Es noticia
Ni contigo ni sin ti...
  1. España
  2. Dramatis Personae
José Luis González Quirós

Dramatis Personae

Por

Ni contigo ni sin ti...

…tienen mis penas remedio, dice la copla popular, y esa queja nos asalta con mordacidad cuando se  anuncia que el PP y el PSOE podrían descender

…tienen mis penas remedio, dice la copla popular, y esa queja nos asalta con mordacidad cuando se  anuncia que el PP y el PSOE podrían descender hasta sumar tan solo el 55% de los votos..., pero continuarían gobernando. Atado y bien atado, sí señor. La preocupación de la transición por la ingobernabilidad, el temor a la sopa de letras, se ha traducido en una estabilidad a prueba de bomba.

Un verso de Juvenal: ‘et propter vitam vivendi perdere causas’

Tenemos, pues, una democracia estable, o eso parece, pero no acabamos de tener una democracia admirable porque, como decía Juvenal, no se puede sacrificar aquello por lo que vale la pena vivir, es decir que la forma de la democracia no debiera servir para anular su sentido, sus razones de fondo que son morales y están, o debieran estar, por encima de los reglamentos y las triquiñuelas. Esto es lo que solivianta a muchos españoles, que las instituciones sirvan de parapeto a quienes se burlen de ellas, de su sentido, que los ladrones roben con el auxilio de su aforamiento, que cuando uno de los nuestros resulte condenado siempre encuentre un Gobierno que lo indulte.

El viejo Popper advertía de que las instituciones solas no sirven para garantizar la decencia pública cuando no van acompañadas de las tradiciones, de los usos. 

No se trata de exageraciones. Tenemos un Gobierno que gobierna al margen del programa que le dio los votos y la legitimidad, y unos partidos que solo saben obedecer al que manda, precisamente porque están compuestos por personas que el líder ha elegido, rompiendo casi cualquier nexo con la democracia, con la representación política. Eso nos lleva directamente a una insoportable concentración del poder en apenas dos o tres manos, poco que ver con lo que queríamos.

La bandera de San Fermín

Un ejercicio puramente obsceno del poder, más allá de cualesquiera límites y razones, no solo se manifiesta en las explicaciones notoriamente insuficientes que se dan de cualquier arbitrariedad o cacicada, que no son precisamente excepcionales, ni se limitan tampoco a la prepotencia de los partidos frente a los jueces, “¡qué se han creído!”, a los que se acusa de meterse en política o de perseguir al partido, cuando tratan de aclarar cualquier grave quebranto de la ley como el de Gürtel, Bárcenas o los ERE andaluces, sino que se hace evidente en la manera brutal con que ejercen la política los que no están dispuestos a admitir ninguna clase de límites. A los amigos de ETA, por poner el caso más señalado, les importa una higa que miles de personas quieran celebrar unas fiestas populares, más allá de cualquier partidismo: ellos imponen por las bravas su bandera el día del chupinazo y la cuelgan para que todo el mundo se entere de quién manda allí. Una de las cosas más graves y de penoso remedio que ha sucedido en la última década es que los Gobiernos legítimos de la Nación hayan accedido a tratar de tú a tú con los terroristas, hayan admitido que ellos tienen su parte de poder porque se la han ganado a tiros. Es lo que pasa cuando los políticos no creen en su legitimidad y solamente piensan en el puro poder, que no les importa repartir con tal de seguir al frente.

Patriotas catalanes

El señor Mas ha aprendido la lección y la aplica con contundencia. Le importa un pito que se apruebe una ley de unidad de mercado: no la cumplirá, como ya ha hecho muchas veces antes, sin que pasase nada, que tampoco pasará esta vez. Ahora se apresta a otorgar un certificado de patriota catalán, que, dentro de poco, seguramente desgrave, porque estos chicos de Pujol no gastan pistola, pero son muy hábiles con los agravios y las cuentas. Decía don Antonio Maura que una cosa es gobernar y otra estar en el Gobierno, aunque esta distinción seguramente le parecerá trasnochada a quienes le hacen la ola a Rajoy. El propio Maura decía que cuanto más dificultades se acometen teniendo razón, más fuerza se logra y que la quietud es  la debilidad y la decadencia, claro es que, si la memoria no me falla, su gobierno largo apenas pasó de los dos años y aquí lo que no sean ocho parece bagatela.

Al menos no estamos en Egipto

Aunque algunos lo hayan pretendido, a Dios gracias, no estamos en Egipto, pero no acabamos de estar donde debiéramos, en una democracia liberal exigente y competitiva, fundada en la libertad política y en una ética pública exigente. ¿Qué nos falta?  La plaza Tahir escenifica un encuentro violento entre fuerzas, un desacuerdo de fondo sobre la casa común, un problema que no se arregla ni con facilidad, ni a golpes o empujando. Nosotros tenemos una casa común, pero hemos dejado que muchos se acomoden con privilegios, que se aplique una ley a su medida, es decir, ninguna, cuando se encuentren en dificultades.

Aquí se  tapia con bloques de hormigón parte de los túneles del AVE en Orense y nadie tiene que dar explicaciones, no ya de las razones del tapiado sino de las de la construcción, todo se queda en una variante de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, se gasta lo que se debe aunque se deba lo que se gaste. Por ahí habría que empezar, por una mayor exigencia que implique control y mayor valentía cívica, para que no se haga verdad lo que decía Spinoza, que la cobardía de los más es lo que sustenta la dominación y los abusos.

…tienen mis penas remedio, dice la copla popular, y esa queja nos asalta con mordacidad cuando se  anuncia que el PP y el PSOE podrían descender hasta sumar tan solo el 55% de los votos..., pero continuarían gobernando. Atado y bien atado, sí señor. La preocupación de la transición por la ingobernabilidad, el temor a la sopa de letras, se ha traducido en una estabilidad a prueba de bomba.