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Escandalete navideño en Sanidad y Consumo a cuenta del crisma oficial del Ministerio de Elena Salgado
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Escandalete navideño en Sanidad y Consumo a cuenta del crisma oficial del Ministerio de Elena Salgado

Sanidad y Consumo ha sido escenario esta Navidad de un pequeño pero significativo escándalo a cuenta, quién lo hubiera imaginado, del crisma de felicitación oficial del

Sanidad y Consumo ha sido escenario esta Navidad de un pequeño pero significativo escándalo a cuenta, quién lo hubiera imaginado, del crisma de felicitación oficial del ministerio que hoy ocupa doña Elena Salgado. ¿Motivo? La negativa de una parte de los funcionarios del mismo a enviar a familiares, amigos, proveedores, etcétera, el supuesto crisma, que consideraban totalmente inadecuado para la función pretendida.

Al final, tuvo que ser la propia ministra quien ordenara retirar la mamarrachada en cuestión, enviando al cubo de la basura los miles de ejemplares impresos, con su correspondiente coste.

Nada nuevo bajo el Sol: estamos ante una muestra más del genio e ingenio de la progresía española, tan apolillada la pobre, tan pasada de fecha. Resulta que el Ministerio de Sanidad y Consumo no encontró mejor motivo de felicitación navideña que un viejo chiste de Forges, el humorista de cámara del diario El País, que lleva algo así como 30 años contando las mismas historietas. Ejemplo de sectarismo en su grado más puro, Forges, que durante años se dedicó a zaherir, no sin razón, la figura del presidente Aznar, aún no ha descubierto un solo motivo de crítica en Zapatero, y anda que no tiene tela que cortar el muñeco...

Sin duda a cuento de la Ley de Prevención del Tabaquismo que prohibirá fumar en lugares públicos a partir del próximo 1 de enero, los responsables del desaguisado ministerial tuvieron la idea de desempolvar como crisma navideño un chiste de Forges del año 1984, ya saben, el condenado a muerte que, pitillo en boca, camina hacia el cadalso escoltado por su verdugo. “Anda, que como te vea Lluch fumando, te la cargas”, susurra al oído del condenado el postinero verdugo, a lo que aquél responde con el consabido aplomo: “Pues bueno pues me alegro”.

Como post data y tal vez para acumular méritos, los padres de la idea (¿la propia señora ministra?) decidieron incluir la siguiente leyenda: A Ernest Lluch, in memoriam.

Y no es que la memoria de Lluch no merezca este y otros homenajes. Es que el crisma en cuestión tenía de navideño lo que un servidor de obispo de Roma. No ya el portal de Belén con sus pastores y otros iconos de la imaginería cristiana propios de estas fechas, no, es que ni siquiera un árbol de Navidad, un papá Noel o un Santa Claus apostado a pie de chimenea. Nada de nada. Los progres son así. En lugar de todo eso, el recuerdo de un político vilmente asesinado por ETA como felicitación navideña. ¡Toma castaña!

Como es de imaginar, el tarjetón de Sanidad causó perplejidad, primero, e indignación, después, entre buena parte de los altos funcionarios del Ministerio, que rápidamente empezaron a negarse a enviar motivo tan estrafalario como felicitación navideña. El descontento fue ganando grados, hasta que, al parecer, fue la propia ministra la que decidió retirar el crisma y enviar a la papelera los miles de ejemplares impresos, con su correspondiente coste. ¿Alguien dará una explicación sobre tamaño despilfarro?

Por cierto, y ya que hablamos de Lluch, quienes bien le conocieron y mejor recuerdan su talante no han dejado de acordarse en los últimos meses de la opinión que al catalán le merecía la figura intelectual y política de José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando, después del congreso del PSOE que lo eligió como secretario general, alguien le pidió opinión sobre las capacidades del sujeto, Lluch respondió sin dudarlo: “Es la nada más absoluta. Un cero a la izquierda. Ocurre que no hemos tenido más remedio que apoyarle porque estábamos hartos de liderazgos tan fuertes como el de Felipe y tampoco nos fiábamos de una prima donna como Bono”.

Sanidad y Consumo ha sido escenario esta Navidad de un pequeño pero significativo escándalo a cuenta, quién lo hubiera imaginado, del crisma de felicitación oficial del ministerio que hoy ocupa doña Elena Salgado. ¿Motivo? La negativa de una parte de los funcionarios del mismo a enviar a familiares, amigos, proveedores, etcétera, el supuesto crisma, que consideraban totalmente inadecuado para la función pretendida.