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Sonrisas y lágrimas de Liliana Godia, la ‘espantá’ de Jordi Hereu y la fiesta de los récords
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Sonrisas y lágrimas de Liliana Godia, la ‘espantá’ de Jordi Hereu y la fiesta de los récords

Liliana Godia tiene 39 años. Es joven, pero en 10 años ha situado a la Fundación Francisco Godia (que ella misma fundó en 1999) en el

Liliana Godia tiene 39 años. Es joven, pero en 10 años ha situado a la Fundación Francisco Godia (que ella misma fundó en 1999) en el mapa catalán como uno de los espacios más interesantes y con más pujanza en cuanto al arte. En este tiempo, acogió en la Fundación una veintena de exposiciones privadas que sólo pueden mostrarse al gran público a través de una iniciativa de estas características. Su labor acaba de ser reconocida ahora con la concesión del Premio Montblanch de la Cultura, un galardón internacional con marchamo de calidad y exclusividad, que se concede a personalidades de China, Francia, Alemania, Hong Kong, Italia, Japón, Corea, México, España y Reino Unido.

Liliana fue reina por un día. La reina de su fiesta, a la que, por cierto, no asistió el alcalde de la ciudad, Jordi Hereu, demasiado ocupado en otros menesteres. Por ello, envió a la ceremonia a su comisionada de Relaciones Ciudadanas, Caty Carreras. Tenía su porqué: las familias Carreras y Godia son viejas amigas y así se encargó de recordarlo durante el acto la enviada de Hereu. “¿Te acuerdas, Liliana?”, le preguntó con un guiño a la homenajeada. Y, como en toda fiesta que se precie, Liliana se encargó también de poner el punto de emoción al hablar de su padre y de la Fundación que lleva su nombre y que ella creó hace 10 años. “Mi padre era polifacético. Era piloto, era empresario y era coleccionista. Pero también era un gran padre. Un padre que supo darme consejos, los últimos años de su vida, para que pudiese afrontar la vida”, relató Liliana haciendo ímprobos esfuerzos por retener las lágrimas. Lo demás fueron sonrisas y besos. Muchos besos. Incluso para Manel Torreblanca, marido de Lily, a quienes también achacan parte de su éxito.

La oposición, junta pero no revuelta

Los rivales de Hereu no dieron la ocasión por perdida. El convergente Xavier Trias y el popular Alberto Fernández Díaz se presentaron en el acto. Luego, en los jardines, aperitivo en mano, hicieron corrillo al alimón, aunque evitaron hablar de política. Bastante encantados están con la labor de desgaste del gobierno municipal y por los tropezones que da el gobierno bipartito; por ello no llegaron a materializar conciliábulo alguno, contra lo que pudiera parecer. Pero Hereu no fue el único ausente: el Gobierno tripartito dio la espalda a Godia. Sí asistió, en cambio, el ex consejero de Cultura con Pasqual Maragall y actual consejero delegado de audiovisuales de RBA, Ferran Mascarell, uno de los primeros en arribar y uno de los últimos en partir. Y el popular Enrique Lacalle, presidente del Salón del Automóvil y del Meeting Point, tampoco se perdió el evento. Lacalle celebraba así que, a última hora, ha conseguido 55 firmas para el salón de las cuatro ruedas, algo impensable hace un par de meses. Once más que la última edición, ya que se ha añadido otra marca a última hora. Récord absoluto en tiempos de crisis.

La fiesta de Lily no reunió, pues, a la tot Barcelona, pero sí, al menos, una parte de la Barcelona guapa. Carmen Godia, la empresaria ya desembarazada de sospechas de pelotazos (la denuncia de la fiscalía sobre su operación de compra de acciones de Fadesa junto a Enrique Bañuelos ha sido archivada) y hermana de la homenajeada; Leopoldo Rodés, presidente de Mediaplanning Group; Cristina Valls Taberner; Joan Oliveras, consejero delegado de Bagués-Masriera; Manuel Carreras, presidente de la Asociación Sport Cultura; o Esteban Rabat, presidente de Joyerías Rabat fueron algunos de los invitados al acto. Y en medio de todos, por supuesto, el anfitrión y mecenas de mecenas: Hubert Wiese, consejero delegado de Montblanch.

Un acto de oro macizo

A la vista de los invitados y de la organización del acto, la frase más adecuada para la ocasión es la socorrida Crisis? What crisis? Y aunque los catalanes son discretos, se apreciaba que no fue un acto de oropel, sino de oro, tan macizo como la estilográfica del precioso metal que se llevará Lily a su casa. Un detalle de buen gusto, igual que el resto del evento.

Semon, abonada a la mayoría de eventos importantes, fue la encargada de distraer los estómagos de los invitados. Cava Codorniu rosado, Raimat blanco y un reserva del 2003 de La Vicalanda, de Bodegas Riojanas, fue la bebida repartida. Como aperitivo, una cuidada puesta en escena en la terraza de la Fundación Francisco Godia porque el tiempo lo permitía (también estaba preparada una zona interior por si el clima jugaba una mala pasada, ya que los 2.700 metros que tiene la nueva sede permiten este lujazo) con fingers de queso, sobrasada y jamón dulce, dados de salmón con pimienta, coca de calabacín con queso de cabra, coca de tomate confitado, oliva rellena de anchoa, mini quiche lorraine, mini quiche de espinacas, mini quiche de setas, mini nido de trucha ahumada, mini tartaleta de brandada de bacalao, brocheta de lubina con gengibre, sablées de parmesano con pimentón, mini macarrón de crema de avellana y rocas de chocolate negro. Exquisiteces para el paladar que todos paladearon sin agobios ni pisotones. Porque, quien más quien menos, tenía todavía una comida por delante y no es cuestión de llegar comido a la mesa donde se han de tratar negocios.

El testigo de José Manuel Lara

Con el premio, Liliana recoge el testigo que le pasa el galardonado en el 2008, José Manuel Lara, por su labor de mecenazgo al frente de la fundación andaluza que lleva su nombre (otra de las galardonadas fue Susan Sarandon por la labor que realiza al frente de The Creative Coalition: Los Angeles). Instituido en 1992, este premio parece tener una predilección especial por Cataluña ya que varios de los galardonados en ediciones anteriores están vinculados de alguna manera a esta comunidad, como Javier Godó, Jordi Clos, José Ferrer, Carmen Cervera o Enrique Vila Casas. Pero también lo han recibido Paloma O’Shea, Carmen Arias, Javier Benjumea, Carlos Zurita, duque de Soria, Jesús de Polanco, Germán Sánchez Ruipérez o Pilar Belzunce, viuda de Eduardo Chillida.

Sin embargo, Liliana ha marcado un récord, tan grande como el de Enrique Lacalle con el Salón del Automóvil: es la persona más joven en conquistarlo. Por si fuera poco, los galardonados reciben un cheque de 15.000 euros. Este año, para conmemorar que en el 2010 se conmemora el año Chopin, los galardonados recibirán un cheque adicional de 15.000 dólares más, procedente de la donación de parte de los beneficios del último disco del pianista Lang Lang, que además es el presidente de la Fundación Cultural Montblanch. Otro récord más. Con premios así, la crisis siempre es más llevadera.

Liliana Godia tiene 39 años. Es joven, pero en 10 años ha situado a la Fundación Francisco Godia (que ella misma fundó en 1999) en el mapa catalán como uno de los espacios más interesantes y con más pujanza en cuanto al arte. En este tiempo, acogió en la Fundación una veintena de exposiciones privadas que sólo pueden mostrarse al gran público a través de una iniciativa de estas características. Su labor acaba de ser reconocida ahora con la concesión del Premio Montblanch de la Cultura, un galardón internacional con marchamo de calidad y exclusividad, que se concede a personalidades de China, Francia, Alemania, Hong Kong, Italia, Japón, Corea, México, España y Reino Unido.