas en público, es que la guerra larvada de intoxicaciones, y vaya usted a saber si en adelante también de dosieres o cualquier otra arma de destrucción al estilo del vídeo de Cifuentes, ha empezado ya.

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