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Vivir en peligro, teorías y confusiones
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José Luis González Quirós

Dramatis Personae

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Vivir en peligro, teorías y confusiones

Nietzsche afirmó en La Gaya ciencia  que vivir peligrosamente es el camino para ser dichosos, que conviene construir casas sobre el Vesubio.  Es un consejo anterior

Nietzsche afirmó en La Gaya ciencia  que vivir peligrosamente es el camino para ser dichosos, que conviene construir casas sobre el Vesubio.  Es un consejo anterior a la troika, y a la Merkel, pero bien pudiera haber inspirado la burbuja inmobiliaria. Llama la atención, si se lee el informe del CIS recién publicado, que  esto es, exactamente, lo que está haciendo nuestra clase política.  Se sabe que, al final, los Vesubios explotan.

Las encuestas del CIS y la España coloidal 

No se pueden leer los resultados del CIS sin el ánimo blindado. Sospecho que algún alma piadosa se los traduce a los ministros, para evitar infartos. Solo las tres primeras cuestiones podrían tumbar al más bragado: el 90,9% considera que la situación económica es mala o muy mala; el 94% cree que es igual o peor que la de hace un año, y un 74% cree que será igual o peor dentro de doce meses, o sea, que el Gobierno no tiene buena fama. 

Las expectativas electorales están en consonancia con el optimismo imperante, vivimos en un estado coloidal, tienden a formarse grumos, pero se ha roto la estructura previa y nadie sabe qué demonio podrá pasar de aquí a uno o dos años. De momento, parece rota la pauta de la alternativa, porque el opositor saca peor nota todavía que el ponente, pero tal vez suceda que aún está demasiado vivo el recuerdo de los brotes verdes prometidos, del plan Z y de las otras genialidades del socialismo de rostro humano en versión cañí.

Soraya se entrega al lenguaje coloquial 

El Gobierno está empezando a pensar que le falla la comunicación, así que nadie puede dudar de su carácter reflexivo y autocrítico, sabe muy bien lo que le pasa y nos pasa. Tal vez por eso, la vicepresidenta cambió de lenguaje en la comparecencia del viernes para romper su imagen de educada empollona y decir algunas cosas más propias de un plató de telebasura que de abogada del Estado estandarte de la Gloriosa. Aseguró que “para hacer una tortilla hace falta romper huevos” y que  “el algodón no engaña”: cada cual pudo entender lo que deseare, porque son sentencias que no producen rechazo, de puro obvias.  Sin embargo, se le escapó algún retazo del  viejo estilo al reconocer que en materia de administración pública "no se sabía ni lo que había ni lo que se tenía": el Gobierno no solo se queja de engaño, sino de ignorancia. En un país normal se habrían producido atascos en los aeropuertos, pero los españoles creen todavía que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, por decirlo al modo de la vice universal.

El PSOE a la búsqueda de autor 

En el PSOE abunda el desconcierto. ¿Cómo puede ser que criticando al Gobierno que hace lo mismo que hacía Zapatero nos vaya peor que con Zapatero y peor que al Gobierno? Hay que reconocer que la cosa tiene su aquel. Rubalcaba dijo que iba a poner a quinientos sabios a averiguarlo, pero el personal parece conocer ya la respuesta y todos compiten señalando al avezado político el camino de irás y no volverás. Para un observador ajeno al tumulto, el espectáculo es fascinante. Como diría Soraya, “si no quieres caldo, dos tazas”: puesto que el experimento de Zapatero ha salido redondo, ocho años de disfrute y una larga fama, repitamos con un mozalbete  o mozalbeta  capaz de decir las mismas vaciedades pero con mejor sonrisa. Hay que recordar que Zapatero, al menos, había leído a Petit y era casi doctor, además de llevar unas legislaturas sentado en el escaño censando a los que cuentan, pero ahora parece que ya solo se buscan sonrisas y facha, y eso que no se quiere engañar a nadie. Les regalo un consejo: ni quinientos sabios, ni mercadotecnia. Piensen seriamente en los riesgos del estado coloidal, que Rubalcaba es químico.

En el PP lo importante es saber quién manda 

Seguramente Lewis no pensó nunca en la política española al escribir los diálogos de Alicia y Humpty Dumpty, pero nos retrató con gran precisión, aunque haya quienes tienden a olvidar sus reflexiones para creer que pueden saber más que el que manda.  En la actualidad, aludir al programa electoral del PP es como recordar en una cena de mafiosos la vigencia del Código Penal. A Esperanza Aguirre le ha dado por mentar el programa y han salido rápidamente los lebreles a recordarle lo importante que es mantener la unanimidad más rigurosa, la  estricta identidad con el líder de todos y el voto de silencio: el programa es Rajoy, que no se equivoca, a ver si aprenden de una vez los liberales a distinguir la ideología y los principios del caos en estado puro, de la disolución y la quiebra del orden establecido. A esta especie de políticos, el único programa que les importa es la agenda oculta, el poder por el poder, y, de momento, mandan. El argumentario les deja fríos, aunque puedan inquietarles los augurios electorales que ya nadie puede  maquillar: acuden entonces a equívocas lecciones y recuerdan que UCD se disolvió por sus excesos, así que fuerzan a los suavemente díscolos a desdecirse, a reconocer que el presidente del Gobierno nunca se equivoca. Tal les parece el camino del éxito: los directores generales todavía responden al teléfono y eso les hace creer que todo está en orden, pero se equivocan. 

Nietzsche afirmó en La Gaya ciencia  que vivir peligrosamente es el camino para ser dichosos, que conviene construir casas sobre el Vesubio.  Es un consejo anterior a la troika, y a la Merkel, pero bien pudiera haber inspirado la burbuja inmobiliaria. Llama la atención, si se lee el informe del CIS recién publicado, que  esto es, exactamente, lo que está haciendo nuestra clase política.  Se sabe que, al final, los Vesubios explotan.