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Y un Aznar sin bigote se cruzó de brazos para no aplaudir a “la futura presidenta de España y del PP, Esperanza Aguirre”
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Y un Aznar sin bigote se cruzó de brazos para no aplaudir a “la futura presidenta de España y del PP, Esperanza Aguirre”

Dicen las malas lenguas –que haberlas, haylas, como las meigas-, que Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, acudió la semana pasada a Argentina a

Dicen las malas lenguas –que haberlas, haylas, como las meigas-, que Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, acudió la semana pasada a Argentina a un seminario organizado por la Fundación por la Libertad de Mario Vargas Llosa para ‘conspirar’ con Aznar contra Rajoy. Nada más lejos de la verdad. Conspiración no la hubo, aunque sí es verdad que por aquellos lares se dejó caer un tal Miguel Ángel Cortés que aprovechaba cualquier ocasión, incluso una cena en la embajada delante del socialista Rafael Estrella, jefe de la diplomacia española en aquel país, para poner al líder del PP, no ya verde, sino marrón oscuro.

Y es que, no habiendo conspiración alguna, sí que hubo anecdotario. Se celebraba el vigésimo aniversario de la Fundación que preside el escritor peruano y ex candidato a la Presidencia de su país, y allí acudieron, además de Aznar y Aguirre, amigos ambos de Vargas Llosa pese a que últimamente se deja ver más con Rosa Díez, media docena de ex mandatarios latinoamericanos, algún que otro candidato a serlo, y un numeroso grupo de expertos, economistas, asesores, funcionarios y ex funcionarios públicos del mundo liberal. Todos ellos, alrededor de unos 1.200, se reunieron el pasado viernes en una multitudinaria cena de despedida y clausura del seminario.

Nada raro, en un principio. A los postres, el maestro de ceremonias se levantó y con el clásico ‘toquecito’ de copa de champagne reclamó silencio para, a continuación, pedir un prolongado aplauso a los ex presidentes allí presente, sobre todo a un José María Aznar que encuentra allende nuestras fronteras el reconocimiento que se le niega de puertas para dentro de las mismas. Todo normal. Pero acto seguido, el susodicho maestro de ceremonias volvió a reclamar silencio con el ‘toquecito’ de copa y esta vez pidió otro largo y prolongado aplauso para los futuros presidentes liberales. Primero, para el chileno Sebastián Piñera, líder de la coalición derechista que en las pasadas elecciones fue derrotado, por poco, por la presidenta Bachelet, y que tiene buenas perspectivas para las próximas elecciones.

Y segundo, “para la futura presidenta de España y del Partido Popular, Esperanza Aguirre”. Los invitados, obviamente, respondieron con un aplauso no exento de estupefacción a semejante presentación, salvo uno: José María Aznar. El ex presidente del Gobierno, en un inequívoco gesto de disgusto, cruzó aparatosamente los brazos y se echó hacia atrás en la silla para que se notara su actitud. Un gesto que además tenía su parte curiosa, porque en España todavía no sabemos cómo puede ser una mueca de disgusto de un Aznar sin bigote. Sí, sí, sin bigote. Salvo que le crezca en el camino de vuelta, ya pueden irse preparando los viñetistas y guiñoles. Es evidente que Aznar no quiere que le carguen el sambenito de estar conspirando contra Rajoy, y para ello no duda, incluso, en un cambio de imagen. ¿No dicen que son tiempos de renovación?

Dicen las malas lenguas –que haberlas, haylas, como las meigas-, que Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, acudió la semana pasada a Argentina a un seminario organizado por la Fundación por la Libertad de Mario Vargas Llosa para ‘conspirar’ con Aznar contra Rajoy. Nada más lejos de la verdad. Conspiración no la hubo, aunque sí es verdad que por aquellos lares se dejó caer un tal Miguel Ángel Cortés que aprovechaba cualquier ocasión, incluso una cena en la embajada delante del socialista Rafael Estrella, jefe de la diplomacia española en aquel país, para poner al líder del PP, no ya verde, sino marrón oscuro.

José María Aznar Botella