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Escasez de agua y de diálogo
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Jesús Sánchez Lambás

El 71% del planeta

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Escasez de agua y de diálogo

No es solo una sequía del recurso fundamental, la situación se agrava por la situación política

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El final de año nos sorprende con nuestros recursos hídricos de agua dulce bajo mínimos y las reservas de agua (al menos en superficie) en cerca del 50% de la capacidad de agua embalsada. No nieva, pero no solo en España, tampoco lo ha hecho en el Pirineo francés ni en los Alpes, y hay que ascender cumbres de más de 3.000 metros para encontrar algo de hielo. Lo que no hace tantos años un general español calificó como la 'pertinaz sequía'.

Pero no es solo una sequía del recurso fundamental, la situación se agrava por la situación política. Ya las elecciones autonómicas y municipales pusieron las bases de un nuevo escenario en la gestión de los intereses generales en la ámbito autonómico provincial y municipal. Ahora, cada uno de los españoles que han decidido ejercer su derecho al voto ha resuelto regalar por Navidad a nuestra clase política un curioso rompecabezas, precisamente porque esa clase les ha ignorado.

El fundamento predemocrático es la palabra. No las leyes. Una legislatura donde nos ha arrasado un aluvión de reformas legales, con la insensibilidad del Estado de promulgar normas sin serenidad que calen en el conjunto de la sociedad en defensa del interés general, se ha visto atropellada por un ingente batiburrillo donde el tufo de servir a otros intereses espurios se hace más que justificado.

Gobierno y Administración han de velar por el interés general, y con pedagogía lograr la observancia de las leyes y su implantación en el conjunto del Estado, tarea imposible si se contemplan en los anaqueles los tomos de repertorios legislativos en un insulto a la inteligencia, donde las reformas se han sucedido a veces modificando leyes con un mes de diferencia y en alguna ocasión derogando normas a las 72 horas de su promulgación. Ni qué decir de su calidad trufada de disposiciones derogatorias, transitorias, finales, adicionales... en un juego perverso que asegure la imposibilidad de una interpretación canónica: y para cuando esta llega del Tribunal Supremo, o la norma no existe o los que ya no existimos somos algunos de los destinatarios.

Un ejemplo de éxito que nos alegra especialmente por lo que atañe al líquido elemento, y al medio ambiente y a la calidad del planeta ha sido la cumbre de París

El regalo navideño tendrá un precio caro para la sociedad, pero la urgencia de responder al hartazgo resultó imperiosa. Al menos ahora no podrán seguir haciendo normas de espaldas a esos ciudadanos libres e iguales, y tendrán que buscar equilibrios, consensos, acuerdos. Es muy significativa y sorprendente la permanente apelación de la clase política al cumplimiento de las leyes, la única respuesta que han dado a Cataluña de forma reiterada desde la más alta magistratura al último concejal. Es algo curioso, porque el país no tiene una gran cultura en cumplir leyes pero sí en cambiarlas a conveniencia. Si las Cortes franquistas hubiesen dado la misma respuesta a los jóvenes políticos liderados por Adolfo Suárez (capaz de alcanzar sólidos acuerdos con Santiago Carrillo, en las antípodas ideológicas y biográficas), me temo que nuestra situación sería hoy muy distinta.

Un referendo ni es una panacea ni debería ser una línea roja. Pero con una condición: si al margen de la historia, en 1978 nos pusimos 'todos' de acuerdo, políticos y ciudadanos, con la Constitución, lo que cambie de forma relevante las relaciones entre todos requiere la voluntad de todos. En Medina del Campo tenemos alguna idea de nuestra amada Cataluña en España. Pero nunca opinaríamos sobre las normas internas de su autogobierno. Eso es responsabilidad exclusiva de los catalanes.

Los referendos en la España democrática se cuentan con los dedos de las manos, sobre todo comparados con el número de decretos leyes... Para nuestra fortuna, ni siquiera la misma Constitución de 1978 es un texto sagrado. Lo que sí es sagrado es que los cambios se hagan con el necesario consenso y ese acuerdo de voluntades de la sociedad civil liderada por la clase política responsable. Esa es la verdadera constitución inquebrantable y el corazón del derecho, y solo así se puede construir un futuro. Que sean los parlamentarios quienes hablen en nombre de todos nosotros: aquí les damos la voz para que dialoguen, encuentren acuerdos, puntos de consenso para que las normas que elaboren tengan no solo legitimidad formal, también legitimidad política.

Un ejemplo de éxito que nos alegra especialmente por lo que atañe al líquido elemento, el agua, y por lo tanto al medio ambiente y a la calidad del planeta ha sido la cumbre de París. Conmueve ver cómo los políticos, apoyados por magníficos profesionales y técnicos especializados, han sido capaces de lograr un consenso admirable que nos permite mantener viva la confianza en los políticos, en la política, en la relaciones internacionales y en la democracia. El ejercicio de la palabra ha producido el éxito. Un éxito moderado pero difícil. Con intereses tan radicales y tan diametralmente opuestos como los de los países desarrollados, que pueden hacer esfuerzos tecnológicos para reducir emisiones, y aquellos países que necesitan dar de comer a cientos de millones de habitantes y construir su camino al Estado de bienestar.

El debate es pobre: renacionalización o privatización. ¿No se podrá encontrar un modelo intermedio en las empresas mixtas que tantos éxitos han cosechado?

Ahora tenemos nuestro reto, vamos a llamarlo doméstico, con dos escenarios. En el ámbito del Estado, es urgente la unificación y construcción de un modelo de control de la regulación sobre el agua.

En el ámbito de nuestras autonomías, diputaciones, ayuntamientos y cabildos, mancomunidades, tan necesitado de un proceso de concentración y modernización como en el resto de países europeos, se debe afrontar un modelo de gestión del abastecimiento de agua en nuestras poblaciones. Tenemos que asegurar desde lo público y desde la defensa del interés general el compromiso con las empresas y con los operadores del sector para que, respetando las normas de la competencia como pilar básico del derecho comunitario, podamos tener tranquilidad y que el suministro se siga realizando en condiciones de calidad y de eficiencia, sin que los problemas de abastecimiento queden en soluciones pobres e insuficientes que generen freno y límites al desarrollo y a la consolidación del Estado de progreso.

El debate de ideas es pobre: renacionalización (de aquello que por cierto nunca dejó de ser público) o privatización del todo. ¿No se podrá encontrar un modelo intermedio en las empresas mixtas que tantos éxitos han cosechado?

La otra disyuntiva: grandes infraestructuras en superficie pero de costes brutales e impacto medioambiental. ¿No podrán dialogar las dos grandes ingenierías (de las que España puede presumir con orgullo) de Caminos y de Minas? Encontrando una vertebración y articulación de recursos en superficie y subterráneos.

En esta tarea estamos concernidos todos, desde nuestros políticos a nuestra sociedad civil. Desde los modestos profesores, los expertos, los profesionales, las empresas, el capital, la fuerza del trabajo... Es una tarea de todos encontrar modelos que no sean un regreso al pasado periclitado y caduco, sino a soluciones de progreso. Solo así nos acompañará el éxito que les deseo a todos en este feliz 2016.

El final de año nos sorprende con nuestros recursos hídricos de agua dulce bajo mínimos y las reservas de agua (al menos en superficie) en cerca del 50% de la capacidad de agua embalsada. No nieva, pero no solo en España, tampoco lo ha hecho en el Pirineo francés ni en los Alpes, y hay que ascender cumbres de más de 3.000 metros para encontrar algo de hielo. Lo que no hace tantos años un general español calificó como la 'pertinaz sequía'.