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La reconversión industrial del periodismo y las contradicciones diarias del oficio
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La reconversión industrial del periodismo y las contradicciones diarias del oficio

La crisis económica y la consolidación de Internet como nuevo medio informativo de masas, aunque no por este orden, están poniendo al descubierto las miserias de

La crisis económica y la consolidación de Internet como nuevo medio informativo de masas, aunque no por este orden, están poniendo al descubierto las miserias de la prensa escrita, considerada como la quinta esencia del buen periodismo. El modelo histórico de la empresa editora se tambalea y sus oficiales, los periodistas, ven peligrar sus puestos de trabajo, incluso la viabilidad de seguir ejerciendo su profesión. Todo es incertidumbre.

De un tiempo a esta parte, un columnista del diario El País, Enric González, se ha convertido, muy a su pesar, en el mejor defensor del lector posible y en una especie de guardián de las esencias, aunque no sea su cometido como firma distinguida de la sección de Comunicación. Las reflexiones del periodista catalán, viajado por medio mundo como corresponsal del diario, están siendo a la vez un referente y un dolor de cabeza en su propia casa.

Recientemente, uno de sus aguijonazos provocó unos días de descanso forzado. En la columna Rodeados, no publicada, criticaba los tiempos de borracheras bursátiles realizados por los jefes, cuya resaca tienen que pagar ahora los empleados asumiendo reducciones de sueldo para mantener su trabajo. Una alegoría que algunos identificaron con la situación que atraviesa Prisa, asfixiado por la deuda y pendiente de ajustar su tamaño.

 

A su vuelta del paso por la nevera, González tituló su columna Derechos y se sirvió de la celebración del día de la Libertad de Prensa para hacer un alegato en pos de la información como herramienta para construir sociedades libres. Semanas antes, respecto a la Gratuidad de las noticias, se atrevió a desautorizar a la defensora del lector de El País, que justificó la desaparición del suplemento infantil dominical por razones de coste.

Para gozo de los lectores y demás compañeros del gremio, sigue esculpiendo reflexiones incómodas con el martillo de su pluma. Ayer mismo, el periodista volvió a dar en la diana con Denuncia, texto con el que puso en evidencia algunas contradicciones en las que incurre a diario la prensa, incluido su propio periódico. Con la excusa de disertar sobre la publicidad y el nuevo modelo de TVE, el columnista llevó la faena hasta las tablas del dinero.

Desde hace tres días, el diario El País viene publicando una serie de reportajes sobre “la esclavitud a que son sometidas miles de prostitutas”. Un trabajo meritorio, de denuncia, que puede resultar incongruente si se tiene en cuenta que hace caja con sus páginas de contactos. “Me parece una lástima que publiquemos esos anuncios y promocionemos la prostitución. Pero al mismo tiempo la denunciamos, o denunciamos una parte de ella. Algo es algo”. Imprescindible.

La crisis económica y la consolidación de Internet como nuevo medio informativo de masas, aunque no por este orden, están poniendo al descubierto las miserias de la prensa escrita, considerada como la quinta esencia del buen periodismo. El modelo histórico de la empresa editora se tambalea y sus oficiales, los periodistas, ven peligrar sus puestos de trabajo, incluso la viabilidad de seguir ejerciendo su profesión. Todo es incertidumbre.

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