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Miró al soslayo, fuese y no hubo nada
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José Luis González Quirós

Dramatis Personae

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Miró al soslayo, fuese y no hubo nada

Una buena parte de españoles, salvo víctimas de la ESO, recordarán con facilidad el final del soneto cervantino que da título a esta columna, y que

Una buena parte de españoles, salvo víctimas de la ESO, recordarán con facilidad el final del soneto cervantino que da título a esta columna, y que describe la feliz decepción tras lo que se adivinaba como una gran bronca: una gran expectación que parece desvanecerse en el aire. ¿Eso es lo que ha pasado en el Comité ejecutivo del PP? Los primeros ecos del conclave, habitualmente silencioso, allí donde al parecer se debe hablar y nadie habla, registran, por el contrario, una situación de espadas en alto, una Aguirre ausente para que se pueda hablar con libertad del vómito, y un temeroso Cobo que se reafirma en la perversidad de la presidenta, y corre solícito a refugiarse en la lealtad al líder máximo. Todo un espectáculo frente al que, sin embargo, habría que rebajar el tono de las plañideras.

Una buena parte de españoles, salvo víctimas de la ESO, recordarán con facilidad el final del soneto cervantino que da título a esta columna, y que describe la feliz decepción tras lo que se adivinaba como una gran bronca: una gran expectación que parece desvanecerse en el aire. ¿Eso es lo que ha pasado en el Comité ejecutivo del PP? Los primeros ecos del conclave, habitualmente silencioso, allí donde al parecer se debe hablar y nadie habla, registran, por el contrario, una situación de espadas en alto, una Aguirre ausente para que se pueda hablar con libertad del vómito, y un temeroso Cobo que se reafirma en la perversidad de la presidenta, y corre solícito a refugiarse en la lealtad al líder máximo. Todo un espectáculo frente al que, sin embargo, habría que rebajar el tono de las plañideras.

Mariano Rajoy Manuel Cobo